Orígenes del Neolítico en Andalucía/Teorías sobre el origen del Neolítico en la Península Ibérica
A través de la red podemos llegar a obtener información acerca de teorías de neolitización de la penísnsula Ibérica, pero en relación con páginas divulgativas como es el caso de wikipedia, observamos la ausencia de una explicación previa en torno a los inicios del Neolítico, describiendo en pocas líneas las características que ofrece el Neolítico con una economía productora basada en la agricultura y la ganadería, así como los avances en relación con la cultura material, definido por la piedra pulimentada y la cerámica, pero vemos como se ofrece en dicha página una información escaza.
También acudimos con la ayuda del buscador google a una página llamada Los Primeros okupas de Andalucía, siendo un espacio orientado a estudiantes tanto de educación Primaria, E.S.O o el bachiller, así como personas que tengan intereses en relación con esos temas que se abordan en el mencionado espacio web, ofreciendo contenido sobre los primeros habitantes de Andalucía, así como abordando temas en relación con el neolítico y también el fenómeno megalítico.
Si seguimos buscando información en la red también podemos destacar, el enlace que nos lleva a conocer el Parque Prehistórico de Málaga (Cueva de La Araña), en relación con la explicación que realizan sobre el Neolítico se continúa atendiendo principalmente a la <<revolución humana>> que supuso dicha etapa, con la aparición de la ganadería, la agricultura y la cerámica.
A través de los blogs se ofrecer una explicación a el proceso de introducción del Neolítico en la Península Ibérica, tal es el caso de Gonzálo Antonio Gil del Aguíla (abogado de Granada), quien muestra en su blog diversas teorías difusionistas, siendo el caso del modelo “ola de avance”, así como el “modelo dual”, en el cual comenta que se produce por la llegada de gentes de otras áreas del Mediterráneo mezcladas con la población indígena como origen de un modelo de neolitización mixto, en el cual los primeros establecimientos neolíticos se ubicaron en las costas. También en el mencionado blog se destaca la presencia del denominado modelo percolativo como teoría que intenta explicar que los intercambios entre poblaciones fueron el principal vehículo que permitió la propagación de la agricultura sin necesidad de desplazamientos de población.
En la conocida página web llamada ARTEHISTORIA, podemos encontrar también información sobre los orígenes del Neolítico en la Península Ibérica, planteándose que el modelo ola de avance ha sido aceptado como forma de explicar la expansión neolítica, aclarándose que es un modelo teórico, que ofrece distorsiones y variaciones locales y donde además se presupones que el nuevo sistema económico se fue extendiendo lenta pero ininterrumpidamente hacia Occidente a partir de los centros próximos-orientales, a razón de 1km por año, teniéndose en cuenta el crecimiento progresivo de la población y los movimientos que puede realizar tanto a larga como a corta distancia.
En buscadores como yahoo, nos encontramos con artículos como el denominado la clasificación cultural, periodización y problemas de compartimentación en el Neolítico de la Alta Andalucía, en el cual se refleja el estado del conocimiento actual sobre ese tema, partiendo de la discusión que se ha generado en relación con la clasificación que se puede realizar para las diversas etapas del Neolítico en ese lugar así como los yacimientos representativos para cada una de ellas.
En la red también podemos acceder a información que ofrecen diversos enlaces, así podemos acudir a los fondos de revistas, tales como: exponiéndose en las siguientes páginas el resultado que hemos obtenido de las mismas.
Uno de los aspectos que quizá llamen más la atención sobre el estudio del Neolítico en la Península Ibérica es la cuestión, aún abierta, sobre sus orígenes en esta zona. A pesar de los problemas que presentan la conservación de algunos materiales clave para el conocimiento profundo de las comunidades neolíticas, se han llevado a cabo numerosos trabajos a lo largo de todo el territorio, aunque destacando especialmente los llevados a cabo en las zonas valenciana y andaluza. A pesar de ello siguen existiendo numerosas reservas a la hora de llegar a un acuerdo; tampoco hay que olvidar que aunque los restos de esas sociedades puedan transmitir los hechos que han acontecido, en gran parte de los casos no explican el por qué.
