Pisología Social de la Comunicación/N5b
1. INTRODUCCIÓN
La subjetividad es un constructo abstracto que puede ser definido como un proceso psíquico cronológico y lógico por el cual un sujeto se convierte en social a lo largo de sus experiencias vitales. La subjetividad implica un sujeto que conoce la realidad e implica distintas formas o modos cognoscitivos por el cual el sujeto aprehende de ella. La relación cognoscitiva del sujeto es, por tanto, aquello que le da forma a la realidad y la construye según sus relaciones con el entorno. Éste proceso representa la relación que existe entre la presentación del mundo y la propia representación de esta realidad, es decir, representa a un sujeto y objeto que se determinan mutuamente - recordemos que no existe ningún objeto sin un sujeto que lo construya, ni tampoco existe un sujeto sin un mundo en el cual tener razón de ser -. Que el ser humano es un ser subjetivo es innegable. Nosotras creemos en la idea de que el ser humano objetivo no existe. Algunos autores pueden decir que la creencia en lo subjetivo puede ser por una razón u otra (dependiendo del modelo teórico-filosófico que defiendan), pero lo cierto es que la mayoría está de acuerdo en afirmar que el ser humano es subjetivo. Por lo tanto, muchos de los productos de los que nos hacemos cargo, si no todos, son en su base productos subjetivos.
Para introducirnos en el tema de la subjetividad partimos de las siguientes ideas básicas, las cuales consideramos más importantes:
La subjetividad es histórica y culturalmente específica, y su producción es resultado de las prácticas discursivas.
La subjetividad es un producto cultural; como no es esencial o permanente, sino culturalmente significativa, puede dar lugar a conflictos ideológicos.
Nuestras identidades están conectadas a prácticas comunicativas.
La forma de funcionamiento del proceso que construye la subjetividad es la acción, una acción que aparentemente es intencional. Decimos aparentemente porque, como veremos más adelante, gran parte del proceso de construcción de la subjetividad está contaminado por la obsesión de poder y control social, en forma de métodos discursivos.
2. DEFINICIÓN DE SUBJETIVIDAD E INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
Si analizamos las diferentes épocas de la historia, o las diferentes culturas que han convivido en una misma época, veremos que hay diferencias significativas entre los hombres que han vivido en ellas. Estas diferencias nos permiten intuir que se producen cambios en las estructuras básicas a partir de las cuales las personas comprenden y valoran el mundo, aquello que les rodea y lo que ellos mismos son - cambios en la subjetividad -.
Las primeras ideas acerca de la subjetividad las aportó el gran pensador Descartes. Estas ideas hacen referencia a un sujeto autónomo que habla desde una supuesta neutralidad desde la que juzga la corrección de las afirmaciones epistemológicas o éticas. Sin embargo, esta idea del yo cartesiano - racional y estable - pronto es cuestionada por el pensamiento de otros autores, entre los que destacan: Nietzsche, el cual afirma que la razón es un producto histórico; Darwin, que sostiene que la razón es producto de la selección natural; el gran político, filósofo y economista Marx, que defiende la conciencia como una ilusión dentro del capitalismo; o el psicoanalista Freud, el cual cuestiona la conciencia de la acción humana por el gran peso del subconsciente.
Así pues, en los confines del siglo XX se gesta una nueva mirada de los mecanismos de producción del conocimiento, de los modos de entender su transformación e inclusive de las formas de concebir su transmisión, a la vez que se recupera la cuestión de la subjetividad como fundadora de los procesos de construcción del conocimiento que se inscriben en el orden de la cultura. Con ello nos referimos a la mirada posibilitada por las teorías de la subjetividad que nacen a principios de siglo y que introducen una ruptura con la concepción de una subjetividad humana como sustancia ya dada, para plantearla más bien en la perspectiva de su constitución reflexiva. Desde distintas perspectivas, estas visiones muestran que los procesos sociales de la modernidad presentan lazos complejos en la experiencia subjetiva.
Desde nuestro punto de vista, los distintos aportes teóricos de Freud, Lacan, y especialmente Foucault, son imprescindibles en el debate actual en materia de subjetividad. Es por ello que, a continuación, presentaremos brevemente las contribuciones de los dos primeros autores y nos extenderemos algo más en el enfoque foucaltiano, el cual, por su gran coherencia y aplicabilidad, pensamos que vale la pena analizar con más detenimiento.
2.1. Contribuciones del Psicoanálisis
Bajo la perspectiva psicoanalítica, la subjetividad no puede aislarse de la cultura ni de la vida social, ni la cultura y la sociedad pueden pensarse sin considerar los modos de subjetividad que las sostienen. La problemática teórica acerca de la subjetividad no puede pensarse sin recurrir a una noción de sujeto en donde los procesos inconscientes desempeñan un papel determinante. Tratar de desconocerlos es negar sus efectos en la vida cotidiana en la que se incluye también a la escuela, la familia, el grupo social y las instituciones en general.
El psicoanálisis critica a la psicología al desconocer la dimensión inconsciente y concebir al sujeto tan sólo como una entidad racional, volitiva y autónoma. Existirían, por tanto, algunos contenidos latentes accesibles a la conciencia, pero otros muchos reprimidos. Estos contenidos reprimidos de los que hablamos implican que la subjetividad está sujeta a fuerzas psíquicas que operan desde el inconsciente. Estas fuerzas están en contínuo conflicto debido a las siguientes estructuras:
El ello - amoral - El súperyo - hipermoral - El yo - el mediador que se esfuerza por ser moral -
Tal y como se resume en el material de la página de Wikilibro, consultada en Enero del 2006, la subjetividad se manifiesta como un mecanismo de emergencia y represión alternativa de la libido dentro de la cual la conciencia (el yo) actúa como mediador entre las exigencias de placer/destructivas y entre el sentimiento de culpa o angustia generados por el súper-yo.
En conclusión, esta perspectiva abre el interrogante acerca del sentido y la intencionalidad. El concepto de subjetividad se redimensiona y actualiza también por los profundos cambios que se han planteado en el orden social, político o económico a lo largo de la historia.
2.2. Contribuciones de Jacques Lacan
Las ideas de Jacques Lacan enfatizan la primacía del lenguaje. Para Lacan, el sujeto se constituye por medio del lenguaje y la subjetividad es el hecho de insertarse en el lenguaje simbólico en un sistema de similitudes y diferencias. Por tanto, la imagen con la que el niño se reconoce queda definida simbólicamente por medio del lenguaje.
Apoyándose inicialmente en la lingüística de Saussure, Lacan afirma que el sujeto no es originario, sino que se constituye en el discurso que lo habla; y éste último es a su vez un aparato significante que hace lazo social, de modo que el discurso es ante todo una estructura y el habla un acto para acceder a esta. Se enfatiza de esta forma el lenguaje como el espejo de la mente inconsciente e introduce el estudio del lenguaje dentro de la teoría psicoanalítica. Así pues, interpreta el trabajo de Freud en términos de lingüística estructural.
