Petróleo/Historia/Hasta mitad del siglo XX

El petróleo de 1900 a 1945

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Arabia entra en escena

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A mediados de los 20, un tal Frank Holmes obtuvo concesiones para buscar petróleo en Bahrein. Marchó a EEUU (en Gran Bretaña no tuvo suerte) para conseguir financiación, y en 1927 la Gulf Oil se interesó. Pero en 1928 la Gulf pasó a ser parte del consorcio estadounidense que se unió a la Turkish Petroleum Company, por lo que pasó a ser integrante de la “Línea Roja”, y Bahrein entraba dentro de la zona. Así que las concesiones las adquirió la Socal (la Standard de California), que estaba muy necesitada de suministros extranjeros al igual que la Gulf. Aunque no en grandes cantidades, apareció petróleo, finalmente, en aquel pequeño país.

Arabia Saudíta tomaba su nombre de la familia gobernante. Su monarca, Ibn Saud, era descendiente de los antiguos reyes, que habían sido depuestos y habían vuelto al poder varias veces. De hecho, Saud conquistó gran parte de la Península de Arabia hasta conformar su Estado. El gobierno atravesaba por problemas financieros, por lo que decidió dar concesiones, dado el éxito de Bahrein. Tras negociar con Socal y la Anglo-Persian, finalmente fue la californiana quien obtuvo la concesión. El pago vino a aliviar en gran medida las ahogadas arcas reales. Después de esto, Kuwait pensó también en el petróleo.

La economía del pequeño país se basaba en la exportación de perlas, pero la aparición de perlas artificiales puso en peligro al país. El petróleo se vio como una nueva fuente de ingresos. Nuevamente, Gran Bretaña pensó que sólo una compañía británica debía obtener la concesión, para mantener la influencia inglesa. Pero de nuevo consideró estratégico involucrar a EEUU en la estabilidad de la zona. La Gulf y la Anglo Persian se enzarzaron en una lucha por la concesión que les hizo subir más y más sus ofertas. Finalmente, formaron una compañía a medias para explotar el petróleo que encontraran. El acuerdo definitivo llegó en diciembre de 1934.

Socal, por su parte, seguía sus exploraciones en Arabia. Pero a pesar de sus numerosas inversiones no obtenía petróleo. A esto se le unió el problema de que carecía de una red de comercialización potente, por lo que era una incógnita a dónde destinaría la producción, si es que alguna vez llegaba a obtenerla. Por ello, unió sus activos en el extranjero con Texaco, que disponía de la red de comercialización en Oriente y África, pero no de petróleo propio. El petróleo apareció en Kuwait en febrero de 1938, tras señales prometedoras durante los años anteriores. Sin embargo, en Arabia la ingente inversión de Socal no obtenía fruto. De hecho, en noviembre de 1937 estuvo a punto de desmantelar todas sus inversiones. Pero el petróleo apareció un mes después que en Kuwait. La familia real saudí había entrado en la senda que los llevaría a una inmensa riqueza.

Al calor de la extracción, el resto de compañías se lanzó sobre Arabia. No sólo la Iraq Petroleum Company (nuevo nombre de la antigua Turkish) sino también japoneses y alemanes, que querían asegurarse el suministro de petróleo. Sin embargo, en virtud de los acuerdo Socal realizó sus derechos preferenciales y obtuvo en 1939 un aumento de su concesión a todo el país. Comenzó a extender sus pozos, y en 1940 la producción llegó a 20000 barriles al día. Pero la II Guerra Mundial alcanzó la zona, y Socal abandonó los pozos de Bahrain y Arabia.

La Guerra desde el Petróleo

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(Para ampliar información, véase también: w:Segunda Guerra Mundial

Japón

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Japón había sido un colaborador de Gran Bretaña y EEUU tras la I Guerra Mundial. Solucionados sus problemas tras el conflicto ruso-japonés, se estaba convirtiendo en una gran potencia económica. Sin embargo, tenía una fuerte dependencia exterior de materias primas (al igual que hoy en día).

Tras unos años pacíficos, las cosas empezaron a cambiar en 1931. Ese año, comenzó el conflicto con China respecto a Manchuria. A partir de ese momento, Japón empezó a creer en una esfera de influencia asiática, que creía que le pertenecía por motivos históricos; una esfera de co-prosperidad, en la que Japón sería el país líder. Y para ello no ignoró las posibilidades militares. El conflicto de Manchuria se mantuvo, pero no fue hasta 1937 cuando comenzó la guerra de forma efectiva contra China.