Así, para la región peninsular se han barajado diversas teorías, pero ha sido el difusionismo la forma aceptada por gran parte de los investigadores para explicar la llegada de grupos neolíticos, defendiéndose ese enfoque a falta de pruebas que permitan establecer con seguridad un autoctonísmo. Respecto a ese último aspecto sólo un reducido grupo de investigadores/as planteado tesis autoctonistas, por ejemplo el caso de Pilar Acosta y Manuel Pellicer (1990), quienes se manifiestan decididamente autoctonistas, proponiendo para Andalucía Occidental un Neolítico no cardial, con predominio de cerámicas a la almagra, cuyo foco de origen sitúan en las sierras gaditanas a partir de las altas fechas radiocarbónicas obtenidas en las cuevas de Dehesilla, en Cádiz, y Chica de Santiago, en Sevilla, que se remonta a finales del VII milenio y comienzos del VI cal a.C. (Beatriz Gavilán Ceballos, Reflexiones sobre el Neolítico Andaluz, spal 6, 1997, página 24), el autoctonísmo en el marco a estudiar se podría definir pues como la capacidad de los grupos existentes en la Península Ibérica para desarrollar por sí mismos, sin influencia externa, la domesticación de especies vegetales y animales. Sin embargo esta idea ha perdido fuerza en la medida en que las plantas que fueron trabajadas no crecían de forma natural en la zona peninsular, por lo que forzosamente hubieron de ser traídas del exterior.
Son muchos los autores, entre ellos JAVIER FORTEA PÉREZ y BERNARDO MARTÍ OLIVER, que rechazan la existencia de un Neolítico Andaluz autóctono, pero es que la tesis de una autoctonía completa para el Neolítico de la Península Ibérica (y para el europeo) en sentido estricto no parece ser considerada firmemente por ningún investigador, a pesar del caso señalado anteriormente de Acosta y Pellicer.
El difusionismo ha sido utilizado como explicación en los estudios del Neolítico peninsular de forma prácticamente continuada a partir de los inicios de la investigación en el siglo XIX. En el caso de fenómenos como el megalitismo tuvo un rotundo éxito las explicaciones difusionistas hasta que las dataciones absolutas invalidaron ese proceso, algo que no ha ocurrido con el Neolítico europeo y desde luego con el peninsular.(Isabel Rubio, El paradigma difusionista y la neolitización de la Península Ibérica: una explicación recurrente, 1997). Las excavaciones de Arene Candide por L.Bernabó Brea en 1946 supuso un hito importante para los investigadores del Neolítico Mediterráneo. El autor italiano situaba el origen de éste en el Próximo Oriente desde donde se habría difundido por vía marítima, lo que representaría también los inicios de la navegación en esta área. En un principio Bernabó Brea aceptaba la dispersión por el norte de África, en 1956 descarta esta vía para ratificarse en la marítima, por lo que la neolitización llega a las costas de ambas márgenes del Mediterráneo central y occidental y desde donde se expandirá hacia el interior. (Isabel Rubio, El paradigma difusionista y la neolitización de la Península Ibérica: una explicación recurrente, páginas 7-8, 1997)
En el año 1984, Ammerman y Cavalli-Sforza (1986) publicaron su conocido modelo del “frente u ola de avance” (recordemos que ambos autores vendrían a recuperar las tesis difusionistas planteadas a principio de siglo, reforzadas por el trabajo de Bernabó en el yacimiento ligur de Arene Candide) para explicar la neolitización de Europa que presuponía la migración de gentes oriundas del Próximo Oriente a un ritmo determinado (25 km por generación) y significaba de algún modo, la revalorización de las tesis difusionistas. Es decir, con la expansión de una <<onda expansiva demográfica>> con el objetivo de interpretar la evolución de la variación demográfica de frecuencias genéticas actuales, de acuerdo con planteamientos conformados por el uniformismo metodológico sobre la tasa de mutaciónes genéticas. (Michael J.Walker, ¿Eran indoeuropeos o preindoeuropeos los primeros neolíticos en la península, Universidad de Murcia, página 8). Según este modelo la neolitización de Europa va acompañada de un flujo genético entre las poblaciones neolíticas próximo-orientales y las postpaleolíticas europeas. Se produce bajo la determinación de la difusión de las técnicas de producción de alimentos.
