Chile y Latinoamérica en el siglo XX/El fútbol en América Latina

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Chile y Latinoamérica en el siglo XX



a estudiar en el siguiente ensayo, es sobre el fútbol en Latinoamérica. El fútbol es un deporte que durante su desarrollo en la historia se ha practicado en masas en cualquier lugar del mundo, pero donde ha predominado con gran fervor ha sido en Europa y América latina. La pregunta a plantear es si es el fútbol un deporte trasandental en la sociedad latinoamericana traspasando los aspectos políticos, económicos y social. Para el desarrollo de este cuestionamiento o problema me formulare 4 ideas principales. En primera instancia me refiero al nacimiento del fútbol en general y como llego a América latina, el segundo es el traspaso político que ha podido provocar y si es realmente es el opio de los pueblos, después me refiero al desarrollo del fútbol como impacto cultural y económico entre las masas, y por último los acontecimientos sociales que ocurrían mientras que este se desarrollaba y quienes se involucraban en el para comprobar si es un deporte practicado e idolatrado por las masas.

En relación a La historia del fútbol se dice que es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. El Fútbol es uno de los fenómenos culturales y sociales más importantes de este siglo, y se reconoce antecedentes históricos en la época del hombre primitivo. Dentro de la prehistoria, antiguamente se han encontrado escenas pintadas en cavernas en que algunos hombres impulsan un objeto redondo con el pie. Luego hasta llegar al “Calcio florentino” lo más cercano al fútbol actual; casi todas las civilizaciones tuvieron un registro cercano en la antigüedad. Pero fueron los ingleses los que, a mediados del siglo pasado lo organizaron y trazaron las reglas. Por lo que en Sudamérica, los marineros británicos jugaron al fútbol en Brasil en la década de 1870, pero su principal impulsor fue Charles Miller, hijo de unos emigrantes ingleses. Animó a los trabajadores ingleses residentes a formar clubes (algunos ya existían para el críquet). El Fútbol fue un proceso imparable. Como el tango, el fútbol creció desde los suburbios... Lindo viaje había hecho el fútbol: había sido organizado en los colegios y universidades inglesas, y en América del Sur alegraba la vida de gente que nunca había pisado una escuela. En las canchas de Buenos Aires y de Montevideo, nacía un estilo. Una manera propia de jugar al fútbol iba abriéndose paso, mientras una manera propia de bailar se afirmaba en los patios milongueros. Los bailarines dibujaban filigranas, floreándose en una sola baldosa, y los futbolistas inventaban su lenguaje en el minúsculo espacio donde la pelota no era pateada sino retenida y poseída, como si los pies fueran manos trenzando el cuero. Y en los pies de los primeros virtuosos criollos, nació el toque: la pelota tocada como si fuera guitarra, fuente de música. Simultáneamente, el fútbol se tropicalizaba en Rio de Janeiro y San Pablo. Eran los pobres quienes lo enriquecían, mientras lo expropiaban. Este deporte extranjero se hacia brasileño a medida que dejaba de ser el privilegio de unos pocos jóvenes acomodados, que lo jugaban copiando, y era fecundado por la energía creadora del pueblo que lo descubría. Y así nacía el fútbol mas hermoso del mundo, hecho de quiebres de cintura, ondulaciones de cuerpo y vuelos de piernas que venían de la capoeira, danza guerrera de los esclavos negros, y de los bailongos alegres de los arrabales de las grandes ciudades.

El primer club importante brasileño fue el Associação Atlética Mackenzie en Sao Paulo. En Argentina, el juego fue introducido por los residentes ingleses en Buenos Aires, y la AFA se fundó en 1891. Sin embargo, arraigó con cierta lentitud y al final fueron los emigrantes italianos los que hicieron popular el juego. Chile formó su federación en 1895, Uruguay en 1900 y Paraguay en 1906. La influencia británica en Sudamérica es evidente en los nombres de algunos clubes: Corinthians en Brasil, Everton y Rangers en Chile, Liverpool y Wanderers en Uruguay, River Plate y Newell’s Old Boys en Argentina.

