Petróleo/Historia/Comienzos del siglo XX

Problemas y oportunidades a comienzos del siglo XX

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El cambio de siglo consolidó el uso de la electricidad como medio de iluminación, lo que supuso un grave problema para el sector del petróleo. De hecho, el uso que se había hecho hasta entonces era fundamentalmente de queroseno para iluminación. Esto ponía en peligro todo el negocio.

Sin embargo, y a la par que la electricidad iba avanzando, también se iba imponiendo el motor de combustión interna como medio de transporte. Y este usaba gasolina como combustible. La gasolina, hasta entonces, había sido un producto de deshecho derivado del refino para queroseno. Sin embargo, a lo largo de las primeras décadas del siglo, terminaría imponiéndose como el principal derivado del petróleo.

También se irían encontrando nuevas fuentes de petróleo. Una de las más importantes, sin duda, fue la colina de Spindletop.

Situada en el Sudeste de Texas, el hallazgo de petróleo en la zona fue casual. Sin embargo, se produjo en grandes cantidades, contribuyendo al desarrollo económico de la zona. Pero de nuevo hicieron acto de presencia la acción especulativa, y en unos pocos meses se habían instalado ya 214 pozos. El suministro era tan intenso, que a mediados del verano de 1901 el petróleo bajó a 3 centavos de dólar el barril (para hacernos una idea, el vaso de agua se cobraba a 5 centavos). Las riendas principales de la explotación las había tomado James Guffey, el principal explorador de petróleo, y su compañía, la Gulf. Pero la producción era demasiado grande, y muy difícil encontrar mercados para ella. Sin embargo, encontró un cliente al otro lado del Atlántico. La Shell aprovechó la oportunidad para introducirse en el mercado estadounidense. Pero lo que se conoció como “el contrato del siglo” se vino a bajo cuando en 1902 empezó a descender la producción de la zona.

fue fundada en 1850, y fue adquiriendo concesiones a lo largo de los primeros años. De Spindletop también apareció la Texaco, nacida de las concesiones poseídas por Joseph Cullinam, un directivo de la Standard que se marchó a probar suerte. La compañía estuvo a punto de fusionarse con la Gulf, pero al final esto tampoco llegó a buen término.

A pesar de esta explosión de compañías, éstas parecían simplemente pequeños anexos que poco podían hacer frente a la Standard. Sin embargo, la inundación del mercado internacional de petróleo ruso, y la creciente producción texana, que no podía ser controlada, empezó a ser un quebradero de cabeza para los planes de control absoluto de la Standard Oil.

Lucha contra la Standard Oil

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La Standard Oil tenía a una gran parte de la opinión pública en su contra. El secretismo que caracterizaba a la compañía no ayudaba a mejorar esto. De hecho, aunque Rockefeller se retiró de su dirección en 1897, la mayor parte de la sociedad norteamericana siguió creyendo que era él quien estaba al frente de la compañía. Por aquel entonces le sucedió John Archbold.

Ida Tarbell fue la periodista que descubriría los entresijos de la compañía, publicándolo luego en una serie de artículos en la revista McClure, bajo el título de “La Historia de la Standard Oil” . Ida Tarbell se ganó poco a poco la confianza de un directivo de la compañía a través de amigos comunes, lo que le permitió entrevistar a diversos altos cargos. Además, accedió a parte de los archivos. Con ello, publicó una serie de artículos, a partir de noviembre de 1904, en los que dibujó las artimañas que había usado la Standard a lo largo de más de 30 años para obtener su privilegiada situación. Al año siguiente, publicó también una biografía terrible de Rockefeller, en la que lo representaba como un hombre sin escrúpulos, preocupado tan solo de ganar más y más dinero.

El clamor popular en contra de los trust era tremendo, y cuando Roosevelt subió al poder en 1901, tuvo como uno de sus lemas acabar con la explotación de esos grandes conglomerados. Tras largos procesos, en 1909, un juez dictaminó la disolución de la Standard Oil, dividiéndola en otras compañías: la mayor, la Standard Oil de New Jersey (que mucho más tarde se llamaría Exxon); la Standard Oil de Nueva York (Mobil); Standard Oil de California (Chevron); Standard Oil de Ohio (Sohio, que se convertiría en la rama americana de BP); Standard Oil de Indiana (Amoco); Continental Oil (Conoco); y Atlantic, que terminó siendo absorbida pos Sun.