Japón estaba decidido a llevar a cabo una política de expansión por Asia. Esto comenzó a preocupar a EEUU y Gran Bretaña, que sin embargo no querían provocar a los japoneses, debido a la tensión que se estaba acumulando en Europa Occidental por la presión alemana. Por ello, se sugirió tomar simples medidas económicas como un embargo, pero finalmente EEUU se retractó, para no empeorar las relaciones. Para mediados de 1940, Alemania ya había invadido buena parte de Europa Occidental, y las potencias coloniales estaban sometidas, a excepción de Gran Bretaña. Esto facilitaba el camino para el avance japonés por el Sudeste Asiático. En septiembre, y tras la invasión de Indochina, EEUU prohibió la exportación de petróleo y sus derivados a Japón.

El petróleo, por aquel entonces, no era la fuente principal de energía de la economía japonesa, sino que lo era el carbón. Sin embargo, la cuestión fundamental era que el ejército, la marina y la aviación consumían petróleo, por lo que en caso de guerra era un elemento estratégico fundamental. Cuando en el gobierno japonés se planteaba la posibilidad de una guerra frente a EEUU, el problema era siempre el mismo: EEUU era un país rico en recursos naturales, al contrario que Japón. Éste importaba además la inmensa mayoría de su petróleo, fundamental en caso de guerra, del propio EEUU. En consecuencia, si la guerra se prolongaba durante mucho tiempo, las posibilidades de victoria eran nulas.

Por ello era tan importante la conquista de Indochina. En Sumatra había importantes recursos petrolíferos (aquellos que 40 años atrás había comenzado a explotar la Royal Dutch, y que aún seguían en funcionamiento, y además en mucha mayor escala), a parte de que la zona era rica en multitud de recursos, lo que era fundamental para Japón.

Aunque la guerra avanzaba en la zona, EEUU disminuyó la intensidad del embargo de petróleo. La cuestión era que la guerra se extendía por Europa, y tener que luchar en dos sitios distintos era muy complicado. Por ello, se pretendía evitar la confrontación a toda costa.

A mediados de julio de 1941, las invasiones japonesas obligaron al embargo. La confrontación se veía cada vez más cercana. De hecho, los partidarios de la guerra hacía ya un par de años que estaban gobernando Japón, y la preparación se hizo de manera minuciosa. El embargo, además, impulsó aún más a los japoneses a ir en busca de los campos petrolíferos del Sudeste Asiático. Esto supondría atacar a Gran Bretaña, y en la práctica entrar en guerra con EEUU. Por ello, y para asegurarse el control del Pacífico, el 7 de diciembre lanzaron un ataque por sorpresa contra la marina estadounidense, que estaba casi en su totalidad atracada en la bahía de Pearl Harbor. Algo muy similar había comenzado la guerra ruso-japonesa de 1905, cuando atacaron por sorpresa a la marina rusa en Port Arthur. Pero esto se había considerado fuera del alcance japonés, por lo que no era una posibilidad tenida en cuenta.

El ataque a Pearl Harbor hundió a una parte importante de la Marina, pero ignoró los depósitos de combustible que había en Hawaii. Si los hubieran destruido, además habrían conseguido inmovilizar a las tropas americanas durante varios meses. Pero gracias a esto se pudo comenzar la respuesta.

Eliminando a gran parte de la marina, los japoneses creyeron asegurarse unas rutas seguras para transportar petróleo y recursos a sus islas.

El cumplir con sus objetivos creó una gran euforia en Japón. El Sudeste Asiático estaba bajo su poder, habían accedido a recursos naturales en grandes cantidades, y habían eliminado a su gran rival en la lucha por el control del Pacífico.

En junio de 1942 los japoneses planearon dar otro duro golpe a los estadounidenses en la isla de Midway. Además, eso ayudaría a reforzar su perímetro de defensa. Pero EEUU, que conocía los códigos de comunicación japoneses, se preparó mejor para el ataque e infringió una severa derrota a la marina imperial.

Aunque los holandeses y americanos destruyeron sus pozos asiáticos antes de que fueran conquistados por los japoneses, estos los pusieron pronto a funcionar. Además, encontraron otro pozo, de grandes dimensiones, que estaba a punto de empezar a utilizar Caltex (la filial de Socal y Texaco). El problema de producir petróleo estaba solucionado.