Sin embargo, la diferencia con respecto al psicoanalista Freud, es que Lacan sustituye el fenómeno subjetivo – el individuo - por aquello simbólico y discursivo – la sociedad -. El sujeto se redefine dentro del campo simbólico, recogiendo así corrientes como el análisis del discurso o el construccionismo social.
Por último, cabe destacar que, ya para Lacan, la subjetividad está relacionada con la manera en que la sociedad intenta ordenar y regular nuestros cuerpos y deseos.
2.3. Contribuciones de Michel Focault
Las contribuciones que ha realizado este autor en el campo de la subjetividad son, quizás, las más importantes e interesantes para el análisis que realizaremos al final de este trabajo. Este análisis hace referencia a un ejemplo práctico que hemos planteado sobre el poder de las prácticas discursivas de la sociedad de consumo actual. En concreto, nos interesa resaltar la noción que tiene Focault sobre los movimientos de poder y control que se dan en la organización social.
Focault es un autor importante desde que promueve, ayudado por Lacan, el paso del sujeto absoluto cartesiano a un nuevo y profundo replanteamiento que significaría descolocar al sujeto como centro y organizador del mundo y formular un saber del sujeto que no se funda en la conciencia, sino que se constituye en tanto determinación simbólica, es decir sujeto a leyes inconscientes dentro de un sistema simbólico. Focault, a lo largo de su obra, replanteó la cuestión del sujeto con el saber, con el poder y con la ética; ejes que permiten acceder a una lectura histórica de los diversos modos de subjetivación en la cultura occidental y desde los que se posibilita la comprensión de los mecanismos de producción subjetiva.
Michael Foucault ha emprendido actualmente, y siempre en el seno del mismo proyecto general, el estudio de la constitución del sujeto como objeto para si mismo. La formación de los procedimientos mediante los cuales el sujeto es conducido a observarse a si mismo, a analizarse, a descifrarse, a reconocerse como un dominio de saber posible. Se trata, en suma, de la historia de la subjetividad, si por dicha palabra se entiende la manera en que el sujeto hace la experiencia de sí en un juego de verdad en el que tiene relación consigo mismo (Florence, 1984; citado en Garay, 2001).
Para Foucault, la subjetividad es el proceso por el cual el sujeto se constituye. La subjetividad por tanto, tendrá que ver con la posibilidad de ordenar la experiencia de nuestro hacer y poder.
Para entender esta idea de Foucault, hemos de tener en cuenta la utilización que el autor hace de los términos “producción” y “verdad”. En referencia al término producción, Foucault utiliza el término en el sentido más amplio (abarca muchos conceptos) para entender los fenómenos sociales como creaciones. Por lo que respecta al concepto de verdad, se afirma que es el conocimiento producido socialmente, que está condicionado a la posición e intereses de aquellos que lo producen. Partiendo de aquí, el autor define el poder como una relación estratégica de fuerzas que se encuentra en una sociedad, y que se manifiesta en todo fenómeno social, que produce la verdad de aquella sociedad y, a través de este conocimiento, la subjetividad de sus miembros.
Tal y como Aleman, J. explica en Lacan y Foucault: el debate sobre el construccionismo, la expresión “El Poder” es el nombre filosófico con el que se designa, en esta vertiente foucaultiana, a las instancias productoras de subjetividad. Para acentuar la posición foucaultiana, diremos que estas políticas mostraran en sus actuaciones que no hay esencias humanas, que todas son el resultado de las construcciones históricas y estrategias de poder. Es importante remarcar la idea de Foucault de que el poder se ejerce y se impone a través de la producción de la verdad, no a través de la fuerza o el engaño; el poder se mantiene gracias a que produce cosas, crea verdades, es por tanto, una red productiva.
Nos gustaría comentar que Focault significó otra manera de leer la historia y de otorgar una significación distinta a los cambios históricos, donde lo que marca los cambios históricos son los propios enunciados. Referente a este punto, con el análisis del discurso introducido en esta perspectiva, se produce una importantísima ruptura con el modelo de racionalidad universal, desde el cual se imponen categorías continuistas tales como evolución, tradición, etc. para subrayar más bien la idea de discontinuidad en la historia y en la producción de subjetividad.
En este sentido, tanto los discursos de Foucault como de Lacan, aún cuando vislumbramos que poseen diferencias importantes en la trayectoria que siguen para aproximarse a la cuestión subjetiva, coinciden en cuanto a que replantean la definición clásica de sujeto. Se impugna así la tradición humanista y su idea de intencionalidad, cuestión que significaría con la lingüística moderna demostrar, como lo plantea Terán (citado en Hernández et al., 2006), que el ser humano no es el dueño soberano de su lengua, sino que es “hablado” por ella, en la medida que para producir comunicación tiene que introducirse en los desfiladeros de un código que ni ha inventado ni puede modificar.
En definitiva, estos dos autores, Freud y Lacan, hacen posible una misma subversión al concepto de sujeto de conocimiento al introducir el problema de la relación entre saber y verdad. Lacan lo hace el psicoanálisis, trayendo la cuestión del Sujeto del inconsciente como efecto del significante y articulado por el deseo. Por otra parte, Foucault lo hace planteando al sujeto histórico-político, cuya relación al saber está determinada por ciertas condiciones de posibilidad que se instauran por la vía del discurso que se construye históricamente en las relaciones de poder.
Resumiendo las ideas Foucaltianas acerca del poder, se puede afirmar que éste es el motor que crea la subjetividad en las sociedades, lo cual permite pensar en la coacción como normalidad. Las subjetividades, por tanto, son reguladas por discursos institucionales que definen lo normal y lo desviado. Los sujetos somos de esta forma productos de estrategias de poder y meras construcciones históricas.
3. EL ESTUDIO DE LAS PRÁCTICAS COMUNICATIVAS
Los teóricos de la comunicación estudian, principalmente, como el flujo comunicativo está organizado y estructurado en nuestra sociedad. Más concretamente, estos teóricos estudian el poder de visibilidad inherente a los mass media; es decir, la capacidad de los medios de comunicación de insertar en las sociedades una gran cantidad de información, en tiempo más o menos real, con el objetivo de que llegue al mayor número de ciudadanos posible.