Con respecto a la segunda idea que formule sobre el traspaso político del fútbol es muy relevante pronunciar a la conocida como Guerra del Fútbol, nombre por el que pasó a ser conocido un conflicto bélico que enfrentó a Honduras y El Salvador, el cual dio comienzo el 14 de julio de 1969, tras la celebración de un partido futbolístico entre las selecciones nacionales de ambos países. En esa fecha, tropas salvadoreñas traspasaron la frontera hondureña y ocuparon la pequeña localidad de El Poy, dando así inicio a la confrontación militar entre los dos estados. El motivo inmediato del conflicto lo supuso, en realidad, la negativa del presidente de Honduras Osvaldo López Arellano a facilitar tierras a los 300.000 campesinos salvadoreños recientemente asentados en el país vecino. La razón estructural que alentó la guerra fue, así mismo, la tradicional disputa entre ambos estados por sus respectivos límites fronterizos.

Por tanto, se ha de entender que el partido que acabó por precipitar y dar nombre al conflicto no fue sino una mera excusa que sirvió de acicate. Pese a la casi inmediata retirada de las fuerzas salvadoreñas de los territorios ocupados, gracias a la mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA), que hubo de crear una zona desmilitarizada, las escaramuzas bélicas persistieron hasta que, el 4 de junio de 1970, los representantes de ambos gobiernos (del hondureño, presidido por López Arellano, y del salvadoreño, por Fidel Sánchez Hernández) firmaron un acuerdo de paz en San José de Costa Rica.

En relación al opio de los pueblos se pude decir que en 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de «las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan». Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luís Borges fue más que sutil: dictó una conferencias sobre le tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del 78. El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura.

En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase.

Es por ende que afirmo que el fútbol y la patria están siempre atados; y con frecuencia los políticos y los dictadores especulan con esos vínculos de identidad, es el caso histórico que si bien no pertenece a América latina pertenece a la historia universal que da a comprobar el traspaso político del fútbol a nivel mundial es el caso de La escuadra italiana ganó los mundiales del '34 y del '38 en nombre de la patria y de Mussolini, y sus jugadores empezaban y terminaban cada partido vivando a Italia y saludando al público con la palma de la mano extendida. También para los nazis, el fútbol era una cuestión de Estado. Un monumento recuerda, en Ucrania, a los jugadores del Dínamo de Kiev de 1942. En plena ocupación alemana, ellos cometieron la locura de derrotar a una selección de Hitler en el estadio local. Le habían advertido:-Si ganan mueren.

A pesar de todo los conceptos Fútbol y patria o fútbol y pueblo siguen en América latina puesto que en 1934, mientras Bolivia y Paraguay se aniquilaban mutuamente en la guerra del Chaco, disputando un desierto pedazo de mapa, la Cruz Roja paraguaya formó un equipo de fútbol, que jugó en varias ciudades de Argentina y Uruguay y juntó bastante dinero para atender a los heridos de ambos bandos en el campo de batalla.

A consecuencia de los hechos ya estipulados tres años después, durante la guerra de España, dos equipos peregrinos fueron símbolos de la resistencia democrática. Mientras el general Franco, del brazo de Hitler y Mussolini, bombardeaba a la república española, una selección vasca recorría Europa y el club Barcelona disputaba partidos en Estados Unidos y en México. El gobierno vasco envió al equipo Euzkadi a Francia y a otros países con la misión de hacer propaganda y recaudar fondos para la defensa. Simultáneamente, el club Barcelona se embarcó hacia América. Corría el año 1937, y ya el presidente del club Barcelona había caído bajo las balas franquistas. Ambos equipos encarnaron, en los campos de fútbol y también fuera de ellos, a la democracia acosada. Considerando la tercera idea que respecta al desarrollo del fútbol provocando un impacto cultural y económico entre masas esto conlleva a que en este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Como dije anteriormente el fútbol es un fenómeno socio cultural desde la prehistoria en muchos lugares del mundo y principalmente en América latina y Europa y no dejando atrás que esta última presenta una fuerte demanda de jugadores latinoamericanos; pero ahora al fútbol se le acota como un nuevo concepto y es el de bien económico y extrañamente es el fútbol sudamericano, el que más comete todavía estos pecados de leso eficiencia, parece condenado por las reglas universales del cálculo económico. Ley del mercado, ley del más fuerte. En la organización desigual del mundo, el fútbol sudamericano es una industria de exportación produce para otros. Nuestra región cumple funciones de sirvienta del mercado internacional. En el fútbol, como en todo lo demás, nuestros países han perdido el derecho de desarrollarse hacia adentro. En la actualidad en el sur no tan solo se venden brazos, sino también piernas, piernas de oro, a los grandes centros extranjeros de la sociedad de consumo; y al fin y al cabo, los buenos jugadores son los únicos inmigrantes que Europa acoge sin tormentos burocráticos ni fobias racistas.