Pero apareció un problema que los japoneses no habían tenido en cuenta: los submarinos. Éstos se dedicaron continuamente a destruir los petroleros japoneses, por lo que no sirvió de nada disponer de campos de producción de petróleo. La escasez de combustible obligó a la Marina japonesa a replegarse y dividirse, y a partir de entonces gozó de una movilidad muy inferior. Además, la aviación estaba también casi exhausta, y sólo se podía permitir realizar unos pocos vuelos a la semana. Esto fue uno de los motivos de forzar la aparición de los kamikazes, pilotos suicidas que estrellaban sus aviones contra objetivos. Esto tenía además una finalidad práctica (a parte del “gran servicio al Imperio” que prestaban), y era que aquellos aviones sólo necesitaban la mitad de combustible en sus depósitos, porque no iban a regresar.

La escasez de petróleo fue indispensable para el avance estadounidense, que isla a isla fue reconquistando el Pacífico. Aunque Japón se había quedado sin recursos, siguió luchando a la desesperada. El uso de kamikazes fue en aumento, e incluso entre los gobernantes se llegó a decir que todo Japón se convertiría en un kamikaze antes que rendirse. Pero las bombas atómicas de Hirosima (6 de agosto) y Nagasaki (el 9), unido a la declaración de guerra de la Unión soviética el día 8, con la conquista de Manchuria, obligaron a Japón a capitular el 14 de agosto.

Alemania

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El problema alemán cara a la guerra era similar al japonés. Bien es cierto que Alemania poseía grandes cantidades de carbón y acero, pero el petróleo era su punto débil. Pero tenían una solución, o al menos una parte: I. G. Farben. I. G. Farben era una compañía química que estaba investigando la producción de combustibles sintéticos, por un método conocido como hidrogenación, a partir del carbón. Era un procedimiento caro, y con pocas posibilidades de competir en el mercado con el petróleo. Pero a finales de los 20, y con el fin de potenciar su desarrollo, el gobierno alemán puso un arancel a las importaciones. Con la llegada de Hitler y el Partido Nacionalsocialista al poder, se consideró la investigación de I. G. Farben prioritaria para el desarrollo del país, por lo que se subió aún más el arancel al petróleo.

La compañía empezó a colaborar estrechamente con los nazis, que la impulsaron con fuerza para poder asegurarse un combustible fundamental en caso de guerra. Hitler comprendió la importancia del transporte en el mundo moderno, y comenzó a motorizar Alemania, construyendo por todo el país autovías. Pero los combustibles sintéticos encontraron más dificultades de las esperadas. Su producción era costosa, y requería de grandes cantidades de recursos y personal. Sin embargo, se construyeron progresivamente más factorías, inmensas, obras maestras de la ingeniería. Cuando en 1939 comenzó la guerra funcionaban 14, y para 1940 la producción era de 72000 barriles al día, el 46% de las necesidades de petróleo.

Otra gran parte del petróleo nazi provenía de Ploesti, los campos petrolíferos de Rumanía. Además, merced a un acuerdo con Rusia, ésta le suministraba también crudo. A finales de 1940, con su estrategia de guerras “relámpago” (las blitzkrieg), Alemania se había apoderado de gran parte de Europa Occidental, con una estrategia consistente en grandes despliegues de hombres y armamento en un momento y espacios concretos, que lograban conquistar rápidamente los territorios. Así se había apoderado ya de Polonia, Países Bajos, Francia, Yugoslavia y Grecia. Y por el mismo procedimiento invadieron, finalmente, Rusia, con la intención de alcanzar el Cáucaso y con él los ricos yacimientos petrolíferos de Grozny y Bacú. Lograrlo suponía tener acceso a todo el combustible necesario para la guerra y, además, negárselo a Rusia. Pero el frente alemán era demasiado grande, y no había posibilidad de distribuir eficientemente el combustible ni los alimentos necesarios para el avance.

Las tropas alemanas se quedaron estancadas en el Cáucaso y en otros puntos, como Stalingrado. Otro punto estratégico de la lucha era el norte de África. Allí, las tropas de Rommel habían ido conquistándolo todo con los panzer (las unidades de tanques alemanas) y los Afrika Korps.

Sin embargo, su espectacular avance se vio frenado ya en julio de 1941 por la escasez de combustible. Cuando lo obtuvieron de nuevo en grandes cantidades, a finales de 1941, los ejércitos de Rommel lanzaron otra brutal ofensiva, y en una semana avanzaron más de 500 kilómetros. Siguieron hasta El Alamein, a unos 100 de Alejandría, donde se vieron obligados a detenerse por la escasez de combustible. Si lo hubieran tenido, habrían seguido posiblemente hasta las cercanías del Canal de Suez. Pero las tropas de Rommel vieron imposibilitado su avance al carecer de gasolina. Además, habían llegado tan lejos que las líneas de suministro tardaban demasiado en abastecerles.

