Historia del Partido Comunista Paraguayo (1928-1990)/Era Stronista/Guerrillas Populares

EL PARTIDO COMUNISTA EN LA LINEA DE LA INSURRECCIÓN ARMADA editar

La represión política y policial más desenfrenada se concentro sobre los militantes comunistas desde el momento que la dictadura pudo invocar, adentro y afuera, que gobernaba bajo el «control de la oposición», siendo así que los comunistas eran los únicos que se hallaban transitando de contramano a la «legalidad y la democracia».

No queremos significar que la masa perteneciente a los partidos colaboracionistas estuviesen de acuerdo con la traición de sus cúpulas partidarias. Todo lo contrario. Igual que el resto del pueblo, y los comunistas como parte de él, padecían los efectos de la política económica desastrosa del régimen, con grave incidencia sobre el nivel de vida, de salario, de salud y de vivienda de escasos recursos. Además, efectos del descontento manifiesto de los trabajadores de las fábricas e industrias y de los campesinos expoliados y saqueados en la comercialización de sus productos, especialmente el algodón, ya estaban en formación los movimientos sociales y las ligas campesinas, generalmente impulsados por la Pastoral Social de la Iglesia. Estas fuerzas iban adquiriendo amplitud y consistencia organizativa y al mismo tiempo se elevaba la conciencia política de las mismas y pasaban a la acción concreta contra la dictadura, no en forma directa sino a través de la defensa de sus intereses específicos, como ocurrió en el caso de JEJUI, en el norte, en que hubo serias refriegas con las fuerzas policiales y para-policiales de la dictadura.

Un acontecimiento histórico sacudió a América y al mundo al finalizar la década del 50 y comienzo de la siguiente, con el triunfo de la Revolución Cubana encabezada por Fidel Castro y sus compañeros de la Siena Maestra. La heroica lucha y la llegada al poder de los revolucionarios cubanos, después de una campaña militar de grandes proporciones, basada inicialmente en la guerra de guerrillas, insufló un tremendo entusiasmo a la lucha de los pueblos por su liberación del yugo de la dominación oligárquico-imperialista, de los grandes terratenientes y las empresas transnacionales.

No tardó en formarse en la frontera con la Argentina destacamentos que deseaban reprisar la hazaña de los combatientes cubanos. Es así como en los primeros meses del 60 irrumpen desde Pto. Carlos Antonio López, sobre el Paraná, los primeros grupos integrados por jóvenes liberales, comandados por Juan José Rotela, liquidados casi todos por los destacamentos punitivos de la dictadura.

Por su parte, el Partido Comunista Paraguayo, en un documento de fecha 29 de diciembre de 1959, firmado por Creydt, Barthe y Cañete, titulado "Transformar el Movimiento Armado en una Revolución Democrática del Pueblo Unido: Es el único camino para vencer», modificó radicalmente su línea política, llamando a la insurrección.

«El hecho fundamental es que el movimiento revolucionario paraguayo -se dice de entrada- ha entrado en una nueva etapa, la etapa de la lucha armada por el derrocamiento y la destrucción del régimen dictatorial anti-nacional. Desde este momento todo tiene que ser orientado y subordinado al objetivo central de alcanzar la victoria.»

«Grande fue el eco que la revolución cubana tuvo en la conciencia del pueblo paraguayo. Por su propia experiencia, las masas comprobaron que el régimen terrorista no podía ni quería llevar el país a la democracia por la vía pacífica. El 27 de agosto, primer aniversario de la huelga general, el Partido Comunista Paraguayo, lanzó el manifiesto "Vencer o Morir", llamando a los obreros y campesinos a prepararse para la lucha armada, para la revolución democrática, agraria y anti-imperialista.»

En el documento se denuncia frontalmente al Movimiento «14 de Mayo», que ya había iniciado su incursión, que el mismo no tenía ni el mínimo parecido con el movimiento encabezado por el jacobino Fidel Castro...» y que «el objetivo de los dirigentes Derechistas de la oposición latifundista y burguesa no consiste en hacer una revolución, sino, por el contrario, en prevenir la revolución que el pueblo quiere, en impedir una reforma profunda, de carácter democrático antiimperialista y agraria»... «Su programa -afirma- es igual que el de la alianza liberal-febrerista y esquiva el problema central cíe la democratización: la anulación inmediata de la ley persecutoria N.° 294 igual que la alianza liberal-febrerista, el Movimiento 14 de Mayo se propone restablecer la Constitución conservadora de 1870...» «Su plan militar consiste en utilizar a los guerrilleros para provocar un golpe de ciertos jefes militares y terminar la lucha en base a una componenda con estos jefes.»

