Se cuenta que durante la Colonia existía una señoravieja fea de Chuchunco (es un pueblo de Chile) que fabricaba dulces típicos y venía a venderlos a la Plaza de Armas de Santiago todos los domingos y cierto día se levantó un ventarrón y se le subió la falda y todos en la plaza vieron que la señora tenía los calzones rotos y desde entonces fue conocida como "la señora de los calzones rotos". Con el tiempo se pensó que le decían así por los dulces que vendía y así fue que éstos quedaron bautizados como "calzones rotos" como se conocen hasta el día de hoy.