Un ejemplo interesante dentro de estos teóricos lo representa Thompson. Este autor cree que las nuevas tecnologías posibilitan unas relaciones sociales más democráticas, pues el ejercicio del poder político se desarrolla en un espacio cada vez más visible en donde los medios masivos hacen que las acciones de los gobernantes sean ahora conocidas por el ciudadano. Es por ello que representan un interesante avance en la gestión de nueva visibilidad. Pero no es esta la única consecuencia de la expansión de los medios de comunicación. Thompson (1997) también argumenta que el desarrollo de los mass media ha transformado la dicotomía básica público/privado, así como la dimensión temporal de la vida social, creando nuevas formas de interacción social. La característica fundamental es que, con la capacidad de visibilidad que ofrecen los medios, la propiedad pública de los individuos deja de vincularse al hecho de compartir un lugar común; y por ende, surgen nuevas formas de propiedad pública. Una de estas formas de propiedad pública sería la televisión, similar a la propiedad pública tradicional basada en la co-presencia, pues permite a los individuos ver fenómenos extraídos de sus vidas cotidianas mediante la transmisión masiva a los ciudadanos, que no están físicamente presentes en el tiempo y espacio en el que ocurren los hechos.
Queda entonces claro que la consecuencia directa de estas transformaciones afecta a muchas facetas de nuestra vida, desde las experiencias personales hasta la naturaleza cambiante del poder y su visibilidad en el dominio público. (Thompson, 1997).
A pesar de la importancia de las reflexiones de Thompson y otros teóricos de la comunicación, son muy pocos los textos que se han dedicado al análisis detenido del modo de objetivación de los individuos que conforman la sociedad, y aún menos si hablamos de los individuos más excluidos de la norma social. A continuación analizaremos dos lecturas que prestan especial atención a las formas de control y poder de cuerpos y acciones de los menos poderosos. Nos estamos refiriendo a las lecturas de Rizo García (2004) y Marocco (2001). La primera de ella es la tesis doctoral que tiene por nombre Prácticas culturales y redefinición de las identidades de los inmigrantes en el Raval: aportaciones desde la comunicación. La segunda, que conformó una parte importante de nuestra exposición en clase, y en la cual nos centraremos más ampliamente, es la tesis doctoral sobre Prostitutas, jugadores, pobres y vagos en los discursos periodísticos.
3.1. Lectura: Prácticas culturales y redefinición de las identidades de los inmigrantes del Raval
La tesis doctoral de Rizo García (2004) pretende ser un aporte más a la corriente de la Comunicación Intercultural, desde el momento en el que se analiza la comunicación interpersonal en los contextos migratorios. Concretamente, esta tesis tiene como objetivo primero analizar y explicar, a través de las prácticas comunicativas, los cambios de identidad que han sufrido, y sufren, los inmigrantes residentes en un pequeño barrio marginal de Barcelona: El Raval. Este análisis comunicativo se realiza alrededor de los conceptos de identidad, ciudad e inmigración. A lo largo del texto se considera que el importante fenómeno migratorio que está sufriendo el barrio condiciona la identidad individual de la población a través del contacto comunicativo social con el entorno y la cultura urbana existente en el barrio.
A lo largo del texto se presentan diez historias temáticas, narradas oralmente en diez espacios públicos del barrio del Raval, las cuales se observaron y registraron desde una perspectiva etnográfica durante dos meses. Las técnicas de análisis aplicadas fueron el análisis argumentativo, mapas ideológicos y esquemas para el caso de las historias orales temáticas; y el análisis de dominios para las observaciones y registros etnográficos.
Del análisis cualitativo de las diez narraciones se concluye que la construcción de la identidad se realiza a través de la percepción del sí mismo frente al otro. Pero además, se confirma una vez más que el sentido de pertenencia es el principio básico para la formación de la identidad. Mientras tanto, la ciudad, en este caso el Raval, es un espacio repleto de diversidad en el cual se promueve la comunicación intercultural reguladora de relaciones sociales entre sujetos. El inmigrante sería, por tanto, una construcción social.
3.2. Lectura: Prostitutas, jugadores, pobres y vagos en los discursos
periodísticos
La investigación que se presenta a continuación es una reflexión histórica que Marocco (2002) realizó sobre el estudio de los procesos del poder y la normatividad occidental. Concretamente, esta tesis doctoral habla sobre la estigmatización, producida a través de la prensa, de las clases potencialmente peligrosas (prostitutas, vagos, pobres, jugadores, marginados o niños de la calle) donde se habla de ellas como miserables e incapaces de pensar y sentir vergüenza. Se señala la peligrosidad y negatividad inherente a estos individuos asociando su vida desgraciada con la criminalidad. En definitiva, la autora explica de qué forma el no integrado en la sociedad es configurado y presentado a través de los discursos periodísticos del s.XIX, o, tal y como afirma la misma Marocco, el modo de objetivación periodística de los individuos «sin importancia», los también denominados «hombres infames». (Marocco, 2002, pág. 9).
A lo largo del texto, se localizan 200 fragmentos de textos publicados en la prensa portoalegrense del siglo XIX, concretamente La Gazeta da Tarde y La Gazetinha, con el objetivo de reflexionar sobre el modo de objetivación de los hombres infames como forma de control social, poder coaccional y de normativización occidental. Cabe resaltar que, tal y como la misma autora explica de forma extendida, este modo de objetivación periodística es producto de la necesidad de establecer orden social. Así pues, la coacción que representa el proceso de objetivación periodística para obligar a la vida ordinaria de los individuos que contrarían la norma social burguesa a pasar al orden del discurso, permite a su vez controlarlos mejor. Se llevan de esta forma a cabo procedimientos de manipulación de los cuerpos, con el fin de ajustarlos a la página («ductilidad») y controlarlos en su prolongamiento hacia la realidad («docilidad»).
Dado que el hecho de objetivación periodística representa un capítulo en la historia universal de los mecanismos de poder mencionados por Focault, Barocco (2002) articula la perspectiva de este autor y un pensamiento construido para equiparar el análisis de la sociedad francesa al conjunto de discursos periodísticos producidos sobre Porto Alegre, un pequeño pueblo del sur de Brasil que acaba de cerrar el ciclo histórico de la esclavitud. Sin embargo, la sociedad disciplinaria no se limita a Francia o Brasil, pues se puede generalizar a cualquier modelo de sociedad urbano-industrial cuya condición fundamental sea la existencia de una organización social que se estructure en torno a la disciplina para impartir el poder. Esta disciplina es aplicada por un amplio conjunto de instituciones, entre ellos los medios de comunicación, las cuales dan apoyo a las acciones del estado para mantener el control social.
Dentro de este contexto, Foucault nos posibilita reflexionar sobre la mecánica periodística como un modo de objetivación violento que se ejerce sobre los individuos y sus acciones para transformarlos en sujetos-objetos a través de las prácticas escindientes (segregadoras), es decir, para dividirlos en el interior de sí mismos y en el interior de los otros como sujetos en el discurso. Por tanto, este proceso hace del hombre un objeto o mercancía desde el momento que el sujeto se hace objeto de discurso.