Por septiembre de 1942 intentó lanzar una nueva ofensiva, pero mucho más tímida por las limitaciones de combustible, por lo que fue repelida. A partir de entonces, y a pesar de las constantes demandas de suministros, el ejército del norte de África no era abastecido. Principalmente, porque Alemania había conquistado una zona demasiado grande y no podía suministrar suficiente carburante para sostener todos los frentes.

En octubre se vieron obligados a retroceder por la falta de carburante, y Rommel fue retirado de la dirección en marzo del 1943. Rommel dejó consignado en su diario, durante la batalla d El Alamein, lo que sería la clave de las guerras modernas: “Los hombres más valientes nada pueden hacer sin armas, las armas nada pueden hacer si no tienen mucha munición, y ni las armas ni la munición pueden utilizarse en una guerra móvil a menos que los vehículos tengan el suficiente carburante para llevarlas de un lado a otro”.

A mediados de 1943 el ejército alemán había sido derrotado en Rusia y en el norte de África, así que el acceso a los pozos de Bacú ya no era posible. En consecuencia, los nazis comenzaron a reorganizar la economía para volver a aumentar la producción de combustibles sintéticos. Ese año la producción alcanzaba 124000 barriles diarios. La producción aumentó tanto gracias a la ampliación de las factorías de la I. G. Farben, que en colaboración con el gobierno comenzó a utilizar a esclavos como trabajadores, junto a los contratados. De hecho, una de las mayores factorías estaba en Auschwitz.

En mayo de 1944 los objetivos de los bombarderos aliados cambiaron. Hasta entonces habían estado atacando diversos objetivos, más o menos indiscriminados. A partir de entonces, se atacó de forma masiva y sistemática las factorías de producción de combustible sintético. Además, como eran grandes fábricas ofrecían blancos claros para los bombarderos. Aunque Alemania se recompuso de la primera oleada de bombardeos sobre sus fábricas, la reconstrucción frenética de éstas les permitió seguir produciendo durante un tiempo. Finalmente, y tras la conquista rusa de los campos de Ploesti, la carencia de combustible empezó a ahogar al ejército alemán.

La producción de aviones, por ejemplo, era muy alta, pero no podían despegar porque no se producía suficiente combustible. Para otoño de 1944, la invasión de Normandía ya se había extendido a diversas zonas. Entonces los alemanes comenzaron la Batalla de las Ardenas, su último intento por lanzar un contraataque que les permitiera subsistir.

El factor sorpresa les ayudó a penetrar en las líneas aliadas, pero las tropas de refuerzo necesarias para consolidar las posiciones no pudieron llegar porque no había combustible para transportarlas. Una unidad estuvo a punto de alcanzar los depósitos de combustible aliados, lo que le podría haber permitido al ejército alemán expulsarlos del territorio. Las defensas aliadas estaban desorientadas y eran muy escasas en la zona.

En un intento desesperado por salvar la situación, vertieron unas cuantas latas de gasolina y les prendieron fuego. Como no sabían que detrás estaban los mayores depósitos de combustible de Europa, la brigada alemana siguió avanzando en otra dirección, hasta que se quedó sin combustible. Ese giro decidió la guerra. A comienzos de 1945 la guerra estaba sentenciada.

La escasez de combustible fue decisiva. En su retirada de las Ardenas, los alemanes recibieron órdenes de transportar sus vehículos con animales, y sólo usar la gasolina durante las batallas. El acceso al petróleo se había confirmado como algo fundamental al largo plazo.

Los Aliados

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Ante el ascenso nazi durante la década de los 30, el gobierno inglés fue preparando con las compañías (Shell, Anglo-Persian y la filial británica de Jersey) cómo debería afrontar el sector del petróleo una posible guerra. Debido a la dependencia de las fuentes externas se habló de la posibilidad de producir combustibles sintéticos, pero se descartó por su alto coste, y dado que dos de las mayores petroleras mundiales eran inglesas, se confió en sus suministros (y en los estadounidenses). Sin embargo, un problema apareció cuando Henry Deterding empezó a simpatizar con los nazis y con su líder, Hitler. Esto se vio impulsado por el firme rechazo que tenían de los bolcheviques, en lo que coincidía con ellos plenamente. Pero fue apartado de la dirección de la Shell en 1936 y pasó a ser un personaje sin importancia.

Cuando comenzó la guerra, Churchill fue llamado de nuevo a ocupar el almirantazgo, y posteriormente asumió el puesto de Primer Ministro. Como ya había intuido en la I Guerra Mundial, consideró al petróleo como decisivo y procedió a la integración de las compañías británicas, que durante la guerra operaron como un monopolio.