En un principio fue un duro golpe para los dueños. Sin embargo, la competencia entre las nuevas empresas (aunque en ningún momento fue encarnizada) contribuyó a que aumentaran sus inversiones, lo que provocó notables avances tecnológicos. Así, la Standard de Indiana desarrolló un nuevo proceso de obtención de gasolina, lo que le produjo grandes beneficios. El conjunto de empresas creció mucho más de lo que lo había hecho la Standard independiente, y los antiguos dueños, que también lo eran de las nuevas compañías, se hicieron mucho más ricos tras la separación. J. D. Rockefeller, unos años después de la separación, había doblado su fortuna.

Fusión Royal Dutch-Shell

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Marcus Samuel, el líder de la Shell, necesitaba a finales del XIX más petróleo. Su capacidad comercializadora era grande, pero el petróleo ruso obtenido de los Rothschild no era suficiente. Intentó diversas exploraciones en el Lejano Oriente, pero con reducido éxito. Por ello, cuando la Royal Dutch atravesó problemas financieros, intentó su adquisición. Sin embargo, no fructificó. Deterding, nuevo director de la empresa holandesa, la sacó adelante y la hizo crecer. Marcus Samuel, por su lado, descuidó algo sus negocios para centrarse en su carrera política, lo que propició que finalmente llevaran a cabo una fusión, pero en la que la Royal tenía más importancia.

Había nacido así un gran grupo internacional, a la altura de la Standard de New Jersey, la Royal Dutch-Shell, que estaría dirigida por Deterding. Este hombre tenía una impresionante capacidad de trabajo, y dirigió acertadamente la compañía durante las décadas siguientes. A continuación, el nuevo grupo se introdujo en EEUU, y en 1911 comenzó negociaciones para adquirir todo el negocio petrolero de los Rothschild en Rusia. Tras las agitaciones del país de 1905, los franceses eran menos reacios a la venta, que finalmente se llevó a cabo.

Aparición de Persia

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El hallazgo de petróleo en Persia fue en 1903. Fue el Sha de aquel país quien buscó capitalistas dispuestos a encontrar petróleo, debido a los problemas que atravesaba su Hacienda. Sin embargo, los problemas fueron numerosos debido a la oposición de las tribus locales y a las pésimas infraestructuras. Sin embargo, y aunque los capitalistas iniciales estuvieron a punto de abandonar, el hecho de que fuera una zona estratégica para el Reino Unido, hizo que éste impulsara la creación de una compañía dispuesta a hacer frente a las prospecciones. Pero los progresos fueron muy lentos, y tras una revolución popular (en 1905, que destituyó al Sha) estuvo a punto de irse al traste. La compañía que lo respaldaba (Burmah Oil, con la finalidad de obtener petróleo para su mercado indio) llegó incluso a ordenar que se detuvieran las prospecciones, debido a que era ya 1908 y los resultados eran demasiado pobres para la inversión que se veía obligada a realizar.

Pero en el último lugar donde iniciaron las prospecciones (en 1906), en Masjid-i-Suleiman, iba a parecer petróleo en mayo de 1908, unas semanas antes de que llegara la carta ordenando la desmantelación de las exploraciones; un inmenso pozo emergente apareció.

Se constituyó para la explotación una nueva compañía, la Anglo-Persian Oil Company, y la fiebre del petróleo se extendió con ella por el Reino Unido. Y el gobierno británico se aseguró con ella un suministro más o menos fiable de petróleo.

En 1912 llegó a un acuerdo con la Asiatic, la rama comercial de Royal Dutch-Shell en Asia, lo que le permitió encontrar salida a su elevada producción de crudo. Sin embargo, la compañía se vio pronto en dificultades financieras.

