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Procedimiento
- Tomamos una sartén grande, vertemos sobre ella 1/2 litro de aceite de oliva y la ponemos a calentar a fuego intenso.
- Pelamos, lavamos y cortamos las patatas en tiras, al gusto.
- Volvemos a lavar las patatas, ahora con un escurridor bajo el grifo, y sazonamos al gusto con sal.
- Una vez esté caliente el aceite de la sartén, las echamos para freír. Debemos estar pendientes de las patatas porque no deben comenzar a dorarse (luego queremos que se cuezan con el tomate y tomen su sabor).
- Cuando estén en su punto, las retiramos de la sartén y las dejamos escurrir sobre un plato con un par de servilletas de papel para que absorba el aceite sobrante.
- Tomamos una sartén mediana y la calentamos a fuego medio (5-6 en vitrocerámica escala 1-9, llama pequeña en fuego horneado).
- Vertemos sobre ella dos cucharadas soperas de aceite de oliva. Limpiamos, pelamos y lavamos la cebolla.
- Posteriormente, la troceamos en cuadraditos del tamaño de una uña, y la vertemos en la sartén. Hacemos lo propio con el pimiento verde (que puede trocearse también, al gusto, en tiritas finas en lugar de cuadraditos).
- Cortamos en pequeños trocitos los dientes de ajo y los vertemos también en la sartén.
- Mientras el sofrito se va preparando, tomamos una tabla de madera y cortamos los filetes de pollo en tiras finas del tamaño de un pulgar (sazonamos al gusto con pimienta blanca y sal).
- Una vez comprobemos que el cuerpo de la cebolla se está tornando transparente, vertemos 1/2 vaso de vino blanco sobre la misma y mezclamos con los filetes de pollo troceados. Avivamos el fuego para reducir el vino.
- Por último, una vez vemos reducir el vino y el pollo ya está bien cocidito, vertemos los 150 g de tomate y removemos. Bajamos a fuego medio (5-6 en vitrocerámica escala 1-9, llama pequeña en fuego horneado). Finalmente, echamos las patatas en la sartén y esperamos a que se cuezan bien en la salsa de tomate. Debemos remover de vez en cuando y esperar unos 2-3 minutos.
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