Se afirma que las prácticas periodísticas portoalegrenses presentan a pobres y delincuentes como enemigos a combatir por el resto de la sociedad a través del pensamiento orgánico, entre otros instrumentos, para demostrar su “peligrosidad”. Puesto que los hombres infames desafían las normas sociales, las leyes de familia, de fábrica o escuela, son considerados una amenaza para el orden social establecido. Sin embargo, si no hubiesen chocado con los centros de interés del poder no habrían sido jamás objeto de los discursos periodísticos. Según la comprensión de Foucault (1990a; citado por Barocco, 2002), la única posibilidad de que la vida cotidiana de estos individuos desgraciados salga a la luz a través del discurso periodístico radica en el hecho de que colisionan potencialmente con el control social y las fuentes de poder. En palabras de Marocco (2002) contrarían al poder y a su obsesión por el orden, es decir, son rescatadas de entre las existencias destinadas a no dejar rastro, transformadas en algo digno de ser narrado, porque transgreden lo que se considera “importante” en aquel entonces: la higiene, la moral burguesa, el trabajo y la familia.
Los medios de comunicación se presentan así como instrumentos de domesticación de la vida cotidiana de los pobres. Los discursos de La Gazeta da Tarde y La Gazetinha, entre otros periódicos de la época, pretendieron someter al espacio periodístico los cuerpos y acciones de estos individuos despreciables para intervenir en su movilidad social, guiándolos así hacia las fábricas y suburbios más alejados de las zonas más nobles y burguesas de Porto Alegre.
El modo de análisis del discurso histórico que utilizará Barocco en su tesis doctoral, sigue la línea que inició Focault, en el sentido que utiliza los dos elementos esenciales -el documento y el archivo- del método doble desarrollado en su obra El orden del discurso (1970). El método doble considera el registro periodístico como un monumento histórico en sí mismo, y por lo tanto su análisis ha de hacerse de forma tanto genealógica – análisis de las relaciones enunciativas – como desde el punto de vista arqueológico – análisis del valor histórico-. Respecto al archivo, cabe aclarar que es definido como el sistema de funcionamiento que permite a los enunciados subsistir, pero también modificarse de forma regular. El archivo es, en palabras de Marocco (2002), tanto el lugar de lo que puede ser dicho, como el nivel particular de la prácticas discursivas de los saberes y las instituciones que, en el presente, va a posibilitar la actualización de estos discursos como prácticas especificadas (pp.47).
Como reflexión final sobre esta tesis doctoral, nos gustaría comentar que las prácticas periodísticas del s.XIX portoalegrenses – pero no solo éstas, sino las de otros lugares del mundo y de otras épocas – reducen a los individuos objeto de discurso a lo que de ellos se dice en la prensa, transformándolos de esta forma en puros objetos verbales. Por lo tanto, podríamos concluir hasta qué punto podemos saber lo que realmente fueron, hicieron o sintieron los denominados hombres infames del s.XIX. Y más importante si cabe, ¿hasta qué punto sabemos realmente lo que son, hacen o sienten los denominados hombres infames de nuestros tiempos?
4. EL ANALISIS CRITICO DEL DISCURSO
Hemos comentado anteriormente, en referencia al comentario de la tesis doctoral de Barocco (2002), como el análisis del discurso puede aportarnos luz sobre las prácticas de control y poder ejercidas en la sociedad a través de las prácticas comunicativas. En este punto de nuestro trabajo, nos gustaría adjuntar a continuación un texto elaborado por nosotras mismas para una de las aportaciones que, durante el curso, elaboramos para nuestros compañeros de Psicología Social de la Comunicación. El texto se refiere al Análisis Crítico del Discurso, un tipo de análisis que, pensamos, es interesante exponer a lo largo de este trabajo.
Introducción
Para realizar el trabajo que se presenta a continuación nos hemos basado en las ideas de uno los fundadores más importantes del análisis crítico del discurso (ACD): el lingüista Teun A. Van Dijk. El ACD es un enfoque interdisciplinar del estudio del discurso que considera el lenguaje como una forma de práctica social (Fairclough, 1989, p. 20) y analiza como se usa el discurso para legitimar y ejercer el poder y el control social. El ACD analiza los problemas sociales como objetivo principal, porque se considera que los recursos lingüísticos y sociales son controlados por las instituciones y distribuido, por tanto, de manera desigual en nuestra sociedad.
Nos ha parecido interesante centrarnos en el concepto de manipulación porque es un fenómeno social que implica las cogniciones de los participantes y, ante todo, es un fenómeno discursivo-semiótico: la manipulación se ejerce mediante la palabra oral o escrita y los mensajes visuales. Van Dijk (2006) la define, socialmente hablando, como una forma discursiva de reproducción del poder de la élite que va en contra de los intereses de los grupos dominados y (re)produce la desigualdad social […]. La manipulación es ilegítima en una sociedad democrática porque reproduce la desigualdad: favorece los intereses de los grupos y hablantes poderosos y perjudica los intereses de hablantes y grupos menos poderosos.” (p.52-64).
Más adelante plantearemos algunos ejemplos de esta manipulación del discurso tan común en nuestra sociedad, concretamente en el ámbito publicitario y, más extensamente, en el político.
Problemas en la función primera del discurso y los enunciados
El hablante manifiesta y configura parte de su identidad como sujeto en el discurso, esto es, por la actividad comunicativa y simbólica que despliega el lenguaje. El problema surge cuando la acción de construir significados para intercambiarlos socialmente (la función primera del lenguaje) entra en crisis al ser manipulada por el poder de cualquiera de los ámbitos económico, político, mediático o académico. La comunidad es entonces llevada a una situación pasiva donde se asumen los mensajes elaborados por aquellos que habitan en el poder del discurso. Por ello, como afirma Sánchez Corral (2004), “llegamos a vivir la ilusión referencial de que tenemos el privilegio de elegir nosotros las mercancías materiales y culturales que consumimos”, pero no es así porque los actos del lenguaje son actos performativos. Esto es, los enunciados no solamente informan sino que también hacen algo produciendo una conducta en aquellas personas que participan en el proceso comunicativo. Esta conducta implica la estructura y el orden social porque el lenguaje es controlado por la estructura social y la estructura social es mantenida y transmitida a través del lenguaje […] haciéndose el orden social a través de los textos y discursos (Halliday, 1978, pp. 70).
Un ejemplo del ámbito publicitario
Centrándonos en el área de la publicidad, los discursos de la sociedad de consumo y el márketing permiten que los objetos vayan perdiendo su valor como tales para convertirse en significados sociales de poder y prestigio. En el caso que se expone a continuación Sánchez Corral (2004) intenta explicar qué es lo que queremos decir cuando hablamos del secuestro de la significación.
El discurso de “transformamos el baloncesto en arte” le arrebata los valores sémicos culturales al discurso parodiado: San Hermenegildo ha sido sustituido por el jugador de baloncesto, y el crucifijo por el balón. Y es que una de las tendencias más acusadas de la publicidad contemporánea consiste en fagocitar las connotaciones positivas de ciertos discursos socialmente prestigiosos, con la doble finalidad pragmática de contagiar semánticamente, por una parte, al producto por la vía de la sinécdoque y, por otra parte, al consumidor por vía de la metáfora: yo ya no soy yo, yo soy la imagen de marca que consumo al consumir los signos del discurso.” (p. 3).
