Radiocomunicaciones/Inicio de la radioafición


A principios del siglo veinte la proliferación de equipos de telegrafía sin hilos estimuló la imaginación y el interés de todo el mundo. Los aficionados a la experimentación comenzaron a montar transmisores y receptores utilizando cualquier material disponible. Muchos de ellos se contentaron con el montaje de aparatos receptores con los cuales podían escuchar las transmisiones comerciales. Otros mayormente los jóvenes imaginativos mostraron mayor curiosidad científica y comenzaron a transmitir en morse con lo cual, se comunicaban desde sus domicilios a poca distancia unos de otros. El alcance de estas primeras estaciones de aficionado fue aumentando gracias a las mejoras en la calidad de los equipos y a la mayor potencia de los transmisores. Entonces el día 2 de enero de 1909 se fundó el Junior Wireless Club de Nueva York. La Radioafición Asociada había nacido.

En los albores de la radio, ninguna legislación o disposición gubernamental regulaba las comunicaciones por radio por lo cual, lógica e inevitablemente surgieron los conflictos por las interferencias entre estaciones de aficionado y comerciales.

La Marina de los Estados Unidos que aceleradamente estaba equipando sus navíos con radio, tomó a su cargo los problemas administrativos y comenzó a otorgar, " certificados de aptitud en radio comunicaciones " origen de las actuales licencias.

A finales de 1910 la Marina estadounidense había otorgado unos quinientos certificados, muchos de ellos a operadores aficionados.

El número de aficionados a la radio fue aumentando y pronto sobrepasó los diez mil individuos. Los transmisores fueron alcanzando mayor potencia y pronto fueron escuchados a más de 650 km ( 400 millas ) pero, no eran todos los que podían darse esos lujos y muchos debieron contentarse con aparatos de poca potencia y alcances de unos ocho km ( 5 millas ) Para entonces ya habían aparecido las primeras tiendas de Radioaficionados en donde se podían conseguir todos los materiales y componentes básicos para la construcción de una estación de telegrafía sin hilos.

Pronto el Congreso de los EE. UU. reconoció la necesidad de reglamentar el uso de la telegrafía sin hilos pero, no fue hasta el año 1910 que se promulgó la primera ley al respecto.

Se estableció la obligatoriedad de que determinados buques transatlánticos llevasen equipos de radio pero no mencionaba para nada a los radioaficionados. Se presentaron en el Congreso ciertos proyectos de ley y que de no ser porque tuvieron votaciones contrarias, la radio afición hubiera desaparecido, pero no fue así y la radio afición experimental fue en aumento y expandiéndose por todos los Estados Unidos de América.

Finalmente en 1912 el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley que abarcaba todas las clases de radio comunicaciones. La actividad de los radioaficionados quedaba restringida a longitudes de onda inferiores a los 200 metros y a un nivel máximo de potencia de un kilovatio. Los legisladores creyeron que las longitudes de onda por debajo de los 200 metros no servían para las comunicaciones a larga distancia y que así las restricciones legales acabarían con aquella perturbadora agrupación nacional de radioaficionados.

Esta determinación gubernativa iba a resultar una mina de oro para los radioaficionados. Los refinamientos de la tecnología electrónica y la introducción del nuevo tubo de vacío de De Forest posibilitaron a los radioaficionados la construcción de equipos de onda corta capaces de ampliar el alcance de las transmisiones hasta muchos cientos de kilómetros con potencias reducidas. Se constituyeron Radio Clubs a lo largo y ancho de todo el país y los radioaficionados comenzaron a transmitir mensajes personales a otros colegas en ciudades muy distantes o a los habitantes de lugares remotos. Las radiocomunicaciones de emergencia en caso de desastres se evidenciaron como las mayores contribuciones sociales de los radioaficionados.

En 1914, se crea la American Radio Relay League con el propósito de promover el concepto de retransmisión de tráfico aficionado a través de todo el país y luego la ARRL creció rápidamente hasta convertirse en la mayor organización de radioaficionados de los Estados Unidos de América y del mundo entero.

En 1915 la ARRL editó una publicación exclusiva para los intereses de los radio aficionados denominada QST.

En esta revista se pueden encontrar artículos técnicos de sumo interés relacionados con equipos y antenas así como la solución a problemas comunes del radio aficionado, los nuevos avances en la tecnología y precios de equipos en el mercado.

Actualmente los radioaficionados contamos con libros especializados como el Hand Book, una publicación de la ARRL sobre electrónica y radio tan sofisticado, que es una de las más grandes publicaciones en este campo. Este libro es tan especial que es recomendado para estudiantes de ingeniería electrónica y sistemas de comunicación.

En él podemos encontrar todo lo necesario para montar y mantener una estación de radio, además de la explicación de todos los conceptos de la electrónica en que se basan las comunicaciones por radio, satélites, digitales ( por computadora ) y posicionamiento global. Cualquiera que pueda leer este libro no podrá menos que decir " que es una maravilla técnica " producto de los radioaficionados.

Otra publicación técnica de gran calibre lo es el libro Anntena Book con todas las explicaciones sobre antenas y líneas de transmisión.

En este libro podemos encontrar las técnicas de construcción de antenas con guías de experimentación con lo cual el radioaficionado no tendrá nunca problemas con sus equipos. Se puede encontrar en él los detalles de construcción de una antena sencilla dipolo hasta las más sofisticadas para la recepción de satélites.

Cualquiera que ingrese en el campo de la radioafición se dará pronto cuenta que ingresó a un campo de experimentación científica maravilloso y sofisticado del cual no podrá salirse nunca más.