El modelo “ola de avance” ha conocido un mayor éxito en los momentos actuales que en el de su formulación. Se generó en el año 1984 y evidentemente, el panorama ha variado desde entonces, tanto en el Próximo Oriente como en Europa. Pero ni siquiera en aquel momento tal explicación se correspondía con lo estrictamente observado en el registro arqueológico. Tanto Cavalli Sforza como Bertranpetir admiten la perduración de indígenas desde el Epipaleolítico o Mesolítico en el contexto de las determinaciones de carbono-14 realizadas en el área del Levante, Murcia y Andalucía. (Michael J.Walker. ¿Eran indoeuropeos o preindoeuropeos los primeros neolíticos en la península?).
Un modelo que también ha tenido una notable influencia en los investigadores españoles, ha sido el modo de transición propuesto por Zvelebil y Rowley-Conwy, en el cual se plantea la existencia de tres fases para explicar esa colonización que recibirían los grupos mesolíticos a través de 3 maneras, tales como la disponibilidad, la de sustititución que reviste de dos formas (externa e interna) y la de consolidación que supone la etapa final de la transición, (Isabel Rubio de Miguel, 1997).
Otro modelo de colonización, es el planteado por J. Zilhao, quien defiende una colonización marítima, basado en la firma convicción de que la llegada de modo de vida agro-pecuario al Mediterráneo se produce de la mano de un contingente poblacional externo (los pioneros) que llegan con ellos todo “el paquete neolítico” –cerámica, piedra pulida, agricultura cerealística, ganadería y, quizás, alguna forma de arquitectura-. (Joan Bernabeu Auran y otros, Mas d Is (Penáguila, Alicante): Aldeas y Recintos monumentales del Neolítico Inicial en el valle de Serpis, página 14). La aceptación de una colonización, marítima en este caso, implicaría de nuevo la dualidad que parece ponerse de manifiesto en la diferenciación que se hace también aquí entre neolíticos y mesolíticos que explotan los recursos acuáticos en Portugal. Faltaría por constatar esta situación de una manera fiable, ya que el Neolítico portugués adolece de una falta acuciante de estratigrafías y en mi opinión de prospecciones sistemáticas que realmente aportasen la verdadera dimensión de la ocupación del territorio tanto en el Epipaleolítico como en el Neolítico.
Según Alday (2009), los inicios del neolítico en la Península Ibérica deben situarse en el segundo cuarto del sexto milenio AE, coincidiendo con el del Laugedoc o el italiano de Arene Candide, lo que se contrapone al modelo de ola de avance (Renfrew 1990), con 1200 años de diferencia. En estos primeros momentos no se habrían encontrado cerámicas, sino elementos asociados a ellas. Sin embargo comienza a haber una transformación de la industria lítica, del mesolítico geométrico se pasa a los segmentos desarrollándose el retoque en doble bisel. Los restos de animales domésticos y cereales aparecerán poco antes del 6600 BP, y no se han documentado para periodos anteriores. Durante estos primeros años el hábitat sería en cuevas y abrigos, será a partir del 6500 BP cuando se desarrolle ya la economía de producción, proceso que durará tan sólo 200 años y en el que aparecerán los poblados consolidados, será a partir de entonces cuando las transformaciones sociales y economicas debidas a ese nuevo sistema productivo se consoliden, se creen estrategias de almacenamiento a largo plazo que requieran de planificación, así como la gestión del superhabit producido y el comercio con otras regiones.
Para Almudena Hernando, es posible que algun día se demuestre que las principales especies domésticas llegaron de fuera. así plantea que aquellos que han defendido el "modelo percolativo", como alternativa al modelo dual, los antropólogos y cada vez más preshistoriadores dedicados a estudiar el Neolítico de la Península Ibérica, van poniéndose de acuerdo en que los mismos cazadores-recolectores parecen haberse hecho cargo de su propia historia, haber generado sus propios cambios y haber puesto en práctica estrategias de asentamiento, movilidad, especialización económica y organización social tan distintos como los ritmos de transformación a que pudieron estar sometidos. (Almudena Hernando Gonzalo. El Neolítico como clave de la identidad moderna: la difícil interpretación de los cambios y los desarrollos regionales, Sanguntum, 1999).