La manipulación del discurso político
Como se ha comentado anteriormente, las élites simbólicas que tienen acceso preferencial al discurso público manipulan la comunidad a favor de sus propios intereses. Puesto que el acceso y el control del discurso público dependen del poder de un grupo de élite (instituciones, políticos…) y también los constituyen, el discurso público es al mismo tiempo un medio de reproducción social de ese poder.
Los ejemplos más claros de este abuso de poder lo representan los políticos y medios de comunicación por medio de la influencia discursiva. El discurso manipulativo se da cuando el receptor no puede comprender las intenciones reales del comunicador, y, especialmente, cuando el receptor carece de conocimiento específico sobre el tema en cuestión. Un ejemplo claro sería la forma en que los ciudadanos culpan a los inmigrantes (no al gobierno) del estado económico del país y la alta tasa de criminalidad, todo ello derivado de los perjuicios sutilmente introducidos en la información que nos llega desde el gobierno y lo mass media (Van Dijk, 1993). Está claro que si los gobiernos quieren eliminar la inmigración tratan de modificar las representaciones sociales de los ciudadanos (Van Dijk, 1993). Por ejemplo, asociando la inmigración con delincuencia y otros temores como lo hizo ex Primer Ministro del gobierno de Aznar.
Manipular discursivamente resulta imprescindible para preservar los intereses del gobierno en casos tan trágicos como el suceso del 11S o el ataque del 11M tres años después. Respecto a éste último, el entonces presidente del gobierno, José María Aznar, trató de manipular a los medios de comunicación para preservar un modelo mental en los ciudadanos acorde con su política anti-ETA. Además, se intentó omitir la información referente a los costos reales de la guerra, el número de muertos o la naturaleza del “daño colateral”. No es sorprendente que coincidamos con la opinión de Van Dijk de que el hecho de ocultar información (bien omitiéndola, bien presentándola en términos incomprensibles para los ciudadanos) es la clave para que no podamos resistir a la manipulación, porque los ciudadanos no tenemos suficiente contra-argumentos como para resistir el discurso manipulativo.
Nos gustaría concluir este texto con una cita de Van Dijk en la presentación de su trabajo Discurso, Poder y Cognición Social (1994): A través de un estudio del discurso, se puede lograr comprender los recursos de manipulación y de dominación utilizados por las elites, pues éstas son las que tienen un control específico sobre el discurso público. Es un poder que permite controlar los actos de los demás, define quién puede hablar, sobre qué y cuándo. Considero que el poder de las élites es un poder discursivo, pues a través de la comunicación se produce lo que se denomina una manufacturación del consenso: se trata de un control discursivo de los actos lingüísticos por medio de la persuasión, la manera más moderna y última de ejercer el poder. Los actos son intenciones y controlando las intenciones se controlan a su vez los actos. Existe entonces un control mental a través del discurso. Es muy interesante llegar a la conclusión de que los actos de la gente, en general, son actos discursivos. (p.12).
5. REFLEXIÓN PRACTICA SOBRE LA BELLEZA
A continuación se presenta una exposición a modo de reflexión, tanto personal como teórica, de un fenómeno social que aparece cada vez más comúnmente en nuestra sociedad. Nos referimos al discurso de poder sobre la belleza que arroja cada vez con más fuerza la sociedad de consumo, a través de sus prácticas publicitarias y, en general, a través de los mass media. El objetivo de estas prácticas publicitarias son los jóvenes y personas de mediana edad, y aunque sabemos que el sexo femenino no es la única víctima de este discurso de poder, hemos decidido centrarnos en las mujeres porque consideramos que desde hace muchas décadas han sido el principal punto de mira de la sociedad de consumo en lo que respecta al ideal de belleza. Hemos decidido seleccionar este tema por las graves consecuencias que implica en las personas, especialmente para los jóvenes, este tipo de discursos subjetivos sobre el ideal de belleza de la sociedad occidental actual.
Comenzaremos esta reflexión formulándonos la siguiente pregunta:
5.1. Si el poder produce Subjetividad, la modula y la apremia...¿Cómo crear nuevas formas de Subjetividad?
Desde nuestro punto de vista, la respuesta a esta pregunta son los movimientos revolucionarios. A continuación nos adentramos en la visión foucaltiana para responder a esta pregunta:
La piedra fundamental de la teoría foucaltiana es la tesis de que no existe una instancia puntual del poder. El poder no es una institución ni una estructura, o cierta fuerza con la que están investidas determinadas personas; es el nombre dado a una compleja relación estratégica en una sociedad dada (Foucault, 1978, p. 93). En otro texto había sido más directo: El poder en el sentido sustantivo no existe ... La idea de que hay algo situado en - o emanado de - un punto dado, y que ese algo es un poder, me parece que se basa en un análisis equivocado ... En realidad el poder significa relaciones, una red más o menos organizada, jerarquizada, coordinada. (Foucault, 1980, p. 198). El estatuto ontológico del poder no es el de un “ente objeto”, sino el de un complejo sistema de relaciones. El poder es relación de fuerzas. Por lo tanto, no surge después que se ha estructurado el todo social, sino que es elemento de su conformación. Desde el poder se construye a la sociedad. No es una camisa de fuerza que se le impone a la sociedad para regular lo que esta produce, sino que desde el principio sociedad y poder interactúan, produciéndose uno al otro. Por lo tanto, todo fenómeno social, toda relación social, es vehículo y expresión del poder. Este no radica en exclusiva en un sector (en este caso, el de los aparatos institucionales públicos, o Estado), sino que existe una multiplicidad de centros, de vectores de fuerza; los aparatos son sólo puntos de especial densidad, pero en modo alguno espacios en los que se confine el poder.
El poder se ejerce no tanto por el engaño, el ocultamiento, el secreto, como por la producción del saber, de la verdad, y la organización de los discursos, en tanto instancias que articulan la sociedad. “Lo que hace que el poder se sostenga, que sea aceptado, es sencillamente que no pesa sólo como potencia que dice no, sino que cala de hecho, produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; hay que considerarlo como una red productiva que pasa a través de todo el cuerpo social en lugar de como una instancia negativa que tiene por función reprimir” (Foucault 1981 : 137). El ejercicio del poder consiste en “conducir conductas”, en disponer el campo de alternativas probables de acción presentadas al individuo; es algo más que prohibir: es “gobernar”; es decir, estar en capacidad de estructurar el campo de acción eventual de los otros. El verdadero poder se caracteriza por su capacidad de “inducir”, de encauzar las conductas en una dirección que, lejos de vulnerar su reproducción, se convierta en condición de esta. Lo esencial es este condicionamiento de un marco determinado de posibilidades de acción. Fue en este sentido que Foucault habló de un poder “pastoral”, que logra ejercer una labor de conducción espiritual de los individuos, porque establece y fija las estructuras y canales sociales de producción de la subjetividad humana. O sea, un “régimen de verdad”. La construcción de la subjetividad no es un proceso libre, espontáneo. Mediante la intervención de estructuras de socialización creadas desde el poder, se logra que el despliegue conductual del individuo se convierta en prolongación de esquemas impositivos.