Y la ayuda financiera le llegó del “capitalista” más extraño: el Estado Británico, que adquirió en 1914 el 51% de las acciones siguiendo los consejos de Winston Churchill. Esto no tenía precedentes en la historia británica, con excepción de la compra de parte del Canal de Suez medio siglo antes. Y al igual que en el caso del Canal, la adquisición se hizo por motivos de alto valor estratégico. Churchill había impulsado la conversión de la Marina naval de usar carbón al uso del petróleo. Esto había creado conflictos, ya que si bien el Reino Unido estaba excepcionalmente dotado de carbón, no era así con el petróleo. Y esto era un problema para una situación de guerra.

Sin embargo, las ventajas de usar el petróleo como combustible eran muy importantes, ya que podía aportar mayor velocidad y potencia, necesitando menos espacio para ser almacenado, y menos gente para manejarlo. En un contexto como el que se estaba viviendo, en el que Alemania también estaba desarrollando su Marina, tener las naves más avanzadas tecnológicamente era fundamental para la seguridad nacional.

Y el problema de los recursos de petróleo se solucionó con la adquisición de la Anglo-Persian. Para ello, se adujo que el suministro de la Royal Dutch-Shell podía no ser seguro, dada la importancia holandesa en su capital, y la cercanía de esta nación a Alemania. Con el apoyo del gobierno inglés, y con un mercado seguro como era la Marina, la Anglo-Persian vio asegurado su desarrollo, y se convirtió en una de las compañías petroleras más potentes. Salvo por un problema que iba a hacer saltar todas las estructuras: había comenzado la I Guerra Mundial.

La Primera Guerra Mundial

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(Para más información sobre el contexto histórico, véase w:Primera Guerra Mundial)

Para la industria petrolera, la Primera Guerra Mundial supuso la consolidación del motor de combustión interna. El uso de éste y la disponibilidad de petróleo fueron decisivos para decantar la guerra del lado aliado. Además, durante la guerra se perfeccionaron y potenciaron los distintos medios de transporte: así, la aviación se hizo segura durante esos años; y se aumentó el parque móvil. La fuerza británica que llegó a Francia en 1914 contaba con 827 vehículos a motor; para el final de la guerra, eran ya 23000. En la carrera por el suministro, la Anglo-Persian se volcó con el gobierno, aduciendo el patriotismo, y señalando que la Royal Dutch-Shell sólo buscaba su beneficio, haciendo negocios con los dos gobiernos. Esto no era cierto, y de hecho la Shell prestó una gran ayuda durante la guerra.

A pesar de esto, y debido al crecimiento exponencial de la necesidad de combustible, muy pronto hubo escasez de petróleo, que se comprometieron a suministrar las compañías estadounidenses. De hecho, esta fue la ventaja definitiva, ya que los alemanes se quedaron sin suministro de combustible, y cuando accedieron a los campos rumanos, estos habían sido destruidos por fuerzas británicas. Además, no eran suficientemente importantes, por lo que intentaron negociar con los bolcheviques, recién instalados en el gobierno ruso. Sin embargo, y ante el desconcierto, las tropas turcas fueron hacia Bacú, pero los británicos, partiendo desde Persia, controlaron la zona. El no poder acceder, finalmente, a esos suministros determinó en gran medida el final de la guerra.

Llegada de la industria a Oriente Medio

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Calouste Gulbenkian es conocido por la fundación que lleva su nombre, y que se dedica a fomentar el arte. Por 1912 era un conocido millonario armenio, muy introvertido, que había ideado la creación de una compañía en el Imperio Turco, la Turkish Petroleum Company, auspiciada por el Deutsche Bank y la Royal Dutch-Shell, así como un banco turco. El objetivo era conseguir concesiones petrolíferas dentro del territorio turco. Tras la guerra, la compañía fue repartida entre la Royal Dutch-Shell, la Anglo-Persian y un conjunto de capitalistas franceses, la Compagnie Française des Pétroles, con lo que Francia se aseguraba un 25% del crudo de Mesopotamia. Por entonces las dos compañías británicas intentaron su fusión, pero sin éxito; en parte, debido a la oposición de la Marina.

En EEUU, por su parte, el aumento del número de vehículos fue sorprendente, pasando de 1,8 a 9,2 millones entre 1914 y 1922. Esto produjo una creciente escasez de petróleo, lo que fijó la vista de las compañías en Medio Oriente.