En el documento se afirma que «el surgimiento del Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA) alentó y fortaleció la acción muda de las masas» y daba la consigna de que «hay que organizar nuevas guerrillas, en todas partes, sin esperar órdenes de arriba. Hay que organizar acciones sorpresivas para desarmar a los defensores de la dictadura. Hay que ejecutar sabotajes contra las comunicaciones, los transportes y los abastecimientos militares del enemigo...».

De modo que el FULNA nació, no solamente sin coordinación con el frente guerrillero 14 de Mayo, sino coincidiendo con un duro ataque a sus caudillos. Aquella organización se constituyó fuera del país y desde allí se trató de organizar focos guerrilleros para su actuación en el interior para apoyar a las incursiones extra-frontera. Parece no ubicarnos muy lejos de la realidad histórica si afirmamos a propósito del FULNA: 1) No fue una organización unitaria -nació desprovisto de este carácter- incapaz de movilizar, en el momento mismo de iniciarse las hostilidades, a una cantidad significativa de combatientes de diversos sectores políticos-ideológicos, anti-dictatoriales, en el exterior y con mayor razón en el interior del país; 2) Error de apreciación sobre las condiciones subjetivas para que los campesinos acompañaran «sobre la marcha» las incursiones de la Columna «Ytororo» y de cualquier otro destacamento que pudieran haberse formado. En el itinerario de la Columna -que parece haberse extraviado- no había grupos de combate previamente organizados.

Englobando la suerte común corrida por los grupos guerrilleros que fueron batidos fácilmente por el enemigo, a pesar del extraordinario espíritu combativo y heroicidad desplegados, parece haber predominado en el mismo origen la ingenua creencia de que lo fundamental era entrar, ya que después vendría el apoyo espontáneo de la masa campesina.

¿Cual ha sido la cuantificación de la pérdida humana para el partido? Tal vez ello resulte incierto, aunque no lo es en cuanto al hecho de que la apresurada tentativa de acción armada, enviando al frente de combate a numerosos cuadros políticos y su posterior liquidación ha significado un golpe terrible que entra en la categoría de una verdadera «quema de la vanguardia».

¿Estuvo acertada la línea da ir a las armas? Ciertamente que ella no significaba el abandono de las otras forma? de lucha, aunque sí la subordinación de éstas al grave llamado a las armas. Parece -al menos considerando en frío y sin buscar «chivos espiatorios»- que el Partido Comunista Paraguayo, sin poseer los necesarios elementos de juicio para determinar o inclinar su línea de acción, se determinó por la opción más comprometida que es la insurrección armada. Es de presumir en esta decisión algún grado de presión de las acciones de los otros sectores que de todas maneras ya estaban embarcados en la lucha armada.

Lo mismo ocurrió en el interior del país, donde se trató de organizar apresuradamente algunas bases de operaciones sin haberse resuelto un problema fundamental, que es el de los aliados, gentes amigas de los lugares respectivos (valles, compañías, etcétera) y, lo que es peor, con desconocimiento concreto de los lugares elegidos. Esto hizo su peor parte para que los comisionados del partido, en algunos casos, en el comienzo mismo del trabajo, cayesen en la redes enemigas. Así ocurrió con el camarada Antonio Alonso Ramírez, en Arasaty, zona de Villarrica, donde posiblemente un entregador preparó un supuesto encuentro con la autoridad local «ganada» para la guerrilla, siendo apresado y remitido a Charara, en el cuartel general del sádico general Colman, donde éste mataba a tortura a los prisioneros.

El héroe comunista Wilfrido Álvarez Jara, entre 1960-1962, trabajó intensamente con comunistas de la zona de San Pedro en la organización de bases guerrilleras, consiguiendo éxitos importantes en la formación de algunos grupos de combate. No obstante, sólo tuvieron una efímera actuación. Tal vez el grupo guerrillero que consiguió sobrevivir por más tiempo -ayudado por las condiciones del terreno- y enfrentar con éxito en algunas acciones al enemigo, fue el comandado por Arturo López (Agapito Valiente) en las Cordilleras. Una última acción personal del guerrillero, ya disperso su grupo y apresado por un entregador, fue el disparo que efectuó al general Colman a «quema-ropa», en Santa Elena, cuando el militar abrió la puerta de la valijera-trampa en que había caído. Acribillado en el lugar, su cadáver fue abandonado. Colman sobrellevó una larga agonía por efecto de la herida recibida en el vientre que al final le causó la muerte.


anterior: Los Levi-Ruffinelli, punta de lanza del colaboracionismo | Indice de Contenido | siguiente: Sumario La Era Poststronista