Chile y Latinoamérica en el siglo XX/El boom literario latinoaméricano
El siguiente tema a tratar será sobre el Boom literario en América latina. Este Boom de la narrativa se produjo en la década de los sesenta, el cual decantó un vasto conocimiento mundial, desde el punto de vista de los críticos como también del público. Este surgimiento dio paso a una explosión de una narrativa renovada, lo que permitió llevar nuestra literatura alrededor del mundo. El problema a plantear será entonces cómo fue el desarrollo y madurez de la narrativa del llamado boom literario latinoamericano. Para poder desarrollar este tema se plantearán tres elementos o ideas centrales. En primer lugar se tratará sobre la iniciación o revelación de este “Boom” literario. En segundo lugar hablaremos del período de madurez y amplificación de las técnicas narrativas del boom. Y en tercer lugar abarcaremos el punto relativo al término del apogeo del boom o nueva novela.
Respecto a la primera idea podemos decir que la revelación de este “Boom” literario se remonta a la segunda mitad del siglo XX, aproximadamente en la década de los sesenta, donde una serie de escritores fueron divulgados en Europa a partir de ciertos acontecimientos antes no acaecidos. El ambiente mundial o más bien escenario de los siglos ya pasados siempre había estado protagonizado por escritores del viejo mundo y aun más de los países más desarrollados de éste, es así como a mediados del siglo XX se invirtió la situación y el panorama literario de América Latina fue rumbo a Europa.
Un acontecimiento bastante significativo fue el papel que ocupó la Editorial Seix Barral junto con su premio Biblioteca Breve para la difusión de esta narrativa. Gracias a este premio obtienen gran popularidad a una serie de escritores como Vargas Llosa, con su novela “La Ciudad y los Perros”, publicación que según muchos críticos, es que ocurre el cambio decisivo en la recepción mundial de las letras latinoamericanas. Éste es el medio más poderoso de entrada de la narrativa latinoamericana, es decir ayudó a la promoción de muchos escritores de esta nueva oleada de la narrativa y que más adelante encontraría su apogeo en Europa y Norteamérica.
A esta ayuda se le suma el impacto de la revolución cubana, que ayudó a la rápida internacionalización de ideas provenientes de Latinoamérica. El ideológico desafío que representaba el triunfo de Castro y sus “barbudos” de Sierra Maestra (1959) esta considerado por muchos críticos como catalizador, no solo de cambios ideológicos sino también estéticos. Interpretando a Julio Cortazar, podría decirse que “la literatura de la revolución” va de la mano con “la revolución de la literatura”. Si bien muchos autores de los escritos más importantes del Boom estaban comprometidos con la causa revolucionaria cubana, por ejemplo el escritor García Márquez (Colombia), éste no llegó a ser un factor aglutinador generacional. Con el remesón de la línea represiva del régimen cubano en los años sesenta, y en particular del año 1968, numerosos escritores, como por ejemplo Vargas Llosa y Fuentes expresaron su desilusión con el régimen, originando una división en el seno de la comunidad de los intelectuales latinoamericanos. En relación a la segunda idea, esta comienza a desarrollarse a partir de 1960, es decir, adquiere una mayor resonancia. Existen factores decisivos en el desarrollo de la novela; las críticas fluctuaciones de la economía mundial, la política sudamericana y el renovado impulso represivo del “castrismo”. Pese a ello los maestros y protagonistas del Boom siguen escribiendo.
El Boom no se desarrolla como un movimiento literario, según la opinión de Carlos Fuentes, escritor del período del Boom, “el llamado Boom, es en realidad, el resultado de una literatura que tiene por lo menos cuatro siglos de existencia y que sintió una urgencia definitiva en un momento de nuestra historia de actualizar y darle orden a muchas lecciones del pasado”. Se puede aclarar en muchos de sus escritos reformas técnicas provenientes del surrealismo y de la literatura estadounidense del siglo XX, como también del llamado realismo mágico y de la literatura fantástica, lo que demuestra así el desarrollo de las técnicas narrativas.