La hipótesis de partida del modelo dual, creada a partir de J. Fortea (1973), sobre los grupos epipaleolíticos de la fachada mediterránea peninsular, siendo tal vez la interpretación que más éxito ha tenido hasta el momento, en la cual se admite la presencia en el registro arqueológico de dos tradiciones culturales distintas en el momento de introducción de la economía de producción. De un lado unos yacimientos que comparten una tradición enraizada en el epipaleolítico geométrico de base económia caza-recoletora. De otro aquellos que, ligados a una economía con domesticación, aportan junto a las novedades económicas , una cultura material que incluye la cerámica, la piedra pulida, y una industria lítica y ósea con importantes elementos de contraste respecto a los conjuntos geométricos. Si la cultura material ofrece suficientes puntos divergentes, la base subsistencial agrícola-ganadera sólo puede explicarse mediante el recurso a una introducción foránea, dada la ausencia en la península de los agriotipos domesticables (El proceso de neolitización en la fachada mediterránea en la península Ibérica, Oreto García Puchel,página4,2005. En el modelo dual, se pone de manifiesto el papel jugado por los cazadores-recolectores epipaleolíticos en la neolitización, si bien será éste un papel pasivo, fundamentalmente receptivo, además la industria lítica ha constituido la base fundamental del modelo y para ciertos investigadores (Rubio, 1989, 25 y 33 y 1993, 32-33) no se perciben diferencias tan nítidas entre los rasgos de los grupos indígenas y los de las gentes foráneas (Isabel Rubio de Miguel, 1997). Durante la década de los 90 se continuaría defendiendo el modelo dual, ya que para Bernabéu, Aura y Badal, 1993, 245-256, creen que el modelo dual puede ser una respuesta adecuada a determinadas cuestiones que se derivan de la aceptación del modelo mixto de “frente de avance”.
Es por ello que la teoría que mayor fuerza ha cobrado recientemente es el modelo percolativo o capilar, desarrollado en los años 90 por J. Vincent, según el cual habría un desplazamiento que en este caso estaría protagonizado más que por grupos que se desplazan con técnicas y caracteres neolíticos, por ideas que difunden estos conocimientos y que se extienden a partir de las redes de intercambio ya presentes en fases paleolíticas para la obtención de productos como obsidiana. Esta teoría se apoya en la forma de organización de los grupos humanos de entonces, en pequeñas bandas unidas por relaciones de reciprocidad que favorecería no solo el intercambio de técnicas e ideas, sino las especies domesticables. Creemos importante recordar algunos puntos que se plantean para el modelo percolativo, así podemos observar que los autores del mismo parten del modelo de Ammerman y Cavalli-Sforza, además parte de la inexistencia de los anecestros salvajes de las especies domésticas en la Europa preneolítica, además de habla de sociedades de cazadores-recolectores estáticas. (Rodríguez Alcalde, A; La difusión occidental de las especies domésticas: una alternativa a la <<ola de avance>>.)
En el "modelo percolativo o capilar" se concede protagonimso total a los grupos epipaleolíticos en el proceso de transformaciones que llamamos neolitización, siendo un modelo en el cual los autores también promueven que la estructura social de los grupos de cazadores-recolectores pospaleolíticos no sobrepasaría el nivel de banda, por lo que las relaciones de reciprocidad entre grupos locales debieron tener especial importancia. En consecuencia podría asumirse el establecimiento de redes supralocales en todo el Mediterráneo -a través de relaciones exogámicas-, que habrían servido de soporte a flujos materiales de distintinto tipo, como por ejemplo el de las especies domésticas o la cerámica. Los defensores del modelo percolativo proponen entender bajo la lógica de su modelo la pauta de aparición de la cerámica cardial, sobre la que existe un consenso generalizado en el sentido de que debió de tener un carácter no funcional, habida cuenta del alto grado de elaboración que implica. Si a ello unimos el reciente descubrimiento de motivos cardiales en el arte rupestre macro-esquemático. (Almudena Hernando, Los primeros Agricultores de la Península Ibérica, 1999, Editorial Síntesis).