a) Realización en las zonas externas y próximas al cerramiento o muro de la construcción, en cuya madera se hayan detectado daños, de orificios en el terreno, separados 15 cm del muro, formando una fila y separándose entre sí 25-50 cm. Tendrán una profundidad semejante a la de los cimientos y se harán varias filas, separando la 1ª de la 2ª 25 cm y el resto 50 cm.
Los orificios se colocarán al tresbolillo y en ellos se inyectará una solución acuosa de lindano al 0,8 %, utilizado 5l de solución por metro lineal de muro y 25 cm de profundidad. Tras la inyección, los orificios se deberán de tapar.
También se deben efectuar orificios, si se puede, en la zona interior del muro, separados 15 cm de éste y 50 cm entre ellos, formando una fila. En ellos se efectuarán inyecciones en todo semejantes a las utilizadas en la parte exterior del cerramiento.
En el caso de emplear soluciones acuosas de Clorpyrifos, que actúan por contacto, ingestión e inhalación, se utilizan concentraciones al 2%, en dosis de un 1l de producto en 50l de agua por cada 10 m2.
Esta actuación se podrá completar con la realización de una serie de orificios inclinados hacia el suelo, en el muro, de una profundidad máxima de 2/3 de su grosor. Se realizan una serie de orificios formando una fila, a 40 cm del suelo y separados 30 cm. En dichos orificios se colocan unas válvulas unidireccionales, inyectando hasta rechazo solución de un protector químico adecuado para los termes.
En el caso de muros de espesor mayor de 40 cm, los orificios se podrán realizar en las dos caras del muro, pero si tiene muros de tal grosor, se harán tan solo en la cara externa.
b) Es una variante de la anterior, en la que se sustituyen los orificios efectuados en la parte externa del cerramiento, por una zanja de 70 cm de ancho y 80 cm de profundidad, próxima a éste. En ella se vierte el producto químico protector, aplicándose en tres capas separadas por otras tantas de tierra, hasta enrasar. En la zanja no se introducirá cal u hormigón que pueden ser negativos para el efecto tóxico del producto químico utilizado.
Se pueden emplear productos en emulsión al 2%, utilizando 12 a 14 l/m lineal de zanja, aún cuando la cantidad variará según los productos empleados.
c) Realización de barreras físicas con malla de acero de 0,6 x 0,4 mm protegiendo los muros.
d) Realización de barreras mediante partículas de vidrio de dimensiones medias 0,6 a 1,5 mm, a la que se adicionan Piretroides, con los que el vidrio tiene una alta afinidad. Así se consigue incrementar el grado de contacto, reducir el grado de deslave, así como la biodegradación en el terreno del protector insecticida.
e) Realización de barreras con roca granítica a las que se adicionan cloroprifos.
De interés es el considerar que ciertos productos químicos antitermes pueden ser degradados en distinta medida por algunos microorganismos del suelo, perdiendo su efectividad termicida. En este caso, se encuentran algunos productos organofosforados (cloroprifos, fenitrotrion, etc), en terrenos con abundancia en Na, K, Cu y Fe principalmente.
En algunas ocasiones se han realizado inyecciones en el terreno de vapores insecticidas, con distinto grado de eficacia.
En los casos en los que las inyecciones líquidas no alcanzan un buen resultado, se pueden emplear inyecciones con espuma expansiva termicida, que permite una mejor distribución lateral de la materia activa (generalmente Clorpyrifos en solución acuosa al 2%). En este caso los orificios se separan un metro.
Actualmente, en áreas de ataque potencial de termes y en casos de nuevas construcciones, se emplean películas de poliuretano de 150 micras de grosor con termicidas, que se colocan sobre el suelo antes de aplicar el hormigón de cimientos, a semejanza de una capa atihumedad clásica. En las zonas en que la película pierde continuidad (tuberías…) se aplican en el terreno gránulos termicidas.