Botánica/Tipos de plantas/Sistemática de plantas

Los tipos de plantas

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El número total de especies de plantas es enorme. Cualquier intento de representar su gran diversidad requiere un sistema de ordenación o clasificación de los muchos tipos de plantas— con suerte, un sistema que contribuya por sí mismo a nuestro conocimiento y comprensión. Podríamos optar por el sencillo método de enumerar todas las plantas alfabéticamente por su nombre común, o quizá por su nombre de especie. Este método sería práctico, pero no nos diría mucho sobre las plantas en sí. Tendríamos que conocer las plantas cuyos nombres se incluyen para que la lista en sí tuviera algún significado para nosotros. Sin embargo, los botánicos desarrollaron un sistema jerárquico basado en el hecho—considerando una variedad de características—de que algunas plantas son claramente más parecidas entre sí que a otras plantas. Carolus Linnaeus fue el primero en promover la idea de ordenar todas las plantas (y animales y minerales) del mundo por similitudes entre ellas.

Categorizar es un proceso importante mediante el cual los seres humanos comprendemos el mundo que nos rodea, y algo que todos hacemos en cierta medida como parte de nuestra observación de las cosas y los acontecimientos que encontramos. En biología, cuando se formuló el concepto de evolución, se hizo evidente que este concepto podía ser la base de la categorización. Si las plantas con formas similares están estrechamente relacionadas, al menos más que las plantas con formas diferentes, entonces se podría crear un sistema de clasificación que reflejara estas relaciones. Este planteamiento tiene implicaciones importantes. Las plantas emparentadas tienen propiedades comunes, un hecho que puede aprovecharse en la agricultura y otros campos botánicos prácticos.

Al principio, los botánicos sólo disponían de un método: el examen físico. El examen minucioso (y la descripción detallada) de las estructuras de las plantas permitía ordenar cada especie dentro de un sistema que colocaba juntas a todas las plantas más o menos similares (en ciertas características «importantes»). Este enfoque no es tan fácil como parece, pero aprovechó y contribuyó a la expansión de la botánica descriptiva en los siglos XVIII y XIX. Un problema que se hizo evidente es que, a medida que las especies evolucionaban, plantas no relacionadas entre sí podían llegar a parecerse en muchos aspectos. Al fin y al cabo, la forma y la función están estrechamente relacionadas. En hábitats similares (por ejemplo, desiertos), especies de plantas muy distantes entre sí podrían evolucionar hacia una forma similar. Las especies no tienen (o ciertamente no tuvieron a lo largo del tiempo geológico) acceso ilimitado a todos los lugares del planeta, por lo que la distribución de las especies es una parte importante de la interpretación del proceso evolutivo. A medida que las especies evolucionaban, lo hacían dentro de las limitaciones a la dispersión que existían en ese momento. Este hecho proporciona una pista importante: es probable que plantas no relacionadas pero similares estén distribuidas lejos unas de otras en la superficie de la Tierra; y el corolario: plantas que tienen estructuras similares pero tienen distribuciones muy separadas, pueden no estar tan estrechamente relacionadas en un sentido evolutivo.

Llegados a este punto, merece la pena considerar algunos ejemplos. Hay muchas plantas suculentas, ya que esta forma (típicamente tallos y/o hojas gruesos y carnosos; a menudo reducción o pérdida completa de las hojas) incorpora adaptaciones necesarias para que una planta sobreviva en condiciones muy secas. Los no botánicos tienen la tentación de clasificar todas estas plantas como tipos de cactus. De hecho, los cactus evolucionaron en el Nuevo Mundo (las Américas), pero hay muchas suculentas (y muchas plantas que se parecen a los cactus) que no son nativas del Nuevo Mundo y evolucionaron de forma independiente en el continente africano. Un gran grupo de estas plantas se conoce como euforbias.