Evaluacion de aplicaciones educativas

Introducción

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Como podemos apreciar existen una gran cantidad de aplicaciones educativas orientadas hacia diversos ámbitos. Cada una de ellas está destinada a una función concreta y es nuestra labor determinar cuáles son las más indicadas para desempeñar nuestro trabajo[1]. De esta forma nos encontramos en el profundo laberinto que supone poner en marcha una aplicación educativa de forma correcta, para que cumpla los objetivos marcados y en el tiempo establecido. Esta labor puede ser más amena si tenemos en cuenta una serie de requisitos:

Evaluación de aplicaciones educativas

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El proceso de evaluación de las aplicaciones educativas es una parte fundamental de las mismas, puesto que sin él no se utilizarían de forma correcta. En este proceso de diseño instruccional de las actividades utilizando las nuevas tecnologías debemos llevar a cabo tres tipos de evaluaciones que deben complementarse y permitir obtener resultados que nos ayuden a determinar la utilización de un tipo de aplicaciones u otras, dependiendo de los objetivos que hayamos establecido con anterioridad.

Evaluación inicial

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Antes de nada debemos determinar el tipo de material que pretendemos evaluar, ya que en función de esto, tendremos más claro su funcionalidad y lo que podemos esperar de él. Posteriormente debemos identificar:

  • Nuestros objetivos, tenemos que plantearnos ¿qué queremos conseguir? ¿Queremos mostrar una información, reforzar un concepto, evaluar unos conocimientos, desarrollar unas capacidades? Puesto que debemos seleccionar la aplicación correcta para cada uno de ellos.
  • Identificar los destinatarios: hay que tener en cuenta que dependiendo de las características psicopedagógicas de los usuarios serán más convenientes unos que otros. En principio todos los tipos de material digital educativo están diseñados según quién lo vaya a utilizar, no obstante, no está de más que al evaluarlo nos aseguremos de que realmente es así.
  • Idoneidad del soporte; en función de las características de nuestros recursos tecnológicos optaremos entre CdRom, DVD, Web. Puede ocurrir que tengamos el material perfecto para nuestros intereses y sin embargo se encuentre en un soporte que no sea compatible con nuestro ordenador, por ejemplo, es fácil confundir CdRom y DVD.
  • Requisitos técnicos: algunos materiales precisan de una instalación previa en nuestros equipos antes de ser utilizados, en otros casos es un acceso a Internet, pero todos ellos requerirán que nuestros equipos tengan las condiciones necesarias, una configuración mínima en el primer caso y al menos un navegador de una versión determinada en el segundo.
  • Conocimientos mínimos necesarios nuestros o de nuestros alumnos. En muchos casos bastará con unas nociones básicas sobre navegación y estar familiarizados con el entorno. En otros se requiere una formación específica.
  • Diseño e interactividad. Tener en cuenta cómo está organizada la información, si tiene una secuencia lógica y estructurada, si es sencillo encontrar los apartados en que se divide la información, si están claras las funcionalidades de los menús o botones, etc. También nos fijaremos si el grado de interactividad es el adecuado. En ocasiones, si ésta es excesiva, provoca distracciones y si es inexistente provocará tedio al contenido o actividad.
  • Material complementario. En ocasiones es imprescindible contar con determinada información para utilizar el material correctamente y si ésta falta podemos invertir gran cantidad de tiempo en averiguar por nosotros mismos su funcionamiento. Además, la tarea de evaluación de un material se puede ver facilitada por estos manuales.
  • Calidad del contenido o servicio[2]. No hay que olvidar que aunque se cumplan todos los criterios anteriores, hay que evaluar que el contenido o servicio del material sea de calidad y responda realmente a nuestra necesidad.
  • Respeto a los ritmos y diferencias individuales. Lograr aplicaciones que se adapten a las características de los usuarios, es imprescindible para que se pueda producir un aprendizaje de calidad, para todos. Para ello deben diseñarse las aplicaciones desde: el respeto a las características del estudiante, en cuanto a ritmos de aprendizaje flexibles; la adaptación de la comunicación al nivel y capacidad de los estudiantes, uso de diferentes códigos de comunicación (visual, auditivo, etc.)

Evaluación continua o formativa

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Durante el desarrollo de las actividades y tareas con las aplicaciones educativas también debemos llevara a cabo una evaluación continua o formativa, en la que comprobemos que se está utilizando la herramienta como es debido o que se están consiguiendo algunos de los objetivos planteados. Para ello debemos tener en cuenta los siguientes criterios:

  • Participación[3]. Involucrar al alumno en su propio aprendizaje, propicia un aprendizaje más activo y significativo. La participación además de ser frecuente, debe ser de calidad, no consiste tanto en presentar y realizar muchas actividades, sino en presentar aquellas que son necesarias, adecuadas y oportunas. Pero la participación va más allá buscando que el estudiante sea el verdadero protagonista de su aprendizaje, diseñando para ello aplicaciones TIC que permitan la mayor libertad posible al usuario sobre lo que quiere hacer, cómo y cuándo. Incluir preguntas, actividades o tareas encaminadas a motivar la participación del alumno tanto en la búsqueda de información como en la reflexión sobre la información encontrada. Propiciar la interacción con otros usuarios y el trabajo colaborativo.
  • Interacción. Al igual que en la interacción persona/persona, la utilización de un tono cordial y motivador en los mensajes del programa al usuario, favorecerá una interacción más adecuada y positiva del usuario hacia el programa, y hacia el proceso de aprendizaje. Propiciar en la medida de lo posible, una interacción programa-usuario “inteligente” esto es, las respuestas del programa a las interacciones del usuario deben tener presente las acciones y realizaciones del usuario, guiando su aprendizaje de una forma personalizada.
  • Motivación: se favorece un alto grado de motivación por parte de los alumnos a medida que van trabajando en las aplicaciones, experimentando un deseo de aprender y realizar las actividades.
  • Las actitudes que se fomentan desde la aplicación multimedia (autonomía, responsabilidad, iniciativa,...) respecto al proceso de aprendizaje.
  • Los sistemas de apoyo y tutorización y su adecuación a los usuarios y a los objetivos de la aplicación.
  • Las actividades que se presentan en la aplicación son las más adecuadas, permitiendo desarrollar habilidades y competencias del más alto nivel atendiendo a los objetivos de la aplicación.
  • Se utilizan los recursos didácticos (organizadores, mapas, etc.) adecuados para el proceso de aprendizaje.
  • La aplicación favorece un sistema de seguimiento que permita realizar una evaluación formativa del aprendizaje realizado.

Evaluación final

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Tras realizar la evaluación inicial, continuar con la evaluación formativa y finalizar las actividades, es necesario evaluar todo el proceso seguido para llegar a ciertas conclusiones sobre las aplicaciones utilizadas. Para ello debemos utilizar los siguientes instrumentos:

  • Informes: características de los estudiantes (situación inicial)
  • Informes: aprendizajes realizados (evaluación formativa y sumativa de los estudiantes) y objetivos previstos.
  • Observación e información del profesorado: utilización de los recursos disponibles, características del material, metodología utilizada.
  • Valoraciones de los estudiantes sobre su percepción de los aprendizajes realizados, utilidad del programa y nivel de satisfacción al trabajar con él.
  • Valoraciones de los profesores sobre los aprendizajes realizados por los estudiantes, utilidad del programa y nivel de satisfacción al trabajar con él.
  • Rúbricas.
  • Listas de control y cotejo.
  • Exámenes finales sobre el conocimiento practicado en la aplicación para comprobar si realmente se ha contribuido a su aprendizaje o si todo el trabajo se ha quedado en una simple diversión para el estudiante.

Referencias

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  1. Insa, D. y Morata, R. (1998) Multimedia e Internet: las nuevas tecnologías aplicadas en la educación. Madrid: Paraninfo.
  2. Marquès, P. (1999) Los espacios web multimedia: tipología, funciones, criterios de calidad. http://dewey.uab.es/pmarques/tipoweb.htm
  3. Belloch, C. Evaluación de las aplicaciones multimédia: criterios de calidad. Unidad de Tecnología Educativa. Universidad de Valencia. Disponible en: http://www.uv.es/bellochc/pdf/pwtic4.pdf