Diferencia entre revisiones de «Pensamiento castanediano/Ética castanediana»

Contenido eliminado Contenido añadido
Línea 170:
 
 
[[Imagen:100%.png]] '''Un guerrero acepta responsabilidad por sus actos''', por más trivial que ese sea. '''Uno aprende a actuar como guerrero, actuando; no hablando ni pensando.''' El único camino posible para un guerrero es actuar directamente y sin reservas. Ya deberías haber asumido la responsabilidad completa, y '''la idea de que estas a merced del viento ''[(o sea: bajo el "control" de alguien, o de "algo", y no de "nosotros mismos")]'' debería ser inadmisible''' ''[(decir, "por culpa de.." es admitir de hecho nuestro "no-control"; y resignarse e èl: eso, es "entrega". Es rindirse; ya no "luchar"; ya no ser "guerrero", sino "victima". Nos volvemos unos "[[pinches tiranos]]" como los demas [[magos negros]] que hay, chupandole energia a la gente porquè no somos ya en condiciones de sacarla del Espiritu y de nosotros mismos)]''. Cuando un hombre decide hacer algo, '''debe ir hasta el fin''', pero debe aceptar responsabilidad por lo que hace y luego '''seguir adelante con sus acciones sin tener dudas ni remordimientos''' acerca de ellas. Mírame a mí, no tengo dudas ni remordimientos; todo cuanto hago es mi predilección y mi responsabilidad. '''La muerte me acecha y por eso no tengo lugar para dudas.''' Si tengo que morir por algunas de mis acciones, entonces, debo morir. '''Tu, en cambio, te sientes inmortal y las decisiones de un inmortal pueden cancelarse, lamentarse o dudarse'''. ''' ''En un mundo donde la muerte es el cazador, no hay tiempo para lamentos y dudas. Sólo hay tiempo para decisiones''.''' Hacernos responsables de nuestras decisiones es estar dispuestos a morir por ellas; '''no importa cual sea la decisión''' ''[(aqui se remarca como no tiene importancia que sea de tipo BUENA o MALA)]''. Nada podría ser más serio ni menos importante que ninguna otra cosa. En un mundo donde la muerte es el cazador, no hay cosas grandes ni pequeñas; '''sólo hay decisiones''' a la vista de nuestra muerte inevitable