Diferencia entre revisiones de «Psicología Social de la Comunicación/D6bN6a»

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== 9.PENSANDO EN NUESTRO PRESENTE ==
A lo largo de este trabajo, estamos comprobando como Foucault nos ofrece herramientas conceptuales que podemos utilizar para pensar en el presente. De todas formas, encontramos autores que continúan sus ideas y las aplican a la sociedad actual. Hay que tener en cuenta que la sociedad de los ochenta era muy diferente a la de ahora. “No hay que olvidar que la aplicación de una perspectiva histórica consiste precisamente en eso, en actualizar continuamente los diagnósticos de una realidad social que cambia” (Gómez, 2003).
 
De esta forma deberemos retomar la idea de Sociedad de Control, y lo que ello conlleva.
Por ejemplo, encontramos algun matiz en lo que pueden significar las practicas de si en al actualidad, ya que este concepto se construyó a partir de las observaciones de Mayo del 68; ahora es aplicable a otra realidad. “El concepto prácticas de sí analizado desde la nueva reorganización del poder propia de las sociedades de control se prestaa confusión y esconde ciertas ambigüedades. No todas las prácticas que uno aplica sobre sí mismo con la convicción de ser elegidas, prácticas a las que nos hemos referido como tecnologías del yo, son prácticas de resistencia, prácticas de libertad. Recordemos, una vez más, que en nuestro presente el gobierno se ejerce apoyándose en la capacidad de elección de los sujetos y en los ideales de autorrealización, libertad, desarrollo. De este modo, el propio funcionamiento de las distintas tecnologías de la subjetividad en la actualidad, dificulta que éstas sean percibidas como dispositivos normalizadores y, por tanto, objeto de crítica.” (Gómez, 2003)
 
Asimismo, los códigos propios de las sociedades de control son códigos flexibles, difusos, heterogéneos y operan mediante la seducción y la identificación con las imágenes y modos de vida que encarnan. Los ideales de autorrealización o de calidad de vida también son códigos con carácter prescriptivo pero, a diferencia de las estrictas normas de las sociedades disciplinarias, no sólo no rompen nuestra ilusión de actuar y decidir libremente sino que nos convierten en participantes activos en la configuración de nuestras vidas. Siguiendo esta idea podríamos encaminarnos a pensar que los procesos de subjetivación se orientan al código, y que al ser este tan difuso, se crea la ilusión de libertad y autonomía en nuestra configuración.
 
 
En la actualidad, es necesario tener en cuenta descripciones tales como “la sociedad del Riesgo” de Ulrich Beck y la “situación de incertidumbre endémica”de Barman, en la que ambas, ven condicionada la acción política a causa de los desarrollos económicos y sociales de la época del capitalismo neoliberal. Brevemente, cabe destacar el repliegue social de los movimientos sociales, típicos de este tipo de sociedad. Existe una apatía y una desmotivación social que hace disminuir la capacidad de acción y de moviliación de los desafíos colectivos. “El asentamiento de una economía basada en la fragmentación, la segmentación y la precarización de todos los procesos productivos hace emerger identidades sociales débiles donde recaen todos los costes sociales del actual modelo de acumulación económica (Sennett, 1998; Bauman, 1998, 2001 en Gómez, 2003)
“La incertidumbre del presente es una poderosa fuerza individualizadora”. (Bauman, 2001: 35 en Gómez, 2003) “Las nuevas reglas del juego que rigen la vida laboral dividen en lugar de unir e impiden una postura solidaria “porque esos individuos no creen que exista alguna acción efectiva ni que los problemas personales puedan convertirse en temas colectivos y, menos aún, en el proyecto común de un orden alternativo Sin embargo, esta tendencia apolítica, el mismo repliegue social es sólo una respuesta racional a una sociedad en la que los individuos se ven obligados a considerar el futuro como una amenaza.” (Gómez, 2003)
Debido a esta situación, las personas se refugian el lo privado, de manera que lo “político se convierte en personal” Así que la esfera pública es interrumpidamente colonizada por intereses privados dirigidos al consumo (privado) pero no a la producción de lazos (sociales). De ahí que los individuos se hallen cada vez más individualizados.
 
Por todo ello se considera que los movimientos sociales se encuentran en crisis. “Así, si entonces (en Mayo el 68) se quería dar carta de existencia a nuevas identidades no reconocidas por la política formal, en la actualidad se trata de pensar la alteridad negada. Del mismo modo, lo que fue defender y construir lo privado cotidiano frente a la colonización y juridización de lo público, hoy es defender lo público participativo frente a lo privado desintegrador (como es el consumo)” (Gómez, 2003). Ya que esa esfera pública se percibe en riesgo, ya que el poder privatizador supone la amenaza. Siguiendo este planteamiento, lo que entonces suponía radicalizar las contradicciones del Estado de Bienestar ahora se convierte, desde determinadas posiciones, en la reconstrucción, solidificación y avance de un Estado democrático que se construya más allá del exclusivo bienestar económico del centro social.
 