El gobierno inglés en un principio lo rechazó, ya que prefería reservar el petróleo de la zona para su mercado. Sin embargo, al poco tiempo consideró que inversiones norteamericanas comprometerían a esa nación en la estabilidad de la zona. Por ello, accedió a que entraran en el pacto de la Turkish. Las negociaciones las llevó Walter Teagle, el nuevo presidente de la Standard Oil de Nueva Jersey. Duraron años, y las primeras perforaciones no comenzaron hasta 1927. Poco después empezó a encontrarse petróleo en grandes cantidades, siendo aquellas unas de las zonas más ricas. El acuerdo finalmente llegó en 1928, y por él se repartían el petróleo las dos compañías inglesas, el grupo francés y el consorcio de compañías estadounidense a partes iguales. Además, se comprometieron a no trabajar por separado, sino bajo los auspicios de la Turkish Petroleum Company, dentro de una zona. Según se cuenta, esta zona la delimitó Gulbenkian, al trazar una línea roja sobre un mapa del Medio Oriente, y señalar: “Este es el Imperio Turco que yo conocí”, siguiendo la concesión que había obtenido unos quince años antes.

Peligro de escasez y aparición de nuevas fuentes

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En EEUU, con la extensión del automóvil, comenzaron a aparecer las gasolineras. Estuvieron impulsadas por las grandes petroleras, que controlaban así también la comercialización al por menor de su producto. Además, comenzaron a suministrar a través de ellas diversos productos como lubricantes. Fue en esta época cuando se definieron los símbolos de las distintas compañías, y cuando empezaron a crear su imagen corporativa. Algo muy distinto al ocultismo que había caracterizado a la Standard Oil durante su existencia.

Simultáneamente, en EEUU empezaron a preocuparse por la posible escasez de suministros. Si bien eran el primer productor mundial con diferencia, durante la guerra se vieron obligados a racionar el consumo de gasolina. La posibilidad de que los pozos acabaran extinguiéndose era, por tanto, algo de capital importancia.

Además, un escándalo de corrupción asoló el país. Unas reservas que se había quedado el Estado fueron dadas en explotación a algunos conocidos del gobierno. El escándalo duró un par de años, y puso al sector petrolero de nuevo bajo sospecha.

Los problemas se multiplicaban. Pero en 1923 se encontró petróleo en grandes cantidades también en el Estado de en California, que pasó a convertirse rápidamente en el primer producto del país. En 1926 se produjo otro gran descubrimiento en Oklahoma. La oferta comenzó a superar ampliamente la demanda, y los problemas de superproducción comenzaron a aparecer. El antiguo monopolio se había convertido en un oligopolio de empresas integradas muy fuertes que competían entre ellas y contra las nuevas compañías nacidas unas décadas atrás (Texaco, Gulf) o frente al gigante europeo Shell, que se extendía con rapidez por el continente. La dura competencia se mantuvo a pesar de los primeros indicios de sobreproducción. Pero el sistema recibiría otro golpe de gracia: en 1929 comenzaba la mayor crisis de la historia capitalista.

México, Venezuela y Rusia

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México

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Entrados en los años 20 la producción de México estaba controlada por dos compañías “nuevas”: la Pan American Petroleum y la Mexican Eagle. Su presidente, el inglés sir Weetman Pearson fue el pionero. En 1910, dos años después de comenzar las investigaciones, halló lo que se convirtió rápidamente en el mayor pozo del mundo, produciendo 110000 barriles al día. Las prospecciones fueron creciendo apoyadas, además, en la espectacular calidad del petróleo mexicano, que hizo que ya en 1913 se utilizara incluso en los ferrocarriles rusos (desplazando, en parte, al propio petróleo ruso, ya de por sí barato). En 1921 México produjo 193 millones de barriles, lo que le convirtió en el segundo mayor productor mundial (pero, para dar una idea rápida, esa producción lo situaría como el productor número 30 en 1997).