Parece que muy pronto cambiará la reglamentación internacional. Los clubes europeos podrían, de aquí a poco, contratar a cuatro, o quizá cinco, jugadores extranjeros.

En ese caso, me pregunto qué será del fútbol sudamericano. Ya no quedaran ni los masajistas. Año tras año, el fútbol se va enfriando; y el agua en las venas garantiza la eficacia. La pasión de jugar por jugar, la libertad de divertirse y divertir, la diablura inútil y genial, se van convirtiendo en temas de evocación nostálgica claro antes era todo por amor por decirlo al arte y no había un interés económico o monetario que interpusiera el buen desarrollo del fútbol doy como ejemplo de simbología económica a las respectivas empresas deportivas que han convertido a los jugadores de cancha en jugadores de televisión y de signo económico como adidas, puma y la famosa Niké que utilizan a los jugadores como objeto de marketing cabe mencionar que ahora en la actualidad lo que es la coca cola y la marca pepsi se han integrado en este rubro; en muchos países el fútbol se considera casi una religión claro que sin ateos como es del caso de Argentina, Brasil, Uruguay esta en la cultura de estos países inculcar desde muy pequeños a los niños el amor por el fútbol es por eso que estos países se conocen a nivel mundial lo buenas que son sus selecciones. Es por ende que el impactante cambio cultural-económico del fútbol a hecho que hasta los mismos jugadores cambien de mentalidad es por eso que puedo hacer mención que en el tiempo de Pelé, el jugador jugaba, y eso era todo, o casi todo. En tiempos de Maradona, ya en pleno auge de la televisión y de la publicidad masiva, las cosas habían cambiado. Maradona cobró mucho, y mucho pagó cobró con las piernas, pagó con el alma. Cuando ya llevaba algunos años en las canchas, la crisis lo rompió, y enfermó gravemente por sobredosis de éxito. Y ahora el éxito espectacular de Ronaldo le permite facturar mil dólares por hora, incluyendo las horas que duerme. Ahora los periodistas especializados hablan cada vez menos de las habilidades de los jugadores y cada vez más de sus cotizaciones. Los dirigentes, los empresarios, los contratistas y demás cortadores del bacalao ocupan un espacio creciente en las crónicas futboleras. Antes, los «pases» se referían al viaje de la pelota de un jugador al otro; ahora, los «pases» aluden más bien al viaje del jugador de uno a otro club o de un país a otro. ¿Cuál es el sueño más frecuente de los empresarios, los tecnócratas, los burócratas y los ideólogos de la industria del fútbol? En el sueño, cada vez más parecido a la realidad, los jugadores imitan a los robots.

Triste signo de los tiempos, el siglo XXI sacraliza la mediocridad en nombre de la eficiencia y sacrifica la libertad en los altares del éxito. «Uno no gana porque vale sino que vale porque gana», había comprobado, hace ya algunos años, Cornelius Castoriadis, el no se refería al fútbol, pero era como si.

