Diferencia entre revisiones de «El papel de la dopamina en la adicción a la comida»

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Caballero Romo (2018), explica que en la mayoría de estos casos (trastornos alimenticios) la adicción a la comida es una proyección de otros trastornos como la depresión o ansiedad.
“Los pacientes con estas características emocionales tienden a mitigar el dolor emocional a través de un exceso en la alimentación”
Con base en lo anterior, el tratamiento de la adicción de la comida debe ser integral y profundo. No solo se trata de una dieta para perder peso, sino de encontrar las raíces del problema para abordarlo a fondo, por lo que la persona que sufre de este trastorno, debe de aceptar que tiene dicho trastorno y que debe de recibir tratamiento psicológico, una vez aceptado el problema y recibiendo dicho tratamiento, también debe de trabajar un nutriologo para elaborar una dieta adecuada para las necesidades del paciente.
 
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En la actualidad, nuevas investigaciones apuntan que la adicción a la comida está relacionado también con los neurotransmisores presentes en el intestino. Amaros Ramos (2018) menciona que se sabe de la existencia de una comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central (SNC) y el tracto gastrointestinal (GI) que tiene lugar a través del denominado “Eje cerebro-intestinal”. Esta comunicación se produce a través de múltiples vías que involucran células neuronales, endocrinas e inmunes. Dicho eje permite al SNC regular diversas funciones gastrointestinales como pueden ser la motilidad, las secreciones, así como la emisión de señales desde el cerebro hasta el tracto GI y viceversa. Estudios recientes han demostrado, además, que la microbiota intestinal puede modular el desarrollo cerebral y el comportamiento e influir sobre el estado anímico. Así pues, la evidencia científica sostiene que la microbiota intestinal tiene implicación en la etiopatogenia de enfermedades neuronales, psiquiátricas y neurodegenerativas.
 
Actualmente se sabe que el intestino y no el cerebro, es el principal productor de serotonina en los mamíferos (80% - 90%). Además de la regulación de la vía serotoninérgica, también se ha observado una regulación dependiente de la microbiota de las vías neurotransmisoras para ácido γ-aminobutírico (GABA), glutamato (Glu), norepinefrina, dopamina y triptamina, señaló Amaro Ramos (2018).
 
La serotonina es un neurotransmisor que afecta a muchas funciones corporales, como el peristaltismo intestinal. También está asociada a muchos trastornos psiquiátricos. Su concentración puede verse reducida por el estrés e influye en el estado de ánimo, la ansiedad y la felicidad. Varios estudios con humanos y animales han mostrado evidencias de diferencias en el microbioma intestinal de los pacientes con trastornos mentales como la depresión (Rossi,2018).
 
Con lo anterior podemos darnos una idea de que la adicción a la comida también puede estar relacionada con el intestino y su interacción con varios neurotransmisores que afectan el estado de ánimo de las personas. Cuando se ingieren los alimentos y estos llegan al intestino, comienza la producción de varios neurotransmisores que generan en las personas una sensación de felicidad y tranquilidad, por lo que el estímulo de ingerir alimentos de manera desmoderada aumenta, llegando a convertirse en una adicción. Sin embargo este es un tema nuevo que necesita ser explorado a fondo en los próximos años.