Wikichicos/Leyendas/Aracné y la diosa Minerva

Cuentan los viejos relatos inventados en la Antigüedad que hace mucho, muchísimo tiempo, vivía en una lejana ciudad una joven que se llamaba Aracné. Esta muchacha trabajaba en un taller haciendo tapices y ella misma hilaba la lana, la coloreaba y hacía los tejidos. Sus tapices llegaron a tener tanta fama por su belleza, que de todos los lugares acudían personas a admirarlos y todas comentaban que parecían estar realizados por la misma Minerva, diosa de las tejedoras y bordadoras.

Aquellos comentarios no le gustaban a Aracné. Pensaba que sus obras eran perfectas y no quería que se le comparara ni siquiera con una diosa. Y especialmente le molestaba que algunas personas pensaran que debía su arte a las enseñanzas de esa diosa. Por este motivo, un día desafió a Minerva a tejer un tapiz.

La diosa Minerva sentía aprecio por Aracné y no quería hacerle daño. Por eso tomó la figura de una anciana bondadosa y se presentó ante la joven para solicitarle que fuera más modesta.

Aracné, ¿por qué ofendes a una diosa? le dijo en tono cariñoso. Confórmate con ser la mejor tejedora del mundo y no trates de igualarte a los dioses.

Diosa Minerva! gritó Aracné, atrévete a competir conmigo tejiendo un tapiz. Así todo el mundo podrá ver quién de las dos teje mejor. La diosa Minerva sentía aprecio por Aracné y no quería hacerle daño. Por eso tomó la figura de una anciana bondadosa y se presentó ante la joven para solicitarle que fuera más modesta. Aracné, ¿por qué ofendes a una diosa? le dijo en tono cariñoso . Confórmate con ser la mejor tejedora del mundo y no trates de igualarte a los dioses.


Calla, vieja tonta respondió Aracné airada. Si Minerva no se presenta ante mí, es que no se siente capaz de competir conmigo. En aquel mismo instante, la anciana desapareció y en su lugar quedó la diosa Minerva dispuesta a aceptar el desafío. Minerva y Aracné pusieron rápidamente manos a la obra.

Las dos tomaron unos hilos de seda y empezaron a confeccionar maravillosos tapices en los que representaban a diversos personajes. Pasado el tiempo, las dos habían acabado su labor. Minerva representó en su tapiz a los doce dioses del Olimpo y en cada esquina, bordó una escena en la que mostraba los castigos reservados a los seres humanos que se atrevían a desafiar a los dioses. En cambio, Aracné confeccionó un magnífico tapiz en el que se veía el mismísimo dios Júpiter, padre de Minerva y jefe de todos los dioses, convertido en una serpiente. Cuando Minerva vio que Aracné se burlaba del dios Júpiter, no pudo reprimir su ira y, cogiendo el tapiz de Aracné, lo rasgó en mil pedazos mientras decía:
Te castigaré para que, en adelante, aprendas a respetar a los dioses.
Asustada por la ira de Minerva, Aracné trató de huir entre la gente, pero la diosa la alcanzó y le dijo: Te condeno a vivir para siempre suspendida en el aire, tejiendo y tejiendo sin cesar. Y al instante, Aracné quedó convertida en una araña que, desde entonces, continúa tejiendo su tela sin parar.


                                                                                 Mito griego

Fuente

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