El cristal trasero de los coches se suele inclinar, resultando así en un peor aprovechamiento del espacio. A veces los mismos fabricantes producen dos versiones del mismo vehículo: Una, con cristal trasero inclinado (concesión al estilo y a la aerodinámica) y otra, con cristal trasero vertical (primacía del aprovechamiento del espacio).
A principios del Siglo XXI los fabricantes parecen menos remisos a equipar a sus coches con portones verticales o casi verticales.