Según los datos publicados hace un par de años por France Football, el tiempo de vida útil de los jugadores profesionales ha bajado a la mitad en los últimos veinte años. El promedio, que era de doce años, se ha reducido a seis. Los obreros del fútbol rinden cada vez más y duran cada vez menos. Para responder a las exigencias del ritmo de trabajo, muchos no tienen más remedio que recurrir a la ayuda química, inyecciones y pastillas que les aceleran el desgaste, las drogas tienen mil nombres, pero todas nacen de la obligación de ganar y merecen llamarse exitoína.

Si bien el fútbol se ha convertido en maniobras comerciales y en un deporte que presenta mucha frialdad puedo dar a mencionar que todavía existe una filosofía del fútbol criollo el jugar por el entusiasmo y pasión es por ello que las comunidades indígenas quisieron jugar su propio campeonato de fútbol. En la Copa del año 2000, el equipo de los indios makuxis llegó a la final después de jugar tres partidos seguidos a lo largo de ocho horas.

La proeza se explica por los prodigiosos poderes de otra droga, que el fútbol profesional no puede pagar. Esa pócima mágica, que no tiene precio, se llama entusiasmo .La palabra no viene de la lengua de los makuxis sino del idioma de la Grecia antigua y significa "tener a los dioses adentro".

Considerando la cuarta idea que señale que hace referencia a los acontecimientos sociales y quienes se involucraban en el desarrollo del fútbol puedo hacer mención al reflejo mas claro del desarrollo del fútbol que más que los “mundiales” pero haré mención de los mundiales efectuados en América latina y otros con gran relevancia , hago referencia de esto puesto que a pesar de lo que sucedía en el contexto social en el lugar donde se realizaría el mundial correspondiente este lograría de todas maneras la atracción de la gente, de los hinchas, deportistas y de personas ilustres, logrando la expectación de todos para el mundial del 30 cuya sede fue Uruguay el cual se encontraba dentro de un contexto donde La bolsa de Nueva York había caído a pique y en derrumbe había volteado los precios internacionales y estaba arrastrando al abismo a varios gobiernos latinoamericanos. En el despeñadero de la crisis mundial, la ruina del precio del estaño tumbaba al presidente Hernando Siles, en Bolivia, y colocaba en su lugar a un general, mientras el desplome de los precios de la carne y el trigo derribaban al presidente Hipólito Irigoyen, en la Argentina, y en su lugar instalaba a otro general. En la República Dominicana, la caída del precio de la azúcar habría el largo ciclo de la dictadura del también general Rafael Leónidas Trujillo, que inauguraba su poder bautizando con su nombre a la capital y al puerto.

En el Uruguay, el Golpe de Estado iba a estallar tres años después. Pero en 1930, el país sólo tenía ojos y oídos para el primer Campeonato Mundial de Fútbol. Las victorias uruguayas en las dos últimas olimpíadas, disputadas en Europa, habían convertido al Uruguay en el inevitable anfitrión del primer torneo dejándose la victoria del primer mundial en casa.

Para el Mundial del 50 nacía la televisión en colores, las computadoras hacían mil sumas por segundo, Neruda publicaba su Canto general y aparecían las primeras ediciones de La vida breve, de Onetti, y de El laberinto de la soledad, de Octavio Paz. Albizu Campos, que mucho había peleado por la independencia de Puerto Rico, era condenado en Estados Unidos a setenta y nueve años de prisión. mientras los jugadores de fútbol aterrizaban en Río de Janeiro para disputar la cuarta Copa Rimet, después del largo paréntesis de los años de la guerra mundial.

Siete países americanos y seis naciones europeas, recién resurgidas de los escombros, participaron en el torneo brasileño del 50. La FIFA prohibió que jugara Alemania. Brasil y Uruguay disputaron la final en Maracaná. El dueño de casa estrenaba el estadio más grande del mundo. Miles de expectantes esperaban el triunfo de brasil pero fue Uruguay quien se llagaba su segundo título de campeón mundial.