Tras la invasión de Francia por los Alemanes, como medida de precaución se preparó la destrucción de las reservas de petróleo de la costa sur de Inglaterra, así como también se abandonaron las gasolineras, manteniéndose sólo las estrictamente necesarias. En 1940 la invasión alemana a las islas era más que una posibilidad.

Por su parte, en EEUU se decidió abastecer sin reservas a los británicos a finales de 1940. Para ello, en marzo del 41 el presidente Roosevelt empezó a “prestar” combustible y petroleros a cambio de “pagos futuros”, debido a la escasez de divisas de la economía británica. En mayo nombró a Harold Ickes coordinador del petróleo.

Ickes había organizado ya las restricciones de mediados de los treinta, por lo que sabía bien como funcionaba el sector. Aunque la industria desconfiaba de él, supo dirigir a los distintos grupos de forma que aumentaran la producción. Sin embargo, y aunque empezó a organizarse el envío masivo de envíos hacia el Reino Unido, los submarinos alemanes los destruían continuamente, por lo que era muy difícil hacerlos llegar.

La situación se volvió desesperada en julio, pero no se podía hacer público el problema, para que los alemanes ignoraran lo fundamental que eran para Gran Bretaña aquellos envíos. Por ello, Ickes propagó que había una “carestía” de combustible, para frenar la demanda interna mediante el ahorro, y enviar más excedentes al Reino Unido. A esto se unió el aumento de patrulleras en la zona, lo que permitió a los petroleros llegar a las islas. Así, se salvó la situación, y como volvió a aparecer petróleo en el mercado, Ickes fue muy criticado por haber anunciado una carestía “falsa”. Sin embargo, tras Pearl Harbor Alemania declaró la guerra a EEUU y sus submarinos empezaron a atacar en aguas estadounidense, creando de nuevo numerosas bajas en los petroleros.

Durante todo 1942 los alemanes mejoraron sus armas submarinas, y atacaron continuamente los envíos de petróleo. Para diciembre la situación era casi desesperada en Gran Bretaña. En marzo de 1943, y cuando los alemanes estaban a punto de cortar el contacto aliado, Estados Unidos descifró los códigos de los mensajes enemigos, potenció la defensa de los convoyes y adelantos tecnológicos mejoraron los radares. Además, entraron en juego aviones de largo alcance que atacaban a los submarinos y protegían los convoyes. Esto obligó a los alemanes a retirarse, y el ansiado petróleo pudo llegar a Gran Bretaña con un mínimo de seguridad. La tecnología del petróleo también supuso un avance decisivo.

La Shell había desarrollado una gasolina especial de 100 octanos, lo que proporcionaba a los aliados una ventaja en forma de velocidad y potencia frente a los aviones enemigos, que utilizaban de 87 octanos. Esta diferencia permitió a las Fuerzas Aéreas Británicas repeler a la Luftwaffe en condiciones ventajosas. Finalmente, tras ahogar a los alemanes, los aliados desembarcaron en Normandía, pero vieron impedidos sus movimientos temporalmente por la carencia de suministros de combustible. Éste no llegó hasta julio del mismo año (1944), y entonces los aliados rompieron con fuerza las líneas alemanas y avanzaron con velocidad. Las tropas que más avanzaron fueron las del mítico Patton, que aprovechando la confusión se quedaron a las puertas de Alemania a la espera de recibir combustible. Pero éste era escaso, y prefirió destinarse a la conquista de Amberes, de forma que los aliados tuvieran una sólida posición defensiva. Cuando llegó el combustible al ejército de Patton ya era demasiado tarde, y los alemanes habían recompuesto su defensa, por lo que pudieron repeler el ataque. Por ello, los rusos fueron quienes finalmente conquistaron Berlín.

Según dicen los expertos, si el combustible se hubiera destinado a las unidades de Patton, habrían podido los aliados conquistar Alemania, evitando así que la esfera de influencia de la Unión soviética llegara hasta la misma Europa Occidental. Pero no fue así, y a partir de entonces se inauguró la Guerra Fría.

La II Guerra Mundial demostró, de forma mucho más fuerte que la primera, lo fundamental de los suministros de petróleo para las economías modernas. La guerra fue un continuo luchar contra la escasez de combustible, y el factor que finalmente la decantaría del bando aliado. Y además, aquella guerra inauguró una nueva etapa de la economía capitalista en la que ésta haría a toda la Tierra dependiente del petróleo. El oro negro.

Bibliografía

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  • Yergin, Daniel (1992): “La Historia del Petróleo”. Traducción de Aparicio Aldazábal, María Elena. Ed. Plaza & Janes, Barcelona.