Civilización azteca/Economía de los aztecas

La economía azteca se basó fundamentalmente en el cultivo y el comercio. La organización de los cultivos estaba regida por el calpulli, éste no era propietario real de su parcela, ya que no podía venderla ni traspasarla a otro individuo, a diferencia de los nobles, que sí tenían ese derecho. Los guerreros, por su parte, eran dueños de tierras conquistadas que habían ganado por su desempeño en las batallas.

Agricultura

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La agricultu­ra era la base de la vida azteca y el maíz, el cultivo por excelencia, al que se le su­maban diversas variedades de frijol. La escasez de tierras aptas para la agricultu­ra orientó en gran parte sus acciones. Las nuevas tierras incorporadas para el cul­tivo se obtenían ya fuera colonizando las regiones conquistadas como también me­diante la construcción de “chinampas”.

Hacia 1265 una pronunciada escasez de alimentos afecto a los aztecas. Entonces Acatonalli propuso al consejo de ancianos un método práctico para enfrentar la crisis: sobreponer en el lago unas varas y limo y cultivar encima. Así se originó la chinampa en la zona lacustre del valle, produciendo maíz y frijol, entre otros cultivos. Con la creación de las chi­nampas, los aztecas encontraron otro mé­todo eficaz para incorporar tierras convirtiendo grandes secciones pantano­sas en campos fértiles. De este modo, es­tos verdaderos “jardines flotantes” ofre­cían nuevas posibilidades para la agricultura.

Chinampas aztecas

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Las chinampas solían levantarse en las cercanías de las pequeñas islas flotantes dedicadas al cultivo. Construidas sobre los lagos, las familias trabajaban en ellas para obtener lo necesario para la propia subsistencia y el de la nobleza dirigente. Los implementos y herramientas necesarios para el trabajo se guardaban en las propias casas o fuera de ellas. Las chinampas se fijaban al fondo con cañas y estacas de sauce. Luego se montaban una a una capa fangosa del mismo lago.

Para construir una chinampa, primero se colocaban hileras de árboles y arbustos en el agua formando grandes áreas rectangulares. Estos rectángulos se rellenaban con tierra y material vegetal, sobresaliendo unos dos metros sobre el nivel de las aguas. Allí se plantaban las distintas especies de maíz y otros productos vegetales, lográndose un rendimiento excepcional de cuatro cultivos anuales. Ello era posible gracias a la permanente reposición del suelo de la chinampa con limo vegetal sacado del fondo de los canales laterales del lago. Esta técnica permitió a los aztecas utilizar continuamente estos suelos, sin necesidad de dejarlos en barbecho.

Se admite que cuando llegaron los aztecas al territorio donde se asentaron, la gran parte de la superficie de cultivo estaba ocupada, de allí que debieran recurrir a las chinampas. La fertilidad de los islotes artificiales estaba asegurada por la filtración del agua por el subsuelo poroso de la chinampa, manteniendo de esta manera una humedad uniforme. En las partes altas del territorio se recurría a la ayuda de la irrigación por acequia sacada de ríos y arroyos. Para mejorar la calidad de las tierras se utilizaba como fertilizante el estiércol humano. En las partes bajas predominaba el sistema en roza o milpa.

Cultivos

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Los cultivos más importantes eran los de maíz, frijol y cacao. Complementados con cultivos de calabaza, melón, chía, camo­tes, chiles verdes y rojos, aguacates, y tomates. La planta del maguey era importante para la economía doméstica por su savia, que al fermentarse producía una bebida similar a la cerveza: el pulque. Éste se usa­ba como licor, como intoxicante ritual, y como complemento nutritivo importante. Los insectos, el gusano de maguey, los saltamontes, hormigas y larvas, como las depositadas en las aguas del lago por una especie de mosca, también formaban parte sustancial de la dieta azteca.

El grano del cacao era un bien muy preciado en la sociedad azteca, no sólo como alimento, sino como medicina contra innumerables enfermedades, como afrodisiaco e incluso como método de pago, con el que 30 o 40 granos de cacao comprarían un conejo y cien granos eran suficientes para hacerse dueño de un esclavo. El consumo de chocolate era un privilegio de la nobleza, que lo bebía batido y aromatizado con vainilla y miel, pero también a los guerreros se les convidaba la bebida antes de dirigirse a la batalla.

Códice Nuttall, representación de dos reyes de la cultura mixteca compartiendo una bebida de chocolate. Códice Nuttall, representación de dos reyes de la cultura mixteca compartiendo una bebida de chocolate.

Para cazar, usaban arcos y flechas en el lago Texcoco, que era muy rico en aves y pájaros de diferentes especies. Aunque la caza era más un pasatiempo de la nobleza que una actividad económica. A diferencia de la pesca que ayudaba como complemento de la economía casera. Los peces recogidos con redes o arponeados se inclu­ían en el menú y podían consumirse tan­to crudos como cocidos. La variedad de plantas y cultivos contrastaba con la escasez de animales domésticos.

