Diferencia entre revisiones de «Psicología Política: Imaginarios sociales de la violencia política»

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==CONCLUSIONES==
La violencia política tal como hemos expuesto en la primera parte del trabajo forma parte inseparable del despliegue del imaginario político moderno. Así mismo, dada la propia arquitectura categorial sobre la que se fundamenta la modernidad, ésta es incapaz de aceptar su dimensión constitutiva, bajo el peligro de erosionar sus bases constitutivas: el pacto social en que se fundamenta el estado nación. Lo que comporta su expulsión fuera de su universo simbólico, pero que a pesar de todo deberá incorporar como posibilidad no explícitamente reconocida mediante la aceptación de dos derechos que se sitúan al margen de toda fundamentación normativa: el derecho de excepción y el derecho de resistencia.
Esta expulsión de la violencia política, encuentra su reflejo en la reflexión sociológica que a menudo se ha reducido a la consideración transitoria de anomia, desequilibrio o desviación, partiendo de una concepción homoestática de la sociedad. No obstante, en las últimas décadas alrededor de la emergencia de los denominados nuevos movimientos sociales y de los conflictos propios de una sociedad postindustrial, se han iniciado líneas teóricas que ponían el acento en la dimensión socio-cultural de la violencia política, bajo el riesgo de negar su dimensión política.
 
Por este motivo, el análisis de caso que hemos desarrollado no se basa tanto en las diferentes tradiciones sociológicas sinósino en aprofundir la dimensión del caso italiano. En este sentido, hemos iniciado nuestra reflexión con un análisis del contexto sociohistórico donde emergen el ciclo de luchas, en tanto que consideramos que los fenómenos sociales no pueden ser tratados sin tener en cuenta los elementos contextuales sobre los que se basan. Así, del análisis de contexto se puede desprender cómo se soncturyenconstruyen sociohistóricamente los diferentes agentes, discursos y retóricas en juego: del recuero de la experiencia partisana para legitimar una continuidad en la lucha insurreccional, a la exaltación de la guerra del Vietnam como elemento ejemplificador de cómo el débil puede doblar la primera potencia mundial.
 
Italia representa en este sentido un caso único en Europa por la duración en intensidad del ciclo de luchas, que se extiende desde la ocupación de fábricas y el autumno caldo de 1968 hasta el secuestro y posterior muerte de Aldo Moro, el que desencadenará el proceso 7 de Abril de 1979. En este sentido, hemos considerado que la “anomalía italiana” podía funcionar como campo de análisis para comprender la articulación entre violencia e imaginario político.
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De los diferentes agentes que formaban parte del proceso nos hemos centrado en las BR, no tanto por su carácter innovador sino porque ejemplifican una concepción del poder y la acción política esencialmente moderna en un contexto mutante, de transición hacia la posmodernidad, pero del que se alimenta y permea. Así pues, nuestro foco se ha basado en cómo desde el movimiento italiano se genera un imaginario alternativo que legitima las prácticas violentas dentro de un “estado de derecho” de la Europa Occidental, y cómo este imaginario va mutando a medida que se configura como epicentro la centralidad de la opción armada.
 
Este imaginario se ha construído en forma de recursos iconográficos, canciones, formalizaciones teóricas y prácticas difusas que usan la espectacularidad de la acción violenta como elemento de propaganda armada, el que quedará en parte clausurado cuando las Brigadas Rojas opten por una intensificación de sus acciones mediante un ataque directo a lo que consideran el “corazón del estado”. De esta forma la proliferación molecular de disursos y prácticas de ilegalidad difusa quedará clausurada por la sobredeterminación impuesta mediante la deriva militarista de la organización, que comportará la represión indiscriminada del estado sobre el conjunto del movimiento, incluso sobre aquellos sectores que se discoiaban de las prácticas militaristas de Brigadas Rojas.
 
Elementos mitificados en el Imaginario de las Brigadas Rojas como la figura del obrero y el estudiante, que podían servir para favorecer el contagio social irán perdiendo complejidad a medida que se acentúe el enfrentamiento con los aparatos de estado. De esta forma se va sellando en Italia, de la misma manera que sucedió en Alemania, el destino trágico de las diferentes opciones armadas revolucionarias. La intensificación de sus acciones en lugar de servir para el ensanche de su base social y la extensión de prácticas de contagio de sus elementos simbólicos, serán el puntas sobre el cual el estado despliegue una acción represiva que permita su reestructuración en el contexto de transición del fordismo al postfordismo. Paradojalmente, diferentes elementos invocados en la primera fase del imaginario alternativo (la autonomía personal, la flexibilidad, el rechazo al trabajo como tarea monótona y despersonalizadora, la autogestión) serán los ejes sobre los que se configurará el nuevo orden de relaciones sociales.