En el caso del Mundial del 54 Jonás SALT preparaba la vacuna contra la poliomielitis, en el Pacífico estallaba la primera bomba de hidrógeno El general Strossner era elegido presidente del Paraguay, en reñida competencia contra ningún candidato.

En Brasil, se estrechaba el cerco de los militares y empresario, armas y dineros, contra el presidente Getulio Vargas, que poco después se rompería el corazón de un balazo. Aviones norteamericanos bombardeaban Guatemala, con la bendición de la OEA, y un ejército fabricado en el norte invadía, mataba y vencía. . Mientras en Suiza se cantaban los himnos de dieciséis países, inaugurando el quinto Campeonato Mundial de Fútbol, en Guatemala los vencedores cantaban el himno de los Estados Unidos celebrando la caída del presidente Arbenz, cuya ideología marxista leninista estaba fuera de toda duda porque se había metido con las tierras de la United Fruit.

Sin embargo en el Mundial del 54, participaron once equipos europeos, tres americanos, Turquía y Corea del Sur. Brasil estrenó la camiseta amarilla con cuello verde, en vista de que la anterior camiseta, blanca, le había dado mala suerte en Maracaná. Pero el color canarito no tuvo efecto inmediato: Brasil fue derrotado por Hungría en un partido violento, y no pudo llegar ni a las semifinales. La delegación brasileña denunció ante la FIFA al árbitro inglés, que había actuado «al servicio del comunismo internacional, contra la Civilización Occidental y Cristiana». Hungría, que iba ganando 2 a 0, acabó perdiendo 3 a 2, y Alemania conquistó su primer título mundial. Austria obtuvo el tercer lugar. Uruguay, el cuarto.

En el caso del Mundial del 58 en Cuba fracasaba la huelga general de Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista, pero en Venezuela otra huelga general volteaba la dictadura de Pérez Jiménez. En Colombia, conservadores y liberales bendecían con elecciones su reparto del poder, al cabo de una década de guerra de exterminio mutuo, mientras Richard Nixon era recibido a pedradas en su gira latinoamericana Barbie era la nueva reina de las muñecas, Joao Havelange conquistaba la corona brasileña en el negocio del fútbol, mientras en el arte del fútbol un muchacho de diecisiete años, llamado Pelé, se consagraba rey del mundo.

La consagración de Pelé tuvo lugar en Suecia, durante el sexto Campeonato Mundial. Participaron del torneo doce equipos europeos, cuatro americanos y ninguno de otras latitudes. Los suecos pudieron ver los partidos en las canchas y también en sus casas. Ésta fue la primera vez que la Copa se transmitió por televisión, aunque sólo llegó en vivo y en directo al ámbito nacional y el resto del mundo la recibió después. Ésta fue, también, primera vez que un país ganó la Copa jugando fuera de su continente. En el Mundial del 58, la selección brasileña empezó más o menos, pero fue arrolladora a partir del momento en que los jugadores se sublevaron y pudieron imponer al director técnico el equipo que ellos querían.

En el Mundial del 62 Unos astrólogos hindúes y malayos habían anunciado el fin del mundo pero el mundo seguía girando, y entre vuelta y vuelta nacía una organización que se bautizaba con el nombre de Amnistía Internacional y Argelia daba sus primeros pasos de vida independiente, al cabo de más de siete años de guerra contra Francia. ¿En cuánto se cotizaba el voto internacional de un país? Haití vendía su voto a cambio de quince millones de dólares, una carretera, una represa y un hospital y así otorgaba a la OEA la mayoría necesaria para expulsar a Cuba, la oveja negra del panamericanismo. Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro, que iba a desplomarse en cuestión de horas, mientras los jugadores de Brasil aterrizaban en Chile, dispuestos a conquistar el séptimo Campeonato Mundial de Fútbol ante cinco países americanos y diez europeos.