Foucault parte de la base de que existen dos esferas donde se consolidan las prácticas, cada una de ellas tiene sus propios mecanismos de legitimación, actúan como "centros" de poder y elaboran su discurso y su legitimación.
Una de dichas esferas está constituida por la ciencia, la otra por el contrario está conformada por todos los demás elementos que pueden definirse como integrantes de la cultura. Lo ideológico, las diferenciaciones de género, las prácticas discriminatorias, las normas y los criterios de normalidad, están dentro de esta segunda esfera. Tanto una como otra con una referencia notoria a un tiempo y un espacio determinado.
En medio de las dos esferas referidas queda una zona intermedia que es donde la cultura puede desprenderse de sus códigos primarios y mostrar lo consolidado como un "posible" entre otros. Utilizando la genealogía como sistema, Foucault llega a la conclusión de que la instauración de la sociedad moderna supuso una transformación sustantiva en la consagración de nuevos instrumentos a través de los cuales canalizar el poder. De manera paralela se construyó un conjunto extenso de discursos que confirieron fuerza y capacidad de expandirse a esas nuevas formas de poder. Este ya no se basa como en el pasado en la fuerza y su legitimación religiosa.
El hombre, en su actual dimensión es una creación reciente, el poder debe materializarse a través de diferentes formas de disciplinamiento. Es necesario que pase a formar parte del propio ser de cada individuo. Al decir de Paulo Freire el mismo debe alojarse en la cabeza del dominado y a considerar como natural lo que desde el nacimiento se le está imponiendo.
Para alcanzar esta meta debe estructurarse una retícula de poderes entrecruzados que van conformando en su tránsito a los individuos. "El poder tiene que ser analizado como algo que circula, o más bien, como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allí, no está nunca en las manos de algunos, no es un atributo como la riqueza o un bien. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes no sólo circulan los individuos, sino que además están siempre en situación de sufrir o de ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consintiente del poder ni son siempre los elementos de conexión. En otros términos, transita transversalmente, no está quieto en los individuos".
Desde el momento que es una forma histórica de relación de los individuos y dado que consiste en una red intrincada tiene la facultad de definir el cuerpo social. Así mientras Marx dividía la historia de la sociedad de acuerdo al modo de producción dominante, en Foucault, tal división debería efectuarse a partir de series particulares, de acuerdo a las características que asumen las relaciones de poder existentes. Con la particularidad de que cada uno de los períodos no se encadena a los demás sobre una línea de evolución sino que es una serie independiente de la que no puede deducirse otra cosa que su propio carácter de tal.
Según la comprensión de Foucault, no habría ninguna posibilidad de que las minorías saliesen de la sombra si no colisionasen con el poder. Consiguen salir a la luz y ser vistas, gracias a su rebeldía y lucha contra lo que se no es establecido como invariable, por los entes de poder superiores. Al contrariar al poder lo que consiguen es una transgresión de las normas, de lo que es considerado “canónico”. Es dicha confrontación con el poder lo que las hace visibles para el resto de la sociedad y a la vez las hace ser consideradas por esta.
5.2. La Revolución Feminista
En el Antiguo Régimen la desigualdad jurídica de los miembros de la sociedad era la norma. Nobles y clérigos gozaban de privilegios (exención fiscal, monopolio de los altos cargos públicos, leyes y tribunales especiales) vedados a la gran mayoría de la población (el tercer estado o estado llano). La ausencia de derechos políticos (voto) y libertades (expresión, reunión, religión) era otra característica clave del Antiguo Régimen.
En el caso de las mujeres, la mitad de la población, a todo lo anterior se le debía unir su función social circunscrita a lo doméstico, a las labores de la casa, de la procreación y del cuidado de los hijos; y su subordinación legal al hombre, padre o esposo.
La Revolución Francesa (1789) y las demás revoluciones liberal-burguesas plantearon como objetivo central la consecución de la igualdad jurídica y de las libertades y derechos políticos.
Pronto surgió la gran contradicción que marcó la lucha del primer feminismo: las libertades, los derechos y la igualdad jurídica que habían sido las grandes conquistas de las revoluciones liberales no afectaron a la mujer. Los "Derechos del Hombre y del Ciudadano" que proclamaba la revolución francesa se referían en exclusiva al "hombre" no al conjunto de los seres humanos. A partir de aquel momento, en Europa Occidental y Norteamérica se inició un movimiento, el feminismo, que luchó por la igualdad de la mujer y su liberación. Durante ese período, el principal objetivo del movimiento de las mujeres fue la consecución del derecho de voto. Nacía así el movimiento sufragista.
La independencia económica adquirida por las mujeres y la elevación de sus niveles educativos coadyuvaron de manera decisiva a la ampliación del apoyo social de los movimientos en pro de la igualdad de los derechos de la mujer, nacidos en los lustros finales del siglo XIX y representados paradigmáticamente por las sufragistas. De hecho, el movimiento de la mujer que cristaliza en los años sesenta representa un cambio cualitativo respecto del discurso, el eco y apoyo social de los movimientos sufragistas. El movimiento feminista actúa en un doble plano: la demanda de la igualdad entre los sexos, mediante modificaciones en el orden jurídico y político que hagan factible dicha igualdad, a través de las campañas en favor del divorcio, del derecho de aborto, de la igualdad de salarios, la no discriminación por razones de sexo..., que desembocarán en los ochenta en la reivindicación de políticas de discriminación positiva -establecimiento de cuotas para las mujeres en todos los planos de la vida social destinadas a corregir en la práctica la tradicional discriminación de la mujer, progresivamente eliminada en el orden jurídico; de otro lado, el discurso feminista, al desarrollar una crítica global a la sociedad patriarcal se dirige desde la reivindicación de la autonomía e independencia de las mujeres a la defensa de nuevos valores asociados a la feminidad para plantear un cambio sustantivo en las formas de organización y relación social.
"El feminismo ha sido, como movimiento social, una de las manifestaciones históricas más significativas de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es decir, el sufragismo, haya sido uno de sus ejes más importantes, no puede equipararse sufragismo y feminismo. Este último tiene una base reivindicativa muy amplia que, a veces, contempla el voto, pero que, en otras ocasiones, también exige demandas sociales como la eliminación de la discriminación civil para las mujeres casadas o el acceso a la educación, al trabajo remunerado (...)" (Nash y Tavera, 1995).