En ese periodo, sin embargo, se había producido la revolución mexicana. La Shell adquirió la Eagle en 1918, un año después de un cambio en la legislación. Tras la Revolución, el nuevo gobierno estableció la propiedad nacional sobre el subsuelo, pasando las compañías a ser “concesionarias” de su explotación. Esto trajo cambios significativos respecto a la propiedad del petróleo, que tendría profundas consecuencias en el comportamiento de la industria a partir de entonces. Además, los pozos comenzaron a empeorar.

Venezuela

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En este contexto, apareció Venezuela como objetivo de las grandes compañías. El país estaba gobernado por el general Juan Vicente Gómez. Éste usaba Venezuela como una finca particular, ocupándose tan sólo de obtener lo máximo posible del país. Por ello, mantenía tanto la delincuencia como la oposición política bajo un severísimo control.

La explotación del petróleo venezolano corrió a cargo, primero, de la Royal Dutch-Shell (que diversificaba su imperio mundial) y la Pan American, adquirida en 1925 por la Standard de Indiana. A su vez, ésta vendió sus activos extranjeros a la Standard de Jersey en 1932. Venezuela pasó de producir 1,4 millones de barriles en 1921 a 137 millones en 1929, lo que le colocaba como segundo mayor productor mundial. Casi toda su producción se destinaba a EEUU, y el petróleo llegó a representar el 76% de los ingresos por exportación del país.

En Rusia, por su parte, el triunfo de la revolución bolchevique había creado una gran inseguridad para las compañías petroleras. Sin embargo, la sensación era que el nuevo gobierno no duraría mucho, y con esa idea, y aprovechando la baja valoración, la Jersey adquirió los activos de los Nobel, lo que le proporcionó el 40% de la capacidad de refinería y el 60% del mercado ruso. Sin embargo, las propiedades fueron expropiadas.

El gobierno de Lenin se vio obligado a negociar con los capitalistas, dado que necesitaba de la inversión extranjera para modernizar el país, y de la venta de petróleo para obtener divisas. En 1923 la producción rusa volvía a entrar con fuerza en los mercados mundiales, después de unos años casi desaparecida. Era un petróleo muy barato y en grandes cantidades, lo que puso a las compañías expropiadas en el dilema de adquirir el petróleo que estaban obteniendo en sus propias concesiones expropiadas, ya que era más barato que el que ellas producían. Para luchar contra esto, la Shell y la Jersey formaron un frente con el fin de negar la entrada a los mercados al crudo ruso. Sin embargo, otras compañías lo adquirieron, lo que las ponía en desventaja. La Shell lanzó una guerra de precios alrededor del mundo contra dichas compañías, y una feroz campaña pública para mostrar que las compañías que adquirían petróleo ruso estaban comprando petróleo “robado” a unos ladrones.

Nuevos descubrimientos y desplome de precios

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En EEUU, durante los felices 20 abundaron las estafas en torno al petróleo. Falsos promotores prometían beneficios espectaculares a los particulares, si invertían en prospecciones que finalmente no existían. Aunque también había quien creía que iba a encontrar un gran pozo. Obtenía inversiones de pequeños ahorradores y luego no obtenía nada.

Uno de estos promotores era un tal Dad Joiner. Fue a un pequeño pueblo perdido de East Texas, y tras unos meses, sus prospecciones dieron petróleo. En una zona que los geólogos habían descartado, casi por intuición fue encontrada la mayor reserva petrolera de EEUU. A principios de 1931, cuando todo el país estaba sumido en la Gran Depresión, el East Texas gozaba de una prosperidad exuberante.

La producción era tan brutal que las grandes compañías esperaban que la presión de los pozos caería muy pronto. Pero no fue así. La producción aumentó increíblemente, y esto dejó los precios muy por debajo del coste de producción. Los intentos por controlar la oferta no tenían éxito. Cuando se pedía un recorte voluntario con el fin de sostener los precios, se producía incluso más. En agosto de 1931, la producción de East Texas estaba por encima de un millón de barriles diarios: más de la mitad de la producción estadounidense.