En el Mundial del 62 Los chilenos se habían impuesto a Italia, en un partido que fue una batalla campal, y también habían vencido a Suiza y a la Unión Soviética. Se habían servido spaguettis, chocolate y vodka, pero se les atragantó el café: En la final, Brasil derrotó a Checoslovaquia 3 a 1 y fue, como en el 58, campeón invicto y Chile conquistó el tercer lugar. Mientras que para el Mundial del 70 un ciclón arrasaba Pakistán y un terremoto borraba quince ciudades de los Andes peruanos. Allende iniciaba su campaña hacia la presidencia de Chile, después de tres derrotas, y prometía dar leche a todos los niños y nacionalizar el cobre. Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro que iba a desplomarse en cuestión de horas. Mientras en México movían las piernas los jugadores de dieciséis países y comenzaba el noveno Campeonato Mundial de Fútbol. Participaron nueve equipos europeos, cinco americanos, Israel y Marruecos. En el partido inaugural, el juez alzó por primera vez una tarjeta amarilla. La tarjeta amarilla, señal de amonestación, y la tarjeta roja, señal de expulsión, no fueron las únicas novedades del Mundial de México. El reglamento autorizó a cambiar dos jugadores en el curso de cada partido. Hasta entonces, sólo el arquero podía ser sustituido, en caso de lesión; y no resultaba muy difícil reducir a patadas al elenco adversario. Campeón invicto por tercera vez, Brasil se quedó con la copa Rimet en propiedad. A finales de 1983, la copa fue robada y vendida, después de ser reducida a casi dos quilos de oro puro. Una copia ocupa su lugar en las vitrinas.

Mientras se realizaba el Mundial del 78 en Italia se legalizaba el aborto. Sucumbían las primeras víctimas del sida, una maldición que todavía no se llamaba así los Estados Unidos se comprometían a devolver a Panamá á el canal usurpado a principios de siglo En Nicaragua tambaleaba la dinastía de Somoza, en Irán tambaleaba la dinastía del Sha, los militares de Guatemala ametrallaban una multitud de campesinos en el pueblo de Panzós. Domitila Barrios y otras cuatro mujeres de las minas de estaño iniciaban una huelga de hambre contra la dictadura militar de Bolivia, al rato toda Bolivia estaba en huelga de hambre, la dictadura caía. La dictadura militar argentina, en cambio, gozaba de buena salud, y para probarlo organizaba el undécimo Campeonato Mundial de Fútbol ganaron los argentinos 3 a 1, y en cierta medida la victoria fue posible gracias al patriotismo del palo que salvó al arco argentino en el último minuto del tiempo reglamentario. Ese palo, que detuvo un pelotazo de Rensenbrink, nunca fue objeto de honores militares, por esas cosas de la ingratitud humana

En el Mundial del 86 el cometa Halley visitaba nuestro cielo después de mucha ausencia, se descubrían nueve lunas en torno al planeta Urano, aparecía el primer agujero en la capa de ozono que nos protege del sol. Se habían desplomado muchos edificios sin cimientos, con toda la gente adentro, cuando un terremoto había sacudido a la ciudad de México, el año anterior, y buena parte de la ciudad estaba todavía en ruinas mientras se inauguraba allí el decimotercero Campeonato Mundial de Fútbol.

En México nació la ola en las tribunas, que a partir de entonces suele mover a las hinchadas del mundo al ritmo de la mar bravía pero éste fue el Mundial de Maradona. Contra Inglaterra, Maradona vengó con dos goles de zurda al orgullo patrio malherido en las Malvinas: hizo uno con la mano izquierda, que él llamó mano de Dios, y el otro con la pierna izquierda, después de haber tumbado por los suelos a la defensa inglesa Argentina disputó la final contra Alemania. Fue de Maradona el pase decisivo, que dejó solo a Burruchaga para que Argentina se impusiera 3 a 2 y ganara el campeonato cuando ya el reloj señalaba el fin del partido, pero antes había ocurrido otro gol memorable. A causa de este fenómeno del fútbol se han ido dando a conocer muchos personajes famosos practicante de este podemos mencionar al legendario Pele, Maradona, Romario, Garrincha, entre otros, todos de origen latinoamericano, debido al arte que demuestran dentro de una cancha se han convertido en verdaderos ídolos para la gente, la cual a parte de ir a ver un buen fútbol o equipo van a ver a sus ídolos futboleros. Es por esta causa que ahora un partido de fútbol no lo hacen tan solo 22 jugadores y tres árbitros con el tiempo se han ido involucrando mas personajes dentro de una cancha o estadio; puedo nombrar entre ellos al famoso :

Hincha que Una vez por semana huye de su casa y asiste al estadio. Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, es la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno. Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha son muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que son los mejores, que todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.

Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.

El fanático que es el hincha pero en el manicomio, la manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua.

El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío, nunca viene solo, metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo al miedoso. La omnipotencia del domingo o el día en que juega su equipo amado conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar. En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes.

El jugador corre, jadeando, por la orilla a un lado lo esperan los cielos de la gloria; al otro, los abismos de la ruina. El barrio lo envidia: el jugador profesional se ha salvado de la fábrica o de la oficina, le pagan por divertirse, se sacó la lotería. Y aunque tenga que sudar como una regadera, sin derecho a cansarse ni a equivocarse, él sale en los diarios y en la tele, las radios dicen su nombre, las mujeres suspiran por él y los niños quieren imitarlo. Pero él, que había empezado jugando por el placer de jugar, en las calles de tierra de los suburbios, ahora juega en los estadios por el deber de trabajar y tiene la obligación de ganar o ganar.

Los empresarios lo compran, lo venden, lo prestan; y él se deja llevar a cambio de la promesa de más fama y más dinero. Cuanto más éxito tiene, y más dinero gana, más preso está. Sometido a disciplina militar, sufre cada día el castigo de los entrenamientos feroces y se somete a los bombardeos de analgésicos y las infiltraciones de cortisona que olvidan el dolor y mienten la salud. Y en las vísperas de los partidos importantes, lo encierran en un campo de concentración donde cumple trabajos forzados, come comidas estrictas, se emborracha con agua y duerme solo. Y es así como muchos personajes mas se involucran en esta gran obra que al parecer no tiene fin, el fútbol llama a toda persona no importando su estatus social, color de piel, religión e idioma a fascinarse por él y es en la estructura de un estadio donde todas estas diferencias se convierten en una sola y que le dan por nombre “el amor al fútbol”.

En conclusión podemos señalar que durante buena parte del siglo XX, el fútbol fue el deporte que mejor expresó y afirmó la identidad nacional. Las diversas maneras de jugar han revelado, y celebrado, las diversas maneras de ser. Pero la diversidad del mundo está sucumbiendo a la uniformización obligatoria. El fútbol industrial, que la televisión ha convertido en el más lucrativo espectáculo de masas, impone un modelo único, que borra los perfiles propios, como ocurre con esas caras que se vuelven máscaras, todas iguales, al cabo de continuas operaciones de cirugía plástica. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Si bien el fútbol en su pleno desarrollo sea positivo o negativo no deja de ser el deporte más practicado y el mas llama la atención a todo tipo de espectador y cuyo deporte siempre tendrá una historia que contar por todo digo y afirmo que las personas amantes del buen fútbol y no del show del fútbol que nos presenta la televisión tenemos que inculcar a nuestros futuros hijos nietos sobrinos que el fútbol es el arte de la simplicidad y el de la alegría y no el arte monetario que estamos siendo testigos ahora lo que mejor llamo como un estelar de la televisión y de las grandes marcas; realmente me pregunto ¿ estaremos a tiempo de cambiar el destino del fútbol para que vuelva a ser el opio que no causa daño?. Me considero una amante del fútbol una hincha de nuestra selección no importando a donde llegue si pierde o si gana si no que lo que me importa y a lo que a todos les debiera importar es el de llevar en nuestro corazones el arte del buen fútbol y el ser constante con la realidad que nosotros queremos ver no con la realidad de que nos presenta la televisión. Y por último quiero reconocer que hasta ahora las mujeres nos sentimos identificadas con este deporte que ahora se practica también en masas, pero de mujeres.