Al desarrollarse esta narrativa se forman una serie de características que son particulares del Boom, es decir, este madurar del período comprende una serie de elementos que lo particularizan de los demás. La nueva novela latinoamericana no representa un modelo establecido, se aleja de lo rígido, usa mas bien heterogeneidad de las tendencias, que toma la novela, siendo el rasgo diferenciador el desafío, esto alude a lo que llama Cortázar “la pertinaz noción realista de la novela”. Como ejemplo de este madurar en las técnicas, se encuentran características de la nueva novela como la sustitución del principio causa–efecto por una narración fragmentada gracias al uso de múltiples perspectivas, como el empleo de técnicas cinematográficas, tramas entreveradas y acronologías, ejemplo de esto Fuentes y su novela “La muerte de Artemio Cruz” en 1962; Vargas Llosa con “La casa Verde” en 1965 y “Conversación en la Catedral” del mismo autor. La novela también se apropia de una coexistencia entre lo real y lo sobrenatural, el llamado “realismo mágico”; ejemplifica de manera más cabal esta corriente, la novela de García Márquez “Cien años de soledad”, reflejo de los pueblos latinoamericanos, además de otros temas de profundidad, mezclados con ficción, hipérboles y aquel realismo mágico característico del autor.
Se plantea en la novela un desarrollo en el tema de la creación literaria, paradigma metaliterario. En esta madurez novelística encontramos una universalización de la temática latinoamericana gracias al empleo de ideas inspiradas por los grandes metadiscursos modernos, tales como: psicoanálisis, existencialismo, estructuralismo lingüístico y antropológico; algunas novelas exploran la exuberancia barroca del vocabulario culto y de la sintaxis gongorina. Cabe destacar que es tal la evolución de esta “nueva novela” que los escritores forman un verdadero tríptico, donde el lector se involucrado en le proceso de creación, recreación y /o desciframiento del texto; el ejemplo de esta tendencia sin duda es “Rayuela”, donde incita al lector a crear diversas versiones del texto. En la misma novela y también en “el obsceno pájaro de la noche” de José Donoso se produce una ruptura con el modelo tradicional de la novela psicológica. Finalmente y con más frecuencia que antes aparecen en la novela escenarios urbanos; por ejemplo en la narrativa de la llamada Onda Mexicana la fascinación por la ciudad conlleva también una indagación sobre las relaciones entre la escritura y la oralidad, entre lo urbano y lo rural, así como una reflexión sobre las relaciones de dependencia entre la cultura latinoamericana y la cultura popular de las grandes metrópolis postcoloniales.
Estos rasgos inseparables de la renovación de los aspectos formales, técnicas narrativas y el tratamiento del lenguaje como organismo vivo; el establecimiento de espacios imaginarios que participan de lo mítico; el diálogo sin interlocutor; el empleo del monólogo interior y la ruptura; todas son rasgos que demuestran la potencia de la expresividad de la época.
Es así que gracias ha este desarrollo de la narrativa del Boom es como comienza a masificarse la demanda en Europa y Estados Unidos de los libros de escritores latinoamericanos. El Boom obtuvo una explosión de creatividad cultural y social que llegó a Europa como un soplo de aire nuevo en un momento en que la novela europea daba claros signos de asfixia.
Mientras que en las novelas del Boom maduraban los Macondos, los cronopios y las famas, los viajeros amazónicos y los burdeles legendarios, una gran parte de la novela europea quedaba atrapada en el autismo del nouveau roman, cuya experimentación formal había terminado por desentenderse del lector, cuando no por considerarlo un enemigo. Nada más lógico entonces, que el entusiasmo de los lectores europeos, y españoles en particular, por la narrativa venida de Latinoamérica, que era capaz de experimentos tales como: La casa verde o Rayuela sin renunciar a la amenidad y la pasión. De hecho, puede decirse que al menos una generación de escritores españoles, de los cuales hoy nos encontramos entre los 40 y los 55 años, se formó leyendo compulsivamente, por ejemplo, los cuentos de Borges y de Cortázar, Cien años de soledad, Conversación en la Catedral y El siglo de las luces, por citar tan sólo algunas obras de referencia.
Respecto a la tercera idea señalada, se habla de un término o desaparición del Boom aún no establecido temporalmente con exactitud. Para situarse de mejor forma en este declinar se debe adentrara en el contexto histórico, y aún así no hay claros designios de un término brusco, exacto y definitivo del período.
