Historia del Partido Comunista Paraguayo (1928-1990)/Era Moriniguista/Represion Postrevolucionaria

LA REPRESIÓN POST-REVOLUCIONARIA Y LA MUERTE DE ALBERTO CANDÍA editar

Si la represión que siguió al golpe del 13 de enero de 1947 fue una demencial caza de demócratas, la que siguió a la derrotada insurrección de Concepción sólo podría tener equivalente con los programas hitleristas contra los judíos en la Alemania nazi. Centenares de combatientes revolucionarios fueron masacrados en Villeta; miles fueron encerrados en canchas de fútbol en condiciones infrahumanas, expuestos al sol y a la lluvia invernal (era agosto); y más de tres mil presos políticos eran vejados en la Cárcel Pública, al lado de la Catedral, sometidos a la «autoridad» de delincuentes comunes elevados al rango de funcionarios administrativos y políticos de la penitenciaría. Medio millar de presos tuvieron que soportar toda suerte de tormentos por más de dos años en los antros inmundos de la reclusión donde estaban alojados junto a reos comunes, muchos de éstos especialmente amaestrados para sádicas operaciones de vejámenes y torturas. Sólo el 29 de marzo de 1949, el último contingente de presos políticos, trescientos cincuenta en total, abandonaron las celdas de la ruinosa Cárcel Pública. Los comunistas fueron las víctimas preferidas de los monstruos carceleros.

La víctima más encumbrada que se acreditó la barbarie morínigo-guionista ha sido el camarada Alberto Candía (treinta años), secretario general del partido, apresado en plena labor partidaria en las duras condiciones de la clandestinidad, en los primeros días de abril de 1948. Cruelmente torturado por los esbirros del entonces jefe de Investigaciones, Nicolás Scorza Fúster, siendo jefe de Policía el Dr. César Vasconcellos, en una dejas tantas sesiones de tormento fue sumergido en una pileta contaminada de veneno de acción retardada. Luego fue derivado a la cárcel de donde dos, semanas después fue sacado en coma, falleciendo el 19 de abril de 1948. No obstante, su robusta contextura física (1,95), bien parecido, permitió que en los pocos días que pudo mantenerse en pie, realizara una intensa actividad entre sus compañeros de carácter político-ideológico, especialmente de esclarecimiento de la línea partidaria en las condiciones de reflujo del movimiento revolucionario.


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