Las continuas llamadas del Estado a una moderación de la producción eran continuamente desoídas. Los productores independientes aspiraban a su sueño de hacerse millonarios, y pro eso se negaban a recortar su producción. Finalmente, se declaró el East Texas en “estado de insurrección”. Antes de finales de 1931, la Guardia Nacional y los Texas Rangers paralizaron la producción de los pozos. Aunque la industria necesitaba de un precio de alrededor de un dólar el barril, al menos se consiguió que pasase de ocho a trece centavos.

A partir de entonces las llamadas a la moderación de la producción fueron seguidas a rajatabla. En abril de 1932 los precios habían alcanzado ya el dólar por barril. Aunque esa dirección de la producción fue declarada ilegal en un primer momento, se formularon leyes para permitirla.

Sin embargo, empezó a aparecer petróleo ilegal, y a superar el límite de los estados. Los precios volvieron a caer a 10 centavos. A veces, el petróleo ilegal se vendía incluso a dos centavos el barril. La desesperación invadió a la industria, que era incapaz de sostener unos precios aceptables.

Pero entonces (1933) llegó a la Presidencia Franklin Roosevelt, y el Nuevo Programa empezó a tirar de las empresas. El mercado del petróleo se consideró fundamental para el desarrollo de la nación, y empezó a coordinarse la producción entre los distintos estados. En septiembre de 1933 se marcó el objetivo de reducir la producción a 300000 barriles diarios. El sistema fue ganando adeptos. Pero en 1935 fue declarado ilegal. Así que se sustituyó por unas “recomendaciones” del gobierno federal acerca de cómo debía ser la producción de cada Estado. Esto se combinó con un arancel a las importaciones, que las redujo del 10 al 5% de la demanda nacional. Esto supuso un duro golpe para Venezuela, y las compañías que tenían allí localizada su producción la reorientaron a Europa y Asia.

Estas medidas trajeron estabilidad al sector petrolero. Huida la posibilidad de la escasez, la producción controlada mantuvo los precios en torno a un dólar durante los años siguientes.

Colaboración y luchas entre las compañías

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Las grandes compañías petroleras, preocupadas por la gran producción mundial de finales de los 20 (nuevos pozos estadounidense, invasión del petróleo ruso, pozos venezolanos, Persia...) intentaron poner en orden el mercado internacional, segmentándolo y llevando a cabo controles voluntarios de la producción. Sin embargo, había muchos otros competidores menores, y las compañías desconfiaban tanto unas de las otras, que los acuerdos nunca llegaban a ser efectivos. La producción internacional no pudo ser controlada hasta ya entrada la década de 1930, cuando los controles estatales estadounidenses se unieron al hecho de que la industrialización rusa desvió el petróleo nacional hacia el propio país, comenzando a abandonar los mercados internacionales.

Se había inaugurado una nueva etapa, la de la intervención del estado en el sector petrolero. Algo que ya había comenzado a hacer Gran Bretaña por motivos estratégicos se extendía ahora por el mundo con la finalidad de hacer frente a la crisis económica internacional. A su vez, las compañías comenzaron a presionar a los gobiernos para repartirse mercado y establecer monopolios.

El petróleo comenzaba a ser elemento fundamental en la estrategia internacional. El Sha de Persia se dio buena cuenta de ello, presionó para cambiar las condiciones de la concesión de la Anglo-Persian, con lo que obtuvo un sustancioso beneficio.

Pero el principal campo de batalla fue México. Allí, se terminó expropiando al sector petrolero, tras durísimas negociaciones y una terrible agitación social. Las compañías petroleras encontraron poco respaldo por parte de los gobiernos. La razón era la incertidumbre que crecía en Europa. La Alemania nazi empezaba a mostrar una radicalización peligrosa, y los fascismos crecían en influencia. Los gobiernos occidentales no querían presionar demasiado a México, ya que de hacerlo podía alinearse con el Eje, y era fundamental mantener su petróleo alejado de esas potencias. Así que las propiedades de las compañías fueron expropiadas, y a cambio recibieron unas escasas indemnizaciones.

Bibliografía

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  • Yergin, Daniel (1992): “La Historia del Petróleo”. Traducción de Aparicio Aldazábal, María Elena. Ed. Plaza & Janes, Barcelona.