Animales domésticos

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A diferencia de las civilizaciones andinas, los mexicas no conocieron los camélidos, lo que significó una notable ausencia de animales de carga y tiro. En cambio sí do­mesticaron perros, a los que utilizaron tanto como complemento alimenticio co­mo para sus ceremonias sacrificiales. En especial destaca una raza muy similar a la Chihuahua. También criaron y en cantida­des una especie de pavo de colores blan­co, negro y rojo, cuya carne preparaban con salsa de ají. Finalmente, fue común a ellos la fabricación de colmenas en árbo­les o troncos huecos para la crianza de abejas sin aguijón, de las que utilizaban la cera y la miel que producían

Comercio azteca

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Pieza fundamental en la economía azteca, el comercio se realizaba por medio del trueque en grandes mercados llamados tianguis. Entre ellos se destacaron el de Tenochtitlán y el de Tlatelolco, que además funcionaron como centros de reunión social y religiosa. Los tianguis reunían a los vendedores de los pueblos vecinos que, perfectamente organizados, presentaban sus productos en una plaza. En los más importantes llegaban a congregarse multitudes en busca de verduras, hierbas medicinales, maíz, algodón, aves, tejidos, cerámicas y hachas.

El mercado no sólo constituía para los aztecas una actividad comercial, sino también social, cultural e, inclusive, religiosa. Además de los puestos de trueque y venta, en algunos sectores se levantaban altares, se realizaban juegos y no faltaban los grupos de música y danza.

El sistema económico azteca, basado en métodos tan simples como el trueque, lejos de ser primitivo, fue sumamente eficiente, pues mantuvo una gran estabilidad y aseguró el bienestar a la mayoría de la población del imperio. Los productos que no se podían obtener en el valle de México, se adquirían mediante el trueque con otras regiones y eran trasladados por los pochtecas o comerciantes, quienes recorrían largas distancias.

En el mercado de Tenochtitlán se transaban todo tipo de mercancías, incluyendo productos marinos provenientes de los océanos Pacífico y Atlántico, ambos a 500 kilómetros de la capital azteca. Para realizar los intercambios se recurría a monedas de cuenta como la semilla de cacao y las plumas de Quetzal que cubrían la diferencia que pudiese existir una vez efectuado el trueque. Así por ejemplo, una prenda de vestir equivalía a un par de sandalias y cinco semillas de cacao.

También la manufactura desempeño un papel impor­tante en la economía azteca. La manufac­tura estaba en la etapa de la producción manual, realizada como un complemen­to a la tarea fundamental de obtener alimentos. Los hogares se bastaban a sí mismos en su mayoría, produciendo todo lo que necesitaban: instrumentos, utensilios y vestido. Los pochtecas llevaban desde Tenochtitlán tejidos, ma­nufacturas, artesanías de oro y plata y tra­ían otras especies de productos que no se encontraban en el valle. Llegaron hasta lugares muy lejanos, entre ellos la ac­tual Guatemala.

División del trabajo

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La sociedad azteca contaba con los pipiltin para organizar y dirigir a las comunidades; los macehuales, por su parte, ejecutaban todas aquellas tareas que la sociedad demandaba para su sostenimiento. Con el correr del tiempo los primeros ampliaron sus privilegios, que luego eran transferidos a sus herederos por derechos de sangre. Los que se hallaban en las clases inferiores se ocupaban de las agotadoras tareas agrícolas, aunque un sector de ellas fue captado para actividades especializadas, llegándose a contar 32 oficios, entre ellos carpinteros, plateros y alfareros.

Los Oficios

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Los aztecas ejercieron toda clase de ofi­cios: comerciantes, cargadores, canoe­ros, constructores, personal de limpie­za de acueductos, canales y calles. No faltaban médicos, comadronas, alguaci­les, maestros, jueces, sacerdotes, recau­dadores, taberneros y artesanos de todo tipo. Alfareros, joyeros, tejedores y artesanos especializados en trabajos en pluma llegaron a practicar estos oficios con exclusión de todo otro trabajo. Alen­tados por el desarrollo de la técnica, mu­chos hombres se sintieron atraídos, en especial aquellos para quienes la sim­ple agricultura debía parecer carente de interés y poco productiva.

En cuanto a la metalurgia, ésta esta­ba aún en su infancia y no introdujo una verdadera edad del metal. Los orfebres mexicas usaron el dorado del cobre y la mezcla de este metal con el oro. Los objetos nativos hechos de oro tuvieron co­mo destino final las fundiciones españo­las, aunque han sobrevivido adornos de una gran belleza.