Para mediados de la década de 1970, la represión militar se hizo más cruda en toda la región, el gobierno de Fidel Castro perdió credibilidad, y el entusiasmo revolucionario se aplacó. Los escritores del "Boom" profundizaron entonces en temas históricos y en la figura del dictador. Por ejemplo Carlos Fuentes, en Terra nostra (1975), criticaba la utilización de la historia para legitimar la injusticia del presente; el paraguayo Augusto Roa Bastos (1917-2005) ridiculizó la documentación histórica y exploró la figura del caudillo de José Gaspar de Francia como una metáfora de la dictadura de Stroessner en una copiosa novela titulada “Yo, El Supremo” de 1974. García Márquez también parodió la interminable palabrería del caudillismo en “El otoño del patriarca” en 1975.
A partir de los años ochenta, la época del experimentalismo literario y de las grandes metáforas colectivas llegó a su fin, y todos estos escritores adoptaron un estilo más realista y fácil de leer, en concordancia con las demandas comerciales de la era global.
El legado del "Boom" continúa presente en diversas manifestaciones hoy asociadas con el ambiguo "realismo mágico", un término que ha servido para describir la combinación entre oralidad y escritura en otras partes del mundo, por ejemplo en las novelas de Toni Morrison en los Estados Unidos. Según la mayoría de los escritores latinoamericanos de hoy, ya no tiene sentido asociar el continente con un estilo específico, pues se trata de culturas diversas, complejas y plurales, en las que el supuesto "realismo mágico" es solo una posibilidad entre muchas de elaborar literariamente la experiencia heterogénea de cada región y cada individuo. La región es hoy, además, primordialmente urbana y está conectada íntimamente con los procesos de comercialización y apertura del siglo XXI.
En conclusión podemos señalar que el boom literario latinoamericano, conocido también como la “nueva novela” adquiere un papel importante tanto para América como para Europa. Gracias a este Boom muchos autores exiliados de América Latina insertos en el viejo mundo, pudieron demostrar su capacidad narrativa y sacar a la luz a Latinoamérica.
Claras y singulares características diferencian a este período y a sus autores del resto. La desintegración de las formas tradicionales de la novela debido a que en esta novela se tratan nuevos temas y técnicas y el lector pasa a ser un lector cómplice; la simultaneidad del lenguaje, aquí el autor utiliza un lenguaje variado que podría hacer denotar las distintas clases sociales, diversidad de lugares y regiones que a la vez que son diferentes su lenguaje también, ya no se utilizará en exceso aquel lenguaje directo, literario. El argumento de la novela es borrado por el lenguaje de personajes y narradores que serán ahora “hablantes “simultáneos. Por último, la novela como ficción total; en esta parte ocurre una ruptura con la realidad circunstancial, los nuevos escritores emprenden la ruta hacia la imaginación creadora y el realismo mágico con la invención de lugares, nombres y personajes: un gran ejemplo sería “cien años de soledad”, sin embargo a partir de Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez entre otros la novela se convierte en un territorio imaginativo que totaliza la realidad en todos los planos.
De esta manera es necesario destacar a mi juicio que una literatura latinoamericana es tan valedera como una europea.
A pesar de todos los detractores de este Boom que muchas veces fue considerado simplemente una buena propaganda montada por las editoriales para vender libros, el tiempo se ha encargado de desmentirlo y demostrara lo contrario, la literatura latinoamericana ha ganado respeto internacional, que por lo demás es bien merecido. Gracias a este encaminar que han dejado los escritores del Boom, muchos escritores han aprovechado este “legado” y han tenido puertas abiertas para mostrar sus obras en el extranjero y seguir creando literatura pura y renovada como fue la del Boom.
Hoy los autores del “boom” han envejecido, pero su voz nunca ha callado y sus obras posteriores, en la mayoría de los casos, han sido tan excepcionales, como las que los elevó a la fama. Uno de ellos, García Márquez, ganó el Premio Nóbel de literatura; dos de los que nos quedan, Vargas Llosa y Carlos Fuentes, han ganado todos los premios importantes de la literatura hispana y son candidatos perennes al Nóbel. Gracias a estos premios, escritores e imaginación se ha podido seguir hablando de una renovación literaria, y así más adelante comenzaría a desarrollarse un nuevo estallido que lo denominaría Post Boom.