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La cultura de los reinos cristianos durante la Plena Edad Media

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El camino de Santiago o camino francés

La cultura peninsular en la Plena Edad Media siguió marcada por la religión cristiana, dado que la Iglesia mantuvo su preponderancia espiritual e ideológica. En el siglo XI se difundió la reforma cluniacense y en el siglo XII la de la Orden del Císter, que pretendían devolver la pureza a los monasterios benedictinos. En el siglo XIII, aparecen las órdenes mendicantes, como dominicos ―fundados por el castellano Domingo de Guzmán— y franciscanos, que fundan conventos en las ciudades.

Durante este período se produce una mayor relación con la cultura del resto de la Europa cristiana gracias al Camino de Santiago o camino francés, por el que no sólo circulan peregrinos que van a visitar el sepulcro del Apóstol en Galicia, sino también ideas y creencias innovadoras.

Una de las consecuencias de la intensificación de la relación con el resto de Europa fue la sustitución del rito mozárabe por el rito romano en los reinos de Castilla y León, así como la introducción del derecho canónico gregoriano que sustituyó al visigodo.

En los siglos XII y XIII se produce una renovación cultural alrededor de las escuelas episcopales de las ciudades y, sobre todo, de las universidades ―las primeras de Castilla fueron las de Palencia y Salamanca (1212 y 1218, respectivamente), y de la Corona de Aragón, la de Lérida (1300)―. En ellas se impartió la escolástica ―unas enseñanzas en las que se intentaba armonizar la teología cristiana con la filosofía del griego antiguo Aristóteles―, y también se desarrollaron los estudios de derecho y medicina, además de las tradicionales trívium (gramática, dialéctica y retórica) y quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música).

Pero no sólo estuvo presente la cultura de raíz cristiana, aunque fue sin duda absolutamente dominante, sino que coexistió con la judía y la islámica.

Se realizaron traducciones al latín o a lenguas romances de obras árabes, orientales o de la cultura greco-romana perdidas en Occidente.

En esa labor destacó Toledo, gracias a la existencia de importantes comunidades de mudéjares, mozárabes y judíos que residían en la ciudad.​​ Y la culminarían el rey castellano, Alfonso X, que por eso fue llamado "El Sabio", el mallorquín Ramon Llull, que utilizó tanto el árabe, el latín o el catalán para escribir sus obras, o el teólogo y médico valenciano Arnau de Vilanova, que conocía el árabe y el hebreo.

El llamado arte mudéjar es otro ejemplo del contacto de lo cristiano con lo árabe. Se trata de edificios construidos en tierras cristianas con una enorme influencia musulmana en las formas y técnicas. Unos sobre una base románica (como la iglesia de San Román (Toledo)), otros sobre una base gótica (como las iglesias y torres mudéjares de Zaragoza y de Teruel).

Junto con el latín, a partir del siglo XIII las lenguas romances ―el castellano y el catalán, fundamentalmente, ya que son las lenguas de las cancillerías de ambas Coronas― se convierten también en lenguas de cultura: el Poema del Mío Cid, en castellano, data de principios del siglo XIII; el Llibre dels feits, de Jaime I, es la primera crónica escrita en catalán.

En cuanto al arte, en los siglos XI y XII se desarrolla el arte románico ―en los que destaca la catedral de Santiago de Compostela y el Monasterio de Ripoll, en arquitectura; los frescos de las iglesias de Tahull y de San Isidoro de León, en pintura; y los capiteles de los claustros de varias monasterios y el Pórtico de la Gloria, en escultura) y durante el siglo XIII comienza a difundirse el arte gótico para la construcción de las catedrales de las pujantes ciudades castellanas (Burgos, León y Toledo).