En el valle de México cada grupo hu­mano y cada poblado tenían su propio estilo. Los aztecas, como tantos otros pueblos del continente, no usaron el tor­no de alfarero y confeccionaron sus va­sijas con tiras de arcilla, de la que dispo­nían en abundancia, y confiaron en su ojo adiestrado y en sus dedos delicados para lograr las formas deseadas.

Los Impuestos

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Las primeras manifestaciones de tributación en México, aparecen en los códices aztecas, en los cuales se registró que el rey de Azcapotzalco, pedía como tributo a los Aztecas, una balsa sembrada de flores y frutos, además una garza empollando sus huevos y al momento de recibirla ésta debería estar picando un cascarón; a cambio ellos recibirían beneficios en su comunidad. Asimismo, los "tequiámatl" (papeles o registros de tributos), fue un género de esos códices, relacionado con la administración pública dentro del Imperio Mexica.

Los aztecas se organizaron para facilitar la recaudación de impuestos, nombraron entonces a los "Calpixquis", primeros recaudadores, quienes identificaban su función llevando una vara en una mano y un abanico en la otra. La recaudación requería de "funcionarios" que llevaran un registro pormenorizado de los pueblos y ciudades tributarios, así como de la enumeración y valuación de las riquezas recibidas. La matrícula de Tributos es uno de los documentos más importantes de los códices aztecas dedicados a la administración y a la Hacienda Pública.

Calpixquis

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Había varios tipos de tributos que se daban según la ocasión, los había de guerra, religiosos, de tiempo, etc. Los tributos a que estaban obligados los pueblos sometidos a los aztecas eran de dos tipos:

  1. En especie o mercancía (impuesto según provincia, su población y su riqueza).
  2. Tributos en servicios especiales que estaban obligados a prestar los vecinos de los pueblos sometidos. Artículos alimenticios y ma­terias primas, vestiduras de guerreros y de sacerdotes, mantas, cerámica y otros artículos de artes menores formaban par­te del tributo. Por un lado, cada anexión territorial significaba para los aztecas incorporación de nuevas tierras pero al mismo tiempo el nacimiento de una nueva provincia tributaria.

Fuentes de subsistencia

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La economía azteca se sustentaba en las actividades agrarias y en complejas redes de intercambio que abarcaban todo el imperio. La agricultura proporcionaba una gran variedad de frutas y hortalizas, como el tomate, el ají, las calabazas, el poroto y las tunas, necesarios para alimentar a la elevada cantidad de habitantes del imperio. La economía agraria azteca es considerada una de las más evolucionadas de la América Indígena, sólo superada por el sistema implementado en el área andina.

Sistema de Cultivo en Chinampas

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Una de las mayores peculiaridades desarrolladas por los aztecas fueron los cultivos en las chinampas, verdaderas islas flotantes en el gran lago mexicano de unos cinco metros de profundidad como máximo.

Chinampas actuales en el lago Xochimilco Para construir una chinampa, primero se colocaban hileras de árboles y arbustos en el agua formando grandes áreas rectangulares. Estos rectángulos se rellenaban con tierra y material vegetal, sobresaliendo unos dos metros sobre el nivel de las aguas. Allí se plantaban las distintas especies de maíz y otros productos vegetales, lográndose un rendimiento excepcional de cuatro cultivos anuales.

Ello era posible gracias a la permanente reposición del suelo de la chinampa con limo vegetal sacado del fondo de los canales laterales del lago. Esta técnica permitió a los aztecas utilizar continuamente estos suelos, sin necesidad de dejarlos en barbecho como ocurría en la agricultura europea cuyos terrenos debían descansar entre uno y cinco años para evitar la erosión. Hasta el día de hoy en Xochimilco se sigue cultivando sobre estas fértiles chinampas.

Los productos que no se podían obtener en el valle de México, se adquirían mediante el trueque con otras regiones y eran trasladados por los pochtecas o comerciantes, quienes recorrían largas distancias. En el mercado de Tenochtitlán se transaban todo tipo de mercancías, incluyendo productos marinos provenientes de los océanos Pacífico y Atlántico, ambos a 500 kilómetros de la capital azteca. Para realizar los intercambios se recurría a monedas de cuenta como la semilla de cacao y las plumas de Quetzal que cubrían la diferencia que pudiese existir una vez efectuado el trueque. Así por ejemplo, una prenda de vestir equivalía a un par de sandalias y cinco semillas de cacao.

El sistema económico azteca, basado en métodos tan simples como el trueque, lejos de ser primitivo, fue sumamente eficiente, pues mantuvo una gran estabilidad y aseguró el bienestar a la mayoría de la población del imperio. Es más, no tenemos noticias de conflictos sociales ni levantamientos campesinos contra la autoridad, tan frecuentes en la Europa de los siglos XV y XVI.

Bibliografía

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