Entre los muchos derechos que se le asignan a la mujer desde el movimiento feminista se encuentra el que afirma que tienen derecho a la sexualidad, al control de su cuerpo y a decidir libremente sobre su maternidad.
5.3. Sin embargo… ¿Es esta liberación de la mujer, y especialmente de su cuerpo, una ilusión?
La mujer sigue siendo esclava de la sociedad de consumo que le exige estar siempre “bella” en cualquier ámbito social. Aún cuando sabemos que el canon de belleza está claramente determinado por la subjetividad de los discursos institucionales de cada sociedad.
La sociedad actual dicta cánones de belleza que martirizan a la mujer, bajan su autoestima y le causan una serie de frustraciones y grandes dolencias como la anorexia o la bulimia. Un porcentaje muy alto de mujeres y niñas desarrollan una baja autoestima a causa de frustraciones sobre su aspecto, lo cual les impide alcanzar sus metas y desarrollar todo su potencial a lo largo de su vida. El actual perfil de belleza es el de una mujer occidental. Rubia, alta, delgada, de piel blanca, óvalo perfecto, labios voluptuosos y ojos almendrados, suman puntos si la joven posee una gran seguridad en sí misma y autoridad al mismo tiempo que se muestra vulnerable.
El concepto de belleza es tan amplio que no está sujeto ni a la perfección ni a los retoques artificiales ni a la dictadura de la publicidad y de los medios de comunicación. Ej. En el siglo XX hemos tenido breves períodos en los que estuvieron de moda los senos pequeños: uno de ellos fue la década del ´20, y otro fue el de las postrimerías de la década del ´60, cuando se impuso la moda unisex al amparo del modelo de Twiggy. En estos dos períodos las mujeres estuvieron interesadas en asimilarse al hombre en su vida profesional y económica, y dado que los senos aparecen como un rasgo tan marcado de feminidad, trataron de ocultarlos.
El papel de la mujer en la sociedad ha cambiado considerablemente a lo largo de los años. En la era anterior a la Guerra Mundial y por algún tiempo después, las mujeres fueron consideradas como amas de casa y madres; su función era cuidar de la casa y el hogar, limpiar, cocinar y criar hijos. Los tiempos han cambiado y conforme las mujeres se fueron haciendo una posición en el mundo, demandaron iguales oportunidades que los hombres y se les abrieron más perspectivas profesionales. Así es que hoy encontramos mujeres independientes, amas de casa, profesionales, etc. Y un número importante que no sólo siguen una carrera exigente, sino que además conducen un hogar y crían una joven familia con la responsabilidad correspondiente. Es por esto que nos planteamos hasta que punto realmente lo que el movimiento feminista reclamaba como derechos de las mujeres, nos han liberado, o por el contrario nos ha hecho ser aún más esclavas de nosotras mismas, teniendo que estar siempre preparadas para cualquier situación con un aspecto impecable.
6. LA EPIDEMIA DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO: LA ANOREXIA Y LA BULIMIA
Parece que tanto la anorexia como la bulimia son especialmente frecuentes desde los años 80, en la cultura de los países desarrollados. Los medios de comunicación tienen mucho que ver con todo esto: constantemente nos llueven mensajes acerca de lo que constituye ser una persona atractiva y de éxito, especialmente dirigidos a las chicas. La belleza física aparece siempre asociada al éxito social y profesional. Las revistas, los programas de televisión o las películas nos ofrecen abundantes modelos de cuerpo “ideal”.
6.1. La anorexia como movimiento de resistencia?
Desde nuestro punto de vista, es una opción bien respetable considerar la propuesta de la anorexia como un movimiento de resistencia u oposicionamiento a la sociedad actual y su ideología dominante. La anorexia y la bulimia podrían ser catalogadas, desde esta perspectiva pro-anorexia o pro-bulímica, como una opción de vida “empowering” -lo cual significa estimulante o fortaleciente para la persona-. Cabe destacar, que, como se ha comentado anteriormente, la sociedad es la que dicta la norma y los cánones a seguir con respecto al peso y las dietas, y todo lo que exceda de esos límites, como el hecho de seguir un estilo de vida “ana” – anoréxico- es actualmente catalogado como anormal. Hemos de mencionar que mucha gente opina que las personas que deciden ir en contra de la norma con respecto a la dieta –como es el caso de las anoréxicas o bulímicas- no deberían ser por ello catalogadas como enfermas, sino que más bien, la etiqueta de enfermedad debería ser puesta tan solo en el momento en el que la persona siente un importante malestar y sufrimiento personal.
Sin embargo, consideramos oportuno destacar a la vez que la anorexia y la bulimia son enfermedades consideradas Trastornos de la Conducta alimentaria (TCA) por el ámbito sanitario. La atención de los medios de comunicación de masas a este problema y la difusión que de estos trastornos se ha hecho, no se debe tanto al número de casos contabilizados, como al colectivo de edad en el que surge y las características graves de la enfermedad. Esta gravedad proviene de su cronicidad y fundamentalmente de la alta mortalidad que provoca en el caso de la anorexia.
El incremento de estos trastornos ha generado una alarma social por cuanto los especialistas han demostrado el componente social de estas enfermedades. Su carácter epidémico y su propagación a través de los medios de comunicación y más concretamente por las imágenes, le agregan un carácter incontrolable desde el sector sanitario, y por tanto nos alertan en la necesidad de intervenir con políticas sociales. Estos trastornos de la conducta alimentaria tienen una frecuencia diez veces mayor entre las mujeres, manteniéndose esta proporción para todos los países y permaneciendo igual en los últimos años. Los resultados del Cuestionario de Influencia del Modelo Estético Corporal de Toro, Salamero y Martínez confirman, para el conjunto de la población española, una diferenciación entre los grupos de sexo. Las mujeres presentaban una auto-percepción de su silueta mayor de la deseable como ideal; en cambio los hombres valoraban como atractivas un prototipo de silueta femenina más gruesa que las elegidas por las mujeres (ellas se veían más gruesas de lo que querían estar y ellos las preferían más llenitas).
Se culpa a los medios de comunicación de masas y a los modelos de extrema delgadez que propugnan como ideal de belleza. Un ideal de belleza representado por las top-models, mujeres cuyas proporciones, peso y estatura son una excepción estadística. Cuerpos que no representan la media poblacional. Ideales imposibles. Es este sector, la moda como fenómeno social, combinado con la publicidad, los que han cambiado el significado de la delgadez. La delgadez se ha convertido en símbolo imprescindible asociado a la independencia y al éxito profesional y social.
La imagen corporal que estos enfermos tienen de sí mismos no es una imagen erróneamente elaborada, algo fijo, equivocado. Es más bien una idea imprecisa, realmente no tienen una imagen corporal. Su actitud es por tanto, de rechazo a una imagen inexistente. Se ven siempre gordas, aún cuando están famélicas. Es un enfermo dispuesto a la auto-lesión, porque nunca consigue estar como quiere estar. Las experiencias realizadas a fin de modificar la auto-imagen, demuestran que no tienen ningún problema fisiológico en sus órganos de percepción, ahora bien, si tienen un conocimiento incorrecto de su imagen. Si bien es cierto que por ejemplo el alcohol es una causa de mortalidad mucho más frecuente y catastrófica cuando se une a la conducción, no creemos que esto deba justificar que la anorexia y la bulimia no sean enfermedades. En cierto modo el abuso de sustancias y su adicción son consideradas también enfermedades, aunque una de las diferencias radica en la influencia que tienen los medios de comunicación en cuanto a la proyección de dichas enfermedades.
6.2. Las pasarelas: el discurso de la belleza
Son muchas las colectividades que se han revindicado en contra de los desfiles de moda. En la pasarela Cibeles de este año hemos podido observar como niñas de entre 17 y 20 años desfilaban con unos cuerpos que dejaban al descubierto una delgadez muy inusual, que no da muestras de un organismo saludable.
Mª Carmen González coordinadora de general de ADANER, La Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia realizó el siguiente manifiesto en nombre de su asociación:
A pesar de evidencias establecidas por muchos medios de comunicación y confesiones de varias de las modelos, el escándalo ha intentado ser ocultado por muchos de los organizadores y diseñadores de la pasarela, con el fin de no verse perjudicados por la realidad, la cual les podría generar muchas pérdidas importantes (ADANER, 2005)
7. EL DISCURSO DE PODER DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO OCCIDENTAL
La moda es un caldo de cultivo muy efectivo para enfermedades de la conducta alimentaria. Vivimos en una sociedad donde se glorifica la extrema delgadez. Donde estar gordo es sinónimo de fracaso, de persona vulgar. Y en cambio estar delgado se asocia con el éxito y la felicidad. Existe un miedo y un terror no sólo a estar gordo, sino incuso a ser normal. Porque ser normal está por debajo de los cánones de belleza exigidos por la moda.
Necesitamos una renovación de nuestros valores y de nuestras conductas. Necesitamos, sobre todo, definir lo atractivo con parámetros más amplios, para que la mayoría de las personas, y no sólo una pequeñísima parte, pueda sentirse bien con su apariencia personal. No podemos asociar el cumplimiento de un canon de belleza impuesto al éxito en la vida. En este sentido, las medidas que desde el mundo de la política o de la salud se están tomando son insuficientes para neutralizar los mensajes que nos inundan desde la sociedad de consumo, con el único fin de adquirir poder sobre nosotros y, sobretodo poder económico.
Lo queramos admitir o no, vivimos en una sociedad de culto al cuerpo y de consumo, donde las posibles consecuencias de unos anuncios de estilos de vida y de imagen corporal no son tenidas en cuenta de una manera adecuada por los centros de poder que controlan toda esta industria de productos que nos “harán ser espectaculares”, ante los ojos de los demás y estar mucho más contentos con nosotros mismos. Con todo esto se ve evidenciada la real intención de los centros de poder, conseguir poder económico a costa de la salud y bienestar de las personas. Por esto debemos modificar, como ya hemos comentado con anterioridad, nuestros valores y conductas, mirar más por nuestra salud y bienestar y no por intentar ser lo que no somos.
8. CONCLUSIONES
Al comienzo de este trabajo, describíamos la subjetividad como el producto cultural que se refiere al proceso psíquico cronológico y lógico por el cual un sujeto se convierte en tal, desde los primeros años de su vida. Destacamos la afirmación de que nuestras identidades están conectadas a prácticas comunicativas, y, por tanto, la subjetividad es un producto histórico y culturalmente específico, pues su producción es resultado de las prácticas discursivas de los individuos.
De todo ello se desprende que la subjetividad no puede ser entendida como una entidad abstracta ni un simple reflejo de la dimensión social; sería más bien un entrelazado entre el individuo y las prácticas comunicativas de los individuos, pues el lenguaje estructura la identidad del sujeto, pero también el sujeto mismo, desde su singularidad, incide sobre la manera en que percibe su mundo y se vincula con sus semejantes, las instituciones o lo real. El concepto de subjetividad ha de ser entendido como un lazo social donde lo “externo” y lo “interno” se hallan intrincados y en interdependencia continua. Debido a que esta interdependencia se da mediante las prácticas comunicativas de los individuos en la sociedad, el lenguaje es la condición necesaria y el sustento de la subjetivación, de la constitución psíquica y del modo en que los sujetos representan su mundo. No se trata pues, de un individuo que se ha formado únicamente a través del psiquismo cognitivo, ni tampoco del ente humano creado sólo desde lo social. Se trata de un complejo indisociable de lo psíquico y lo social: una historia generada a través del lenguaje y en la que la sociedad impone formas de ser y comportarse del individuo, de donde emerge el sujeto, normalizado o marginado, como ente privado y público a la vez.
Estas formas de ser y comportarse del individuo que impone cada sociedad de la que se es miembro se refieren a la normalización necesaria e inherente en toda sociedad civilizada. Esta normalización se instaura a partir de las prácticas comunicativas necesarias para ejercer el poder y control social que se han ido comentando a lo largo de nuestro trabajo. Los instrumentos más potentes para este fin son, como se ha explicado, los medios de comunicación. El poder y el control social ejercido en los medios de comunicación mediante la manipulación de los cuerpos de los sujetos, de sus actividades y de sus vidas cotidianas, serían pues una de las mayores fuentes de creación de subjetividad. El poder crea subjetividad que permite pensar en la coacción como normalidad, y todos aquellos que estén fuera de estos límites de normalidad serán objetivo de los discursos de poder.
En conclusión, las subjetividades son reguladas por discursos de poder, discursos institucionales que definen lo normal y lo desviado. Los sujetos somos productos de estrategias de poder y construcciones históricas. Sin embargo, y desde nuestro punto de vista, el poder no se debería ejercer mediante el engaño o la manipulación de la información, tal y como está sucediendo cada vez más a menudo en los medios de comunicación de sociedad actual. El poder debería ser ejercido mediante la producción de saber y verdad para ser realmente legítimo.
A este respecto, y relacionado con nuestra aplicación práctica del discurso de poder sobre la belleza, cabe señalar que de esta forma evitaríamos que los sujetos que están configurándose como individuos y como seres sociales - especialmente los jóvenes - estén sometidos a las influencias de poder más despóticas y engañosas, como puede ser la sociedad de consumo y la publicidad manipulativa. Formas de poder que instauran en el individuo una telerealidad que es parcialmente ilusoria y, que también, favorecen una idea reduccionista del ser humano; reduccionista porque se les limita a unos roles carentes de valores como el respeto, la solidaridad o la integridad de la persona.
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CONTRIBUCIONES
Guida Rubio Faus Grup 10 Andrea Gambús, Gabriel LagaL, Marisa Piedra Grupo 50