10. ESCENARIO DE DOMINACIÓN SIMBÒLICA
 
Para continuar con los análisis focaultianos en la actualidad, es interesante recurrir a la figura de Bourdieu. Siguiendo con el par entre agencia y estructura, Bourdieu pretende mostrar la relación entre las estructuras objetivas y las construcciones subjetivas, por lo que se centrará en aquello que permite realizar la acción, por ejemplo, podemos pensar que es lo que permite las prácticas de subjetivación. Por ello, subraya aquellos factores que determinan la construcción de la realidad social por parte de los agentes sociales.
“Así, Bourdieu (1987) señala en primer lugar que la construcción no opera en un vacío social, sino que está sometida a coacciones estructurales; en segundo lugar, que las estructuras cognitivas están ellas mismas socialmente estructuradas porque tienen una génesis social; en tercer lugar, que la construcción de la realidad social no es solamente una empresa individual, sino que puede también volverse una empresa colectiva.” (Gómez, 2003)
 
En relación con el tema que nos ocupa, la subjetividad, para “Bourdieu analizar cualquier proceso identitario, analizar el orden de lo que somos, requiere el análisis del orden de las instituciones o de la estructura social y, junto a ello, la labor que resulta necesaria para producir un ajuste entre ambos órdenes”. (Gómez, 2003)
 
Ese ajuste entre la estructura social y la persona, en el proceso de construcción de la realidad tiene que ver con al noción de habitus que nos propone.
El habitus es una capacidad cognitiva socialmente constituida e ininteligible sin atender las condiciones de existencia a las que está ligada. Es la forma en que las estructuras sociales se graban en nuestra mente y nuestro cuerpo, las estructuras sociales de nuestra subjetividad. El habitus, con la apariencia propia de lo innato, es fruto de la incorporación de una estructura social en forma de esquemas de percepción y valoración (disposiciones) que toman la apariencia de lo natural.
El habitus construye una imagen del agente social inseparable de la estructura incorporada.
 
La noción de habitus como ajuste entre las estructuras sociales establecidas y las estructuras mentales, es posible gracias a la acción de los sistemas simbólicos: los esquemas de percepción y evaluación, de conocimiento y reconocimiento presentes en una sociedad dada, que integran y reproducen el orden social establecido.
 
El orden simbólico, es decir, el orden que determina los límites dentro de los cuales es posible percibir y pensar, determina, por tanto, lo visible y lo pensable. Por tanto, los sistemas simbólicos en tanto instrumentos de dominación contribuyen a efectuar dos operaciones sociales básicas íntimamente relacionadas.
 
(1) Por un lado, contribuir a imponer un orden social arbitrario con sus correspondientes esquemas y categorías de percepción y valoración que favorece a unas posiciones, a unos grupos frente a otros.
(2) Por otro, contribuir a que esta imposición, a pesar de ser decisiva para la conservación de las divisiones desiguales del orden establecido, se presente con todas las apariencias de lo natural y necesario, con la apariencia de la necesidad objetiva. Permitiendo, así, que el orden social, sin necesidad de justificación o de discursos legitimadores, se reproduzca porque se presenta bajo las apariencias de la universalidad.
 
(1) Por ejemplo, podemos pensar en la imposición de la norma sexual dominante como es la heterosexualidad. Ésta es el orden establecido, haciendo que las demás formas, queden infravaloradas y sean percibidas como no normales. Se podría decir que en la homosexualidad, por ejemplo, no se ajusta el carácter identitario propio con el de la estructura social, en cambio, para lo heterosexual, ese ajuste es necesario e incuestionable, ya que en parte, la mantiene en superioridad. De esta forma, se sostienen las relaciones de poder por parte del grupo dominante, que define el mundo en sus propios términos y en base a sus propios intereses.
 
(2) Esta imposición aparece como algo natural y de necesaria objetividad para poder mantener el orden establecido. Este hecho guarda relación directa con el concepto de violencia simbólica.
 
“Las relaciones objetivas de poder tienden, por tanto, a reproducirse en las relaciones de poder simbólico. Como señala Sampson (1993) los grupos dominantes afirman sus miedos, deseos e intereses particulares insistiendo en que sus posicionamientos no representan ningún punto de vista particular, como una descripción neutral de cómo es el mundo.
Por ejemplo, la heterosexualidad para juzgar la homosexualidad o la sociedad occidental para juzgar a los no occidentales” (Gómez, 2003).
 
== 10.ESCENARIO DE DOMINACIÓN